La «Lista de Felipe» aproxima la caída de Sánchez

El expresidente del Gobierno ha expresado en televisión que sí hay personas con capacidad para relevar a Sánchez pero que dar sus nombres sería su muerte política

11 de Octubre de 2024
Actualizado el 12 de octubre
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La «Lista de Felipe» aproxima
Felipe González durante su intervención ante Sánchez en el 40 Congreso del PSOE | Foto: Agustín Millán

Pedro Sánchez está débil, muy débil. La cuestión es que no lo sabe o los que tiene a su alrededor tienen miedo a decírselo, no sólo por el terror que existe en el PSOE de decir la verdad al secretario general, sino por la propia supervivencia política y laboral de ese círculo cercano.

La debilidad de Pedro Sánchez es de tal calibre que se vuelve aún más peligroso. Los líderes autoritarios suelen actuar así. Cuando están acorralados se vuelven crueles porque ven amenazas en todos los sitios y en todas las personas. Eso es lo que sucede en el Partido Sanchista en la actualidad.  

El adelanto del 41 Congreso Federal del PSOE un año antes de lo que le correspondía es un movimiento que, tal y como ya hemos analizado en repetidas ocasiones en este Ágora, sólo se justifica por los intereses personales y políticos de Pedro Sánchez. En las fechas actuales, sin haber convocatorias electorales más allá de 2027, no está justificado dicho adelanto. Salvo, evidentemente, que haya una intención de adelantarlas al mes de febrero o marzo de 2025.

Ese movimiento de Sánchez no es descartable, aunque, en este caso parecería, a priori, suicida, teniendo en cuenta el desprecio que suscita en una mayoría de los votantes, tanto de izquierdas como de derechas. La aritmética parlamentaria, la complicación de las investigaciones judiciales a su entorno más directo, el Caso Koldo, la batalla judicial por su ley inconstitucional de amnistía, la imposibilidad de gobernar si no es obviando al poder legislativo, lo cual va en contra de lo señalado por la Constitución, son demasiados frentes para aguantarlos durante 3 años más.

Él sabe, o debería saber, que así no se puede gobernar. Además, a medida que vaya alargando la agonía, la desafección hacia su persona por parte del pueblo aumentará porque su gestión social, más allá de las alharacas y los fuegos artificiales de la propaganda sanchista, es un verdadero caos.

Desde el punto de vista del PSOE, Sánchez sabe que ya no cuenta con la sumisión de todo el partido, que cada vez hay más gente que ha despertado de la manipulación conductiva que ha aplicado durante su mandato. Sánchez sabe que tiene muchos frentes abiertos y que sus opositores ya no son «susanistas» o «felipistas», sino que han crecido dentro del sanchismo, son personas que le han defendido lo indecible, personas que cuentan con el apoyo de una parte de la militancia.

Esa es otra de las razones para adelantar el Congreso Federal: evitar que esa discrepancia, que ahora está atomizada, llegara a organizarse. De momento, ha logrado que ninguna candidatura alternativa se presentara a las primarias. Pero el Congreso va a ser «movidito», no los paseos militares de 2017 (al ritmo de Guns and Roses) y de 2021 (el de las paellas gigantes, los DJ y las copas). En Sevilla el jamón no será ibérico, sino que Sánchez puede terminar comiendo chóped de marca blanca.

Durante años, Pedro Sánchez ha vivido con la tranquilidad de no tener un rival. Tenía a la militancia de su lado y realizó un efectivo trabajo de purgas para eliminar cualquier posible disidencia. Eso se ha terminado. Los militantes han descubierto que en el partido sí que hay alternativas, un reducido grupo de hombres y mujeres con experiencia política, que saben escuchar y que se están fajando con verdaderos «miuras» con contundencia pero sin la altanería, soberbia, chulería, narcisismo, egolatría, mitomanía y falta de escrúpulos con la que se mueve Sánchez.

Ayer, en una entrevista en Espejo Público, Felipe González, quien ahora mismo no es ejemplo de nada dentro del PSOE, expuso una gran verdad. «Hay quien dice que no hay nadie que pueda sustituir a Sánchez. Tengo en la cabeza varios, pero si lo que sale de mi cabeza se conoce públicamente está muerto».

González, además, ha referido algo que se repitió en este Ágora durante semanas: «en este partido, la tragedia es que la discrepancia es estar de acuerdo con lo que decía el partido en su programa electoral».

Desde luego, Felipe González dejó hace mucho tiempo de ser solución para el PSOE y quien piense que aquel que logre derrocar a Sánchez tiene que seguir la línea del felipismo, se equivoca gravemente.

Casualmente, durante las últimas semanas dirigentes y militantes ya comenzaban a nombrar a hombres y mujeres que serían las necesarias para sustituir a Sánchez. Quien piense que la militancia está pensando en Emiliano García-Page o Javier Lambán, también se equivoca. Los dos barones no son la alternativa que el PSOE necesita para despertar de la pesadilla del sanchismo.

Sólo alguien que venga del sanchismo, que haya tenido (o tenga) responsabilidad política desde las listas electorales impuestas por Ferraz, será la solución.

Felipe González puede tener varios nombres en la lista que está en su cabeza. En realidad, son tres las personas con garantías de éxito, nombres que, de momento, no se mencionarán porque, como ha dicho el expresidente, hacerlo supondría su ejecución al amanecer.  

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