Page descubre el «entramado político» de Sánchez pero no liderará la rebelión

El presidente castellanomanchego, tras presentar un recurso contra la Ley Sánchez de Amnistía, ha confirmado que no ordenará que los diputados de Castilla-La Mancha voten en contra del concierto económico con Cataluña

11 de Septiembre de 2024
Actualizado el 13 de septiembre
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Page Rebelión Listas
Emiliano García-Page en un acto en Toledo | Foto: Flickr PSOE

Mucha gente se pregunta cómo es posible que si hay presidentes autonómicos y secretarios generales regionales del PSOE que están en contra de las decisiones y los pactos de Pedro Sánchez no se produce una rebelión parlamentaria de los diputados de esas provincias.

Por ejemplo, las dos federaciones más críticas con los pactos de Sánchez con el independentismo catalán, Castilla-La Mancha y Aragón, suman 12 diputados, es decir, lo suficiente para que la Ley Sánchez de Amnistía no hubiera sido aprobada y para tumbar el concierto económico con Cataluña con el que Sánchez ha comprado la Presidencia de la Generalitat.

Sin embargo, esta rebelión no se produce. Para entender por qué sucede esto no hay más que acudir al entramado político que se ha montado Sánchez desde que es secretario general, antes del PSOE, ahora del Partido Sanchista.

El sistema electoral español no es personalista, sino que lo que los ciudadanos votan son las listas confeccionadas por los propios partidos. Según la propaganda del sanchismo radical las decisiones del PSOE las toman sus militantes. Esto es falso. La realidad es que, en unas elecciones generales, la militancia socialista sólo tiene capacidad para elegir en primarias, si las hubiera, al candidato a la Moncloa. Las listas de cada provincia las decide la Comisión Federal de Listas de Ferraz, por tanto, Pedro Sánchez.

Según el Reglamento Federal sobre el que se rige el PSOE, esa comisión «cuando las circunstancias políticas lo aconsejen o el interés general del Partido lo exija, podrá suspender la celebración de primarias en determinados ámbitos territoriales, incluso una vez que éstas sean convocadas por el Comité Federal y previo informe o solicitud de la Comisión Ejecutiva Regional, de Nacionalidad o Autonómica y acordar la designación directa, sin procedimiento de primarias, de una persona como candidato/a cabeza de lista a las elecciones autonómicas, a las Juntas Generales, a los Cabildos Insulares o a las municipales».

Es decir, la palabra final la tendrá siempre Ferraz, por tanto, Pedro Sánchez. Hay que recordar cómo en el año 2015, los abogados del PSOE, en una demanda judicial por una intervención sanchista a una candidatura elegida en primarias por los militantes, afirmaron ante un juez que «las primarias son una mera distracción para la militancia y su voto no sirve para nada porque la decisión final a la hora de elegir un candidato corresponde en exclusiva a los 311 miembros que componen el Comité Federal».

A la hora de designar los integrantes de la lista para diputados en unas generales, los militantes en cada agrupación local votan a los candidatos. Los resultados de esas votaciones pasan a la Ejecutiva Provincial que los valida y traslada a la Ejecutiva Regional quien, tras dar el visto bueno a las mismas, las remite al Comité Federal de Listas. Lo que decidieron los militantes socialistas no es vinculante y Ferraz, es decir, Pedro Sánchez puede decidir a su antojo quién va y quién no va en la lista al Congreso o al Senado.

En la confección de las listas a las últimas elecciones generales, Sánchez impuso a parte de sus ministros y eso provocó, por ejemplo, la renuncia de 15 miembros en bloque de la candidatura por Zaragoza tanto al Congreso como al Senado. El PSOE de Aragón consideró que la composición final de las listas apenas tiene nada que ver con las propuestas de los comités provinciales y, por tanto, con la opinión de los militantes. Por su parte, un hombre fiel a Pedro Sánchez, como es el secretario general de Castilla y León, Luis Tudanca, no ocultó su indignación y se mostró defraudado por los cambios que le impuso Ferraz en las listas.

Esa es la razón por la que ayer, Emiliano García-Page, en respuesta al reto de Feijóo para que se rebele ordenando a los diputados de Castilla-La Mancha que voten en contra del concierto económico con Cataluña, afirmó que «solo faltaría que en España, cada presidente autonómico tuviera posibilidad de ordenar a los diputados de su región, aunque ni siquiera los ponemos nosotros». Page reveló que la lista al Congreso le venía dada y que algunos de sus integrantes «son más de confianza, otros menos».

Con esta declaración, el presidente castellanomanchego ha desvelado a todo el mundo el entramado político de Sánchez para hacer lo que le dé la gana y protegerse. El presidente del Gobierno ha impuesto un régimen de terror absoluto y sabe que ninguno de los diputados que él mismo incluyó en las listas le va a hacer un «tamayazo» en los temas en los que esté en juego la permanencia de Sánchez en el poder. Si alguno lo hiciera, ya sabe que no volverá a ocupar cargo electo alguno porque será purgado.

Page, con esta respuesta, dejó claro que no iba a ordenar una rebelión contra Sánchez. Presentó el recurso de inconstitucionalidad pero no dará el paso para liderar la revolución que necesita el PSOE para sobrevivir y no ser absorbido por el Partido Sanchista.

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