Feijóo se indigna por la política que él encarna

El líder del Partido Popular denuncia el “ruido” de la política española mientras lo amplifica desde la oposición. Una estrategia de desgaste sin proyecto, sostenida en la judicialización, la crispación y el negacionismo institucional

15 de Septiembre de 2025
Actualizado a las 8:47h
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Feijóo se indigna por la política que él encarna

Alberto Núñez Feijóo se ha declarado “avergonzado” por la situación política en España. Señala el “ruido” como el principal obstáculo para el debate democrático. Pero el líder del PP omite que ese ruido que denuncia es su principal herramienta de oposición. Que lo fomenta, lo dirige y lo amplifica. Y que su política no se basa en propuestas, sino en desgaste sistemático, deslegitimación del Gobierno y siembra constante de desconfianza institucional. Si alguien ha elevado el volumen hasta volver irreconocible la política democrática en este país, es el mismo que ahora se queja del estruendo.

Feijóo, el bombero pirómano de la política española

Alberto Núñez Feijóo no es víctima del ruido: es su director de orquesta. Desde que asumió el liderazgo del Partido Popular, su estrategia ha sido clara: impedir que se hable de política real para mantener el foco en el fango. Y cuando no hay barro suficiente, lo fabrica. El problema, por tanto, no es el ruido. El problema es la utilización del ruido como coartada para no tener que construir un proyecto de país.

Cada vez que el Ejecutivo avanza —en derechos, en vivienda, en fiscalidad, en política exterior o en medidas de justicia social—, el PP responde con una maniobra de distracción: la amenaza de la amnistía, el bulo de la ruptura de España, el relato falso de un Gobierno ilegítimo, o incluso ataques personales al presidente del Gobierno y su entorno familiar. Ninguna de estas campañas ha derivado en medidas concretas para mejorar la vida de la ciudadanía. Tampoco en alternativas políticas articuladas.

Es más: mientras Feijóo finge hablar de regeneración democrática, su partido bloquea el Consejo General del Poder Judicial, instrumentaliza la justicia como herramienta de oposición y alienta causas sin base jurídica para manchar la legitimidad del Ejecutivo. Todo ello alimentado por una red mediática y judicial afín que actúa como caja de resonancia del ruido que ahora Feijóo dice lamentar.

Ni proyecto, ni propuestas, solo una cruzada personal contra el Gobierno

En Ciudad Real, Feijóo ha insistido en que el “ruido” impide que sus propuestas lleguen a la ciudadanía. Pero la realidad es otra: las propuestas del PP son inexistentes, contradictorias o calcadas de las que ya ejecuta el Gobierno. Su “código de regeneración democrática” no pasa de eslóganes, su política migratoria está llena de ambigüedades, y sus planes para el campo no aportan una visión estructural de futuro. En cambio, lo que sí ha ofrecido con claridad es una promesa de venganza política: “reparar lo destruido” y “combatir” al Gobierno de Sánchez con “toda la intensidad”.

Feijóo no está preparando un proyecto de país, está preparando un ajuste de cuentas. Sus palabras no son las de un líder de Estado, sino las de un opositor resentido, incapaz de digerir que no logró la mayoría suficiente para gobernar. Su plan no es reconstruir, sino arrasar. No sumar, sino dividir. No representar a la mayoría, sino al bloque de siempre: conservador, elitista y hostil a cualquier avance progresista.

Y mientras tanto, se queja del “ruido”. Ese que él mismo infla cada semana con declaraciones alarmistas, guerras culturales, desinformación y denuncias huecas. Porque Feijóo no quiere silencio para dialogar: quiere silencio para que nadie le exija responder con responsabilidad a los grandes desafíos del país.

Una oposición sin rumbo al servicio de la crispación

En la práctica, el Partido Popular de Feijóo no actúa como una oposición responsable, sino como una máquina de obstrucción permanente. Se niega a renovar órganos constitucionales, torpedea cualquier pacto de Estado y desautoriza al Gobierno en el exterior —incluso en medio de crisis internacionales—. En Europa, en Bruselas, en el Parlamento o en actos institucionales, Feijóo siembra la idea de que España vive bajo un régimen ilegítimo. Un mensaje peligroso que deteriora la democracia y favorece el auge de la extrema derecha.

Pese a sus gestos moderados, Feijóo no ha sabido o querido marcar distancias con Vox, partido al que necesita para gobernar en varias comunidades autónomas. Y no solo no lo frena: normaliza su lenguaje, replica su agenda y blanquea su discurso reaccionario, mientras acusa al Gobierno de extremismo por defender los derechos LGTBI, el feminismo, o la memoria democrática.

El resultado es una oposición sin rumbo, sin credibilidad y sin responsabilidad institucional. Que lo fía todo a un desgaste constante del adversario y a una idea: que cuanto peor le vaya al país, mejor para el PP. Por eso Feijóo necesita el ruido: porque sin ruido, la ciudadanía vería el vacío que hay detrás de sus palabras.

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