La izquierda y su obligación moral de que el PP no gane de nuevo en Madrid

20 de Febrero de 2021
Actualizado el 02 de julio de 2024
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ayuso almeida

Existe la creencia, cada vez más extendida, de que no importa que haga el PP. Ganarán las próximas elecciones en Madrid independientemente de quien sea la cara visible para la alcaldía o la asamblea. Pero la izquierda, hoy más que nunca, tiene la obligación moral de que esto no sea así.

Los análisis nos hablan de los estratos sociológicos, de la división del voto de sus oponentes, de redes clientelares, de inercias y dinámicas.

Todo lo anterior no deja de ser cierto, mezclado con un derrotismo antropológico que a la postre acabará conduciendo a una profecía auto cumplida.

El PP y sus socios de gobierno, pueden perfectamente no ser capaces de formar una mayoría suficiente para gobernar, como paso en Madrid cons Madrid. Puedes ser el partido más votado sí, pero, ¿Qué importancia tiene si no puedes gobernar? Poca o ninguna. Caza menor, un pobre consuelo para fanáticos de carnet y un par de líneas de algún argumentario interno de partido.

En unas elecciones, Ganar es gobernar, lo demás, paparruchas.

El Partido Popular puede perder y debe hacerlo. Hemos visto suficiente de Martínez Almeida e Isabel Natividad Díaz para que cualquier crédito o periodo de gracia que cualquier gobernante democráticamente elegido debe tener, expire. Máxime siendo la sucursal en España del Trumpismo que abre de par en par la puerta de las instituciones y de nuestras vidas a la extrema derecha fascista

No voy a glosar los motivos por los que yo personalmente quiero que las pierdan, o por los que me gustaría que las perdieran. Eso queda al albur de cada cual. Pero si aseguro que son más que suficientes para que no sean capaces de revalidar una mayoría de gobierno. ¿Qué más queremos que perpetren? Por mucho menos de lo que se ve en Madrid, se pierden elecciones o se pasan años en la cárcel.

Triste sensación

Tengo la triste sensación, con algunas pruebas y con cero dudas, de que, en realidad, la frase “El PP ganara las elecciones presenten a quien presenten” es profundamente errónea, y que debería de cambiarse por El resto de partidos y la sociedad, somos perfectamente capaces de pegarnos un tiro en el pie y perder las elecciones solitas. Presente a quien presente el PP”

Hoy en día, en Madrid, con este partido popular debilitado y desnortado, las elecciones no las ganan ellos, las pierden con sus capacidades o incapacidades los demás.

En política nada es fácil, las elecciones no lo son. No hay demasiados axiomas, las certezas no son absolutas nunca, pero si hay indicadores sobrados y capacidad de análisis suficiente como para saber que ciertas recetas, abocan al desastre. Y que ciertas recetas, te pueden dejar a medio paso del éxito.

Será muy difícil ganar las elecciones concurriendo juntos, sin duda, y sin duda, lo será aún más concurriendo separados y enfrentados.

Máxime en Madrid con su historia política reciente, con sus peculiaridades como eje central para bien y para mal de la política en España, y con su importancia -valga la palabra- capital.

La capital del reino tiene sus peculiaridades que no pueden dejarse de lado. Madrid y el Estado forman un eje político indivisible para bien y para mal; Madrid, es España, España es Madrid como decía Isabel Natividad.

Tiempos revueltos

Hablaremos de esas peculiaridades y ejes otros días, tenemos aún unos meses por delante en Pensar en tiempos revueltos antes de no hablar de otra cosa, pero hay un primer punto insoslayable.

Todos los actores políticos del espacio del cambio que aspiren a desalojar al PP del poder en Madrid han de concurrir juntos a las elecciones

No hay otra vuelta de hoja ni debe de haber otro objetivo, las implicaciones y problemáticas de concurrir así a unas elecciones son enormes, qué duda cabe. Y las heridas que restañar y cauterizar muchas, variadas, y profundas. Pero es que gobernar la capital de uno de los países más importantes del mundo no es poca cosa. La recompensa, bien merece la pena.

En Madrid se ha jugado a unos juegos de tronos estúpidos e incomprensibles para la ciudadanía, tradicionales ya por otra parte, de la izquierda española.

Falta de grandeza en unos casos, de visión en otros, exceso de ambición, ceguera partidaria, carencia de empatía y un muy largo etcétera que no deja a nadie –NADIE- impune del desastre que desgobierna Madrid.

Es estéril repartir culpas y señalar con el dedo, la única utilidad de recordarlo, es aprender y mirar hacia delante.

Cada partido, cada grupo, cada movimiento de Madrid tiene que enfrentarse a esa decisión, y a todos se les van a ver las costuras en el proceso.

En la lucha por el espacio propio, es fácil cegarse y perder de vista lo importante auto justificándose con la idea de que alcanzando más cuota para sí mismo se terminaran haciendo las cosas mejor. Esto en el mejor de los casos. En otros sencillamente las personas en concreto buscaran su propio asiento, y todo esto conduce una vez más al fracaso.

Cuanto más y más fuerte intente cada cual llegar a ese fatal momento que es la configuración de la lista, más y más débil será la resultante final. A la postre, acabaran repartiéndose la miseria, unos plenos, unas comisiones, unos minutitos de intervención para tu red social o migajas por el estilo. Mientras el PP, maneja un presupuesto de miles de millones de euros cogobernando con fascistas de los de mano en alto y judíos y maricones al campo de exterminio.

Eso sí, algun@s acabaran satisfechos, por que los miles de millones dan para más, pero para la sociedad, y las migajas para poco, pero para ell@s. Y eso al común de los mortales nos lleva a la ruina

Aquí no vale pues, no puede valer ni tolerarse, ponerse de perfil ni escamotear, nos jugamos que el fascismo cogobierne en Madrid, con lo que implica para el resto de España, nuestra sociedad se juega demasiado en el envite como para que la ciudadanía sea rehén de las miserias internas de todos los partidos.

Y si alguien tiene que estar especialmente atento somos quienes militamos en ellos. Quienes estamos, o creemos estar al menos, más al tanto de la política. Quienes nos hemos formado somos quienes más espíritu crítico debemos de tener. Primero la gente, después el partido.

Y si esto acaba con nuestros huesos fuera del mismo por anteponer a la sociedad, pensemos de verdad si queremos militar en un partido que se pone a si mismo por delante aun a costa de que el fascismo campe a sus anchas por nuestras instituciones.

Nosotros y nosotras, los militantes, no estamos exentos de tener que dejar el ego y la ambición a un lado y anteponer el colectivo, no tenemos ni más ni menos humanidad que los que dirigen nuestros partidos. Tenemos que crecer y estar a la altura al igual que ellos y ellas.

Porque es nuestra obligación estar especialmente vigilantes, y saber reconocer los discursos y las palabras que en política y en este contexto quieren decir simplemente que cada cual está a lo suyo y que no se sienten suficientemente fuertes aun para empezar a hablar públicamente.

Creemos que ahora no toca” “Estamos centrados en nuestra labor como oposición” “Lo importante es asentarse como organización” “Hay sumas que restan” “Llegado el momento habrá que analizar la situación” “Somos respetuosos con los procesos de otros actores políticos” “Trabajamos en todos los escenarios y no descartamos nada” “Hay grandes diferencias ideológicas entre nuestras formaciones”

Pa-pa-rru-chas.

Frases huecas para no hablar del elefante en el medio de la habitación, formas de postergar el debate hasta el momento en el que la ecuación sea mejor para los intereses partidarios y personales de cada cual, y las energías empleadas en ese objetivo, den fruto.

La colaboración no asegura la victoria contra el PP. La confrontación sin embargo asegura la derrota. No lo toleremos. Aquí solo puede y debe de valer una frase y todo lo que no esté encaminado a ese objetivo, es miseria y como tal ha de ser reprochado.

Haremos lo que sea necesario, por que el partido Popular puede y debe perder las próximas elecciones en Madrid.”

Y el que se mueva de ahí, que no salga en la foto.

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