La última de Casado: ahora va de víctima del terror indepe

22 de Junio de 2021
Actualizado el 02 de julio de 2024
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Pablo Casado, en una imagen de archivo.

Sin condición de perjudicado no se puede recurrir un indulto decretado por el Gobierno de España. De ahí que en las actuales circunstancias, ni PP ni Vox puedan llevar el asunto a los tribunales (recuérdese que el partido de Abascal tomó parte en el juicio contra los líderes independentistas condenados por el procés en calidad de acusación particular, no como víctima o parte perjudicada). Es materialmente imposible que nadie pueda recurrir la orden que emana del Consejo de Ministros sencillamente porque nuestro ordenamiento jurídico lo impide. Ni siquiera el fiscal suele oponerse a una decisión de este tipo porque sabe que está condenado a perder. Se trata por tanto de una orden gubernativa soberana, legítima y legal que adopta un Gobierno con plenos poderes. Y punto.

Sin embargo, la cabecita de Pablo Casado nunca descansa y el líder popular ya ha dado instrucciones a su equipo jurídico para que le busque las vueltas a la posibilidad de recurrir los indultos a Junqueras y los suyos. Ya se sabe que, hecha la ley, hecha la trampa, y con esa máxima trabaja siempre el Partido Popular. ¿Y cuál es el subterfugio legal, qué triquiñuela se le ha ocurrido esta vez al sempiterno jefe de la oposición para tumbar el decreto de medida de gracia cuya aplicación es inminente? Nada más y nada menos que hacerse pasar por perjudicado en la causa, crear la ficción de que fue víctima del terrorismo catalán que no existe porque solo está en su mente, tratar de convencer al país y al mundo entero de que el procés se puso en marcha no por el ansia de autodeterminación y libertad de más de dos millones de catalanes y por la existencia de un conflicto territorial no resuelto que dura ya siglos, sino única y exclusivamente para fastidiarle a él. El delirio de grandeza del mandamás genovés alcanza ya tintes esperpénticos.

Años de desgarro social, una revolución frustrada, una declaración unilateral de independencia, la kale borroka incendiando las calles de Barcelona, las barricadas humeantes, los cócteles molotov, los palos de los piolines, las cargas, los heridos y un sindiós político e institucional que ha estado a punto de llevar a este país a una confrontación civil y resulta que aquí el único perjudicado en todo este embrollo va a ser un señor de Palencia que estaba tranquilamente en su casa de Madrid, a cientos de kilómetros de distancia, leyendo el periódico o estudiando un máster en relaciones de no sé qué. Lo de Casado no es serio, es más, lo de Casado empieza a ser delirante.

Pero allá que va él, con la carpeta llena de dosieres de Pérez de los Cobos debajo del brazo y rodeado de un ejército de leguleyos, dispuesto a llevar el asunto hasta sus últimas instancias y consecuencias (si alguien no lo para a tiempo es capaz de llegar a Estrasburgo con riesgo de bochorno grave, ya que cada día que pasa parece más claro que Europa reprueba la gestión que hizo el Gobierno Rajoy con sus medidas represoras y la correspondiente judicialización fracasada del conflicto).

Hace apenas unas horas, el Consejo de Europa ha dado un doloroso tirón de orejas a nuestro país al emitir un informe en el que denuncia que se ha coartado la libertad de expresión de los líderes soberanistas encarcelados. Bajo el título ¿Deberían enjuiciarse los políticos por declaraciones hechas en el ejercicio de su mandato?, el documento reconoce que España es una “democracia viva, con una cultura de debate público libre y abierto”, pero considera los delitos de rebelión y sedición como “obsoletos y excesivamente amplios para abordar lo que en verdad es un problema político que debe resolverse por medios políticos”.

Casado y el letón

Aunque es cierto que el documento rubricado por el relator del informe, el eurodiputado letón Boriss Cilevics, reconoce que la actuación de los líderes independentistas fue inconstitucional e ilegal y desafió los mandatos expresos del Tribunal Constitucional, también pone en negro sobre blanco que “España es una democracia vibrante donde impera una cultura de debate público abierto y libre, y donde la mera expresión de puntos de vista pro-independentistas no proporciona base alguna para abrir una causa penal”.

Además, el escrito invita al Gobierno a “indultar o liberar de prisión a los políticos catalanes condenados por su papel en la organización del referéndum inconstitucional de octubre de 2017” y a “considerar la posibilidad de abandonar los procedimientos de extradición contra políticos que viven en el extranjero y que son buscados por los mismos motivos”, como el expresident Carles Puigdemont. Todo es inútil. Ningún papelamen de Bruselas o correctivo europeo podrá sacar al presidente del PP de su nube patriotera, un elixir más potente que una noche loca de peyote en el desierto tejano. Nada de lo que diga un diputado europeo letón de por allí va a poder con la cerrazón de Casado El Empecinado, que ya ha iniciado los trámites para personarse como “parte perjudicada” en el proceso al considerarse objetivo directo de los Comités de Defensa de la República, los tristemente célebres CDR.

Es lo que le faltaba a nuestro jefe de la oposición: de salvapatrias del montón a perseguido por los cachorros de Terra Lliure. De servidor público y representante de una parte de los españoles a protagonista único y exclusivo de la historia contemporánea de España. Ahora sí que no va a haber quien lo aguante. Preparémonos para asistir al nacimiento de un nuevo Casado que, apoyándose en los relatos de anticipación de la factoría Pérez de los Cobos, va a darnos la brasa con la terrible persecución a la que ha sido sometido todos estos meses. Preparémonos pues para escuchar sus batallitas de charnego oprimido por el bárbaro terror indepe, esa estelada inquietante que le enviaron en un mensaje de wasap, esa fotografía suya que colgaron boca abajo en un colegio electoral el 1-O, tantas y tantas persecuciones totalitarias a las que ha tenido que hacer frente como mártir y sufrido patriota español. El atentado de Aznar al lado del terrible calvario que ha sufrido él va a ser una simple anécdota en los libros de historia. Su sufrimiento infinito por las amenazas de los radicales solo será comparable a la extorsión inhumana que sufrieron tantos inocentes durante los años del plomo de ETA. Casado ya se ve a sí mismo como una víctima, la primera de todas en orden de importancia, la víctima determinante y crucial de toda esta tragedia nacional que ha sido el procés. Qué historia, qué filón para explotar en las mañanas de Cope y en las aburridas sesiones de control al Gobierno, qué relato digno de que Fernando Aramburu haga con él uno de sus novelones sobre el terrorismo, a la manera de Patria. Que le pongan escolta ya.

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