El dinero es cobarde. Esta es una máxima que siempre se cumple pero, sobre todo, cuando se puede revalidar un gobierno que acota el margen de acción de los cárteles, lobbies, holdings, trust y clanes que controlan el poder económico, financiero y empresarial.
El capital también se creyó las encuestas infladas de las empresas y gurús afines a los intereses de la derecha española y pensó que tendrían a uno de los suyos en la Presidencia del Gobierno. Sin embargo, el pueblo español, ejerciendo libremente sus derechos de sufragio, no lo permitió y ha dejado una situación en la que las herramientas democráticas tienen que ser usadas para la conformación del nuevo gobierno.
Ahora mismo, Pedro Sánchez es el único que tiene la probabilidad real para presentarse ante el Jefe del Estado y decirle que puede tener los apoyos suficientes para la investidura. Alberto Núñez Feijóo, como los niños en la noche de Reyes, tiene la ilusión por ver si le cae el regalo que pidió en la carta, pero todo indica que, como decía aquél, «va a ser que no».
Tras conocerse los resultados de las elecciones, los voceros mediáticos del Partido Popular comenzaron a lanzar la misma consigna un pacto PP-PSOE, incluidos algunos medios que han ejercido una oposición frontal a Pedro Sánchez. Ahora da igual, «pelillos a la mar», porque lo importante es que el Partido Popular llegue a la Moncloa, como sea y con quien sea, incluso con el presidente actual.
Casualmente, los argumentos que presenta la Brunete mediática son los mismos que están utilizando los poderes económicos, financieros y empresariales para ejercer presión, argumentos que, además, se ciñen a puntos críticos del programa del Partido Popular.
Según ha publicado Expansión, tanto la CEOE como Cepyme, las dos principales patronales de España, ya han hecho a los partidos un llamamiento, «a la responsabilidad para que se puedan alcanzar aquellos acuerdos que garanticen el mayor nivel de estabilidad posible y también la moderación necesaria para garantizar la buena marcha de la economía y el sostenimiento del bienestar y la paz social».
Estos llamamientos no son más que el ejercicio de la presión dirigida al PSOE para que se olvide de un gobierno progresista para alcanzar un acuerdo de gran coalición que sólo beneficiará a las élites. Nadie se cree que Alberto Núñez Feijóo, con la purrela de «amistades» que lleva en la mochila, va a realizar políticas sociales de un calado profundo ni va a aplicar las reformas fiscales que el país necesita: bajar los impuestos a las rentas inferiores a 30.000 euros anuales y obligar a los ricos y las grandes empresas a pagar lo que les corresponde, sin exenciones de ningún tipo.
Desde las élites ven ese supuesto consenso de PP y PSOE como la herramienta perfecta para tomar definitivamente el control de la democracia española, además de crear una dictadura política que amordace la voz de otras opciones. Si Felipe González, una de las grandes fortunas a nivel mundial, entonces no puede ser bueno para la ciudadanía.
Los poderes económicos, financieros y empresariales quieren vender que ese acuerdo de gran coalición sería valioso para los temas que le preocupan al capital, es decir, destrozar el actual sistema de pensiones para traspasar su gestión a los bancos; un mercado laboral sin regulación alguna en la que los empresarios actúen como los patronos de la Revolución Industrial donde no había diálogo social ni derechos de los trabajadores; una rebaja radical de impuestos a los ricos y las grandes empresas; una gestión de los fondos europeos de recuperación encaminado a tapar los graves agujeros de solvencia de algunas de las principales corporaciones españolas, etc.
Esa serán las consecuencias de esa gran coalición si Alberto Núñez Feijóo fuera la cabeza visible. Tiene muchas hipotecas por pagar, demasiadas, como para permitir que un gobierno en el que él estuviera pudiera implementar políticas sociales.
Eso sí, los poderes económicos, financieros y empresariales ya han lanzado el primer torpedo para ejercer aún más presión sobre los líderes de los principales partidos. Según publicó El Confidencial, el castigo de los especuladores y los grandes fondos que sufrió Endesa el pasado lunes fue como consecuencia de que un gobierno liderado por Feijóo no era factible.
Desde un punto de vista de estabilidad económica, la gran coalición PP-PSOE es la solución…, ¿para quién? Hablamos de gobierno y de democracia. Cuando gobiernan los partidos conservadores o liberales se ha demostrado que su modelo de ejercer el poder recibido de los ciudadanos es aprobar medidas que benefician, en primer lugar, a quienes están en la cumbre de la pirámide y dejar para el resto las sobras.
Los poderes económicos no entienden que un gobierno responsable es aquel que ejecuta sus medidas de abajo hacia arriba, priorizando las necesidades de los que menos tienen. Las élites no entienden que el bienestar de los de abajo se traduce en un incremento de su riqueza, pero a un ritmo más lento. No obstante, el ansia les puede.