La quita que desgarra al PP: Page reclama sensatez mientras Génova impone la fidelidad partidista

Frente al acoso desde los despachos de Génova al clientelismo territorial de algunos barones del PP, Emiliano García‑Page emerge como voz sensata que apela al interés regional y critica el frentismo

04 de Septiembre de 2025
Actualizado a las 9:04h
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La quita que desgarra al PP Page reclama sensatez mientras Génova impone la fidelidad partidista

Emiliano García‑Page, presidente de Castilla‑La Mancha, ha salido en defensa de la condonación de deuda autonómica impulsada por el Gobierno —una medida que libera a las comunidades del pago de elevados intereses— y ha llamado a bajar el “ruido del frentismo”. Sin doblegarse a las órdenes de Génova, el dirigente socialista propone una lectura responsable y útil: estas decisiones deben tomarse pensando en el bienestar de cada territorio, no en concordancias partidistas inmediatas.

Page contra el tinglado centralizado

García‑Page no es la voz impostada del oficialismo: es una posición crítica que asume —sin cálculos electorales— lo que considera justo para su comunidad. Como ha recordado, España ya absorbió deudas bancarias tras la crisis, “esas que algunos jaleaban”, cuando estaba en el Gobierno Rajoy . Al repetir esta experiencia, Page reivindica la responsabilidad del Estado para corregir los atrasos en la financiación autonómica que llevaron a un endeudamiento sistémico. Para él, no es un regalo: es “justicia elemental” .

Mientras tanto, Génova actúa con presión y guión desde arriba. Sus barones, como en Andalucía o la Comunidad Valenciana, se niegan a sumarse a una medida que les beneficia ampliamente —según Hacienda, siete de cada diez euros condonados beneficiarán regiones del PP—, por miedo a reconocer privilegios del Gobierno de Sánchez. Un cinismo donde la soberanía regional se desvanece detrás del “no por el no”.

Autonomía real u obediencia acrítica

Page enfatiza que el debate no puede ser una coreografía partidista. Él reclama autonomía real para decidir: “los presidentes autonómicos tienen que ser autónomos y no obedecer órdenes desde los partidos nacionales”. Entre tanto, PP como Buruaga rechazan la quita y se enfrascarn en un discurso victimista, acusando al Gobierno de centralismo y chantaje “independentista”. Esta negación sistemática solo perjudica a la ciudadanía, aprovechando los términos financieros como arma política, no como un instrumento de alivio social.

García‑Page apuesta por bajar el ruido, reconocer agravios estructurales y priorizar lo útil sobre lo estridente contrasta con la actitud del PP, que sacrifica lo regional en favor de una identidad centralizada y derrotista. Mientras Génova impone obediencia y reproduce una guerra discursiva estéril, Page levanta la bandera de la autonomía real. La pregunta es: ¿será este un revulsivo para la derecha o quedará sepultado por su propia miopía política?

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