Recortes, llamas y beneficios: el tridente de la derecha autonómica

La gestión forestal cae en manos privadas mientras los servicios públicos se recortan. El resultado: montes ardiendo y gobiernos desaparecidos

28 de Agosto de 2025
Actualizado a las 11:54h
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Recortes, llamas y beneficios: el tridente de la derecha autonómica

No es falta de medios, es falta de voluntad. No son errores de gestión, sino decisiones políticas conscientes. La desprotección forestal responde a una lógica empresarial que convierte la emergencia climática en un nicho de negocio más.

El fuego no distingue ideologías, pero la prevención sí

La historia se repite. Y no porque no la conozcamos, sino porque los que gobiernan parecen ignorarla con premeditación. Castilla y León, Galicia o la Comunidad Valenciana son solo tres ejemplos de cómo los gobiernos de derechas han desmontado progresivamente los mecanismos públicos de gestión forestal para delegarlos en empresas privadas cuya única prioridad es maximizar beneficios, no minimizar riesgos. Porque donde debería haber prevención, hay adjudicación. Donde debería haber medios, hay facturas. Y donde debería haber responsabilidad pública, hay titulares de prensa con promesas huecas tras el humo.

En nombre de la eficiencia, se externaliza la lucha contra los incendios como si fueran reparaciones de fontanería, se precarizan los empleos forestales y se recorta en vigilancia, planificación y medios. Pero la lógica mercantil tiene un problema: el fuego no firma contratos ni respeta balances. No distingue entre montes gestionados con rigor y otros convertidos en campo abonado para el lucro empresarial. Las llamas lo devoran todo, también la decencia política.

El capitalismo climático se abre paso entre cenizas

Lo que debería ser un pilar de la soberanía ambiental, el cuidado de nuestros montes, se ha convertido en una pieza más del engranaje neoliberal. Un mercado del fuego, donde el negocio no está en evitar el incendio, sino en gestionarlo cuando ya es tarde. La derecha nos vende seguridad mientras vacía la caja de herramientas. No sorprende: quienes negaron la emergencia climática ahora fingen combatirla contratando empresas de extinción como quien contrata un catering.

Pero la lección es clara: los bosques no son de quien los explota, sino de quien los cuida. Y su cuidado no puede depender de concursos públicos donde gana quien cobra menos y ofrece menos. En plena crisis climática, privatizar el monte es tan irresponsable como encender una antorcha en mitad de una ola de calor. Ni la rentabilidad ni los recortes nos salvarán de un ecosistema colapsado.

La gestión forestal exige visión, inversión y compromiso público. No es una cuestión ideológica, es una cuestión de supervivencia. Quienes gobiernan desde la lógica del beneficio han demostrado que no entienden ni la urgencia ni la responsabilidad.

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