Toda trama corrupta nace de una amistad peligrosa. Así ocurrió también en el PP valenciano de Rafael Blasco, a quien la Fiscalía Anticorrupción acusa de urdir una compleja red de oenegés y sociedades mercantiles para saquear las ayudas y subvenciones con destino a países del Tercer Mundo. Blasco, como conseller de Solidaridad, tenía entre sus obligaciones la adjudicación y distribución de fondos públicos de su Conselleria, es decir, era quien dirigía “de hecho y de derecho” ese departamento de la Generalitat, quien marcaba el camino a seguir y quien se encargaba personalmente de que se cumpliesen las órdenes que impartía sobre el destino final de millones de euros del erario público en ayudas a la solidaridad internacional. Y ahí es donde entran los contactos, las amistades furtivas, el compadreo y chalaneo entre camaradas.

El empresario Augusto César Tauroni fue el hombre elegido. Amigo personal de Blasco en el momento de producirse el supuesto agujero en las ayudas y subvenciones al Tercer Mundo, iba a jugar un papel fundamental en esta historia, repugnante por lo que tiene de saqueo a personas que malviven y mueren de hambre en lejanos países subdesarrollados. La amistad entre ambos se había labrado en los tiempos en que Tauroni fue socio del hermano del político del PP, Bernardo Blasco, en la mercantil Grupo Apelcine. Corría el año 1997.

Esa estrecha relación entre Tauroni y la familia Blasco se reforzó a partir del año 2001, cuando el industrial obtuvo contratos públicos de las Consellerias de Bienestar Social, Medio Ambiente y Urbanismo y Sanidad a través de la mercantil GCS SL o a través de las subcontratas con las sociedades Dinamiz-E SL y Lonerson. Es decir, antes de planearse la trama de las ayudas a países en desarrollo Tauroni ya se beneficiaba de las subvenciones de aquellas consellerias dirigidas por Blasco, tal como consta en los informes de la Fiscalía Anticorrupción a los que ha tenido acceso Diario16. Desde el momento en que Blasco fue nombrado conseller en los gobiernos del PP en la Comunidad Valenciana, Augusto Tauroni, por sí mismo o mediante empresas interpuestas, había recibido contratos en todas sus consellerias.

Esta relación de amistad derivó en un “concierto de voluntades” por el cual Rafael Blasco, en su condición de conseller de Solidaridad, adjudicaba subvenciones para proyectos de cooperación internacional a Tauroni, bien a través de la Fundación Entre Pueblos (posteriormente Fundación Hemisferio), bien a través de pequeñas oenegés controladas por el propio grupo Tauroni. Según la Fiscalía Anticorrupción, la adjudicación de estas ayudas “a la oenegé de Tauroni o a las oenegés controladas por él” tenía como finalidad el enriquecimiento personal del empresario y de Rafael Blasco y Marc Llinares, jefe del área de Cooperación de la Conselleria de Solidaritat. Para los investigadores de Anticorrupción, tanto Blasco como Llinares recibieron dinero de esas subvenciones a través de Augusto Tauroni.

Con esta finalidad de lucro ilícito, según asegura la Fiscalía, a partir de 2008 Tauroni creó la oenegé Entre Pueblos de la Comunidad Valenciana, donde constaban como patronos dos de sus empresas, Dinamiz-E y Gestiones Iniciativas Arcmed SL. El objetivo de Tauroni era, aprovechando que Blasco se encontraba al frente de la Conselleria de Solidaridad, obtener subvenciones destinadas al tercer mundo para desviar esos fondos, por un lado a empresas propias para su beneficio personal y, por otro al conseller Rafael Blasco y al jefe de Área, Marc Llinares.

La investigación concluye que Augusto Tauroni nunca se había dedicado a la realización de proyectos de Cooperación Internacional, pero ante la oportunidad de obtener fondos públicos de la Conselleria que “dominaba su amigo” Blasco decidió crear la Fundación Entre Pueblos. Esta fundación la constituyó con conocimiento del todopoderoso político del Partido Popular Valenciano, que sabía no solo que el patronato pretendía obtener subvenciones, sino que como conseller instó a pequeñas oenegés a que acudiesen a Entre Pueblos para que les ayudaran a obtener esas ayudas. “Todo ello sabiendo que Tauroni se quedaba con una parte del dinero que él le daba” y que el empresario le entregaría otra porción. Así era como las dos partes se repartían el pastel de las ayudas a la solidaridad. El plan no se podría haber llevado a cabo, según la Fiscalía Anticorrupción, sin la intervención de Marc Llinares, que ya había sido funcionario en las Consellerias de Medio Ambiente y de Sanidad en las épocas de Rafael Blasco como máximo responsable de estas consellerias.

Llinares ostentaba el cargo de jefe del Área de Cooperación y era el responsable de la gestión de los proyectos solidarios y quien ejecutaba las órdenes de Blasco de favorecer a Tauroni y a sus oenegés. De hecho Llinares, cuando se constituyó Entre Pueblos, fue quien suministró a la oenegé de Tauroni todo el material de proyectos de cooperación del año 2008 para que “supieran cómo enfocar los programas de ayuda y empezar su labor”. Posteriormente, el jefe de Área se encargó personalmente de alterar todos aquellos documentos que debían favorecer a las oenegés que presentaba Augusto Tauroni, según los informes de la Fiscalía Anticorrupción.

El resultado de esta trama nauseabunda quedará para la historia: cientos de miles de euros de dinero de los valencianos que fueron a parar a bolsillos privados y unas ayudas para el Tercer Mundo que jamás llegaron a países de destino como Perú, Haití o Nicaragua. El más repugnante de los escándalos políticos que afectaron al enfangado PP de la Comunidad Valenciana gobernada por Francisco Camps.

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