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Calidad de vida

Fernando Ayala
Fernando Ayala
Doctor en Historia y miembro de la CEP del PSOE de la provincia de Cáceres. Responsable del Área de Memoria Democrática de la Ejecutiva Regional del PSOE de Extremadura.
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análisis

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Leía hace tiempo un trabajo del sociólogo Marcelo Sánchez Oro sobre la línea de la pobreza en Extremadura. En ese texto se argumentaba que, pese a los datos objetivos, se podía considerar que era mejor aquí que en otros lugares de España, dado que tenemos, en principio, mucha mejor calidad de vida.

Esta introducción me sirve para realizar algunas observaciones sobre lo que motiva a estas percepciones. A mi juicio, tiene mucho que ver con la apuesta que se hizo desde las Administraciones autonómicas de los últimos 40 años por la sanidad pública. Si obviar otras parcelas que no son motivo de este artículo con respecto a las iniciales inversiones públicas en cultura, deportes, infraestructuras, educación..

Es esa seguridad que da a la ciudadanía el enorme avance que se ha tenido, ya sea en las poblaciones eminentemente rurales, desde las más pequeñas hasta las de tamaño medio, por la presencia de profesionales, consultorios médicos, centros de salud…A lo que se une la red que se ha creado de hospitales en toda la región.

En justicia habría que hacer una valoración, en el transcurso del tiempo, de la evolución realizada en este campo. De esta manera, podemos apreciar el paso de una nula presencia de la sanidad con carácter universal de la época predemocrática a la garantía de un derecho adquirido para todos.

En ese sentido, es cierto que con el crecimiento y la necesidad de cubrir todas las expectativas aparecen grietas. Deficiencias. Problemas. Huecos en los que obligatoriamente tenemos que seguir insistiendo de cara a no ir en caída progresiva una vez que se había adquirido esa sensación de orgullo por las conquistas que se habían llevado a cabo.

Es  cierto que se precisa par ello revertir ese mensaje que cala en el sentido de que cuánto menos somos a más tocamos, dado que es claramente falso. Somos una población pequeña para un territorio muy disperso y con escasos núcleos de población.

Sin embargo, esa misma razón que sirvió para que en un primer momento se constataran los progresos y avances de una manera mucho más rápida que en otros sitios más poblados y/o más avanzados, ahora se transforma en una desidia, abandono o dejadez del cumplimiento de sus obligaciones por parte de las distintas administraciones públicas. Sea el color político que sea en cada momento.

Ese sentimiento doliente de ser los últimos de la fila que no somos capaces de abandonar, tiene que abanderarse con la reivindicación de la satisfacción inicial de todo lo que se ha conseguido. Partiendo de la base real de su enorme insuficiencia para corregir los desajustes territoriales.

Así pues, excepcional calidad de vida la de los extremeños. Parte de ella por la mejora con respecto al impresionante retraso del que venimos. Pero, una vez llegado a un punto, no debe haber retorno. Sólo avances.

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