Cuando el arte molesta: la ultraderecha declara la guerra a la cultura

Del veto a obras sobre abusos y diversidad a amenazas directas a artistas, la censura cultural se extiende por Europa y América Latina de la mano de la extrema derecha.

23 de Marzo de 2025
Actualizado el 24 de marzo
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Cuando el arte molesta: la ultraderecha declara la guerra a la cultura
Cuando el arte molesta: la ultraderecha declara la guerra a la cultura

La censura cultural ya no es un fantasma del pasado. En países democráticos y miembros de la Unión Europea como Alemania y Hungría, o en potencias latinoamericanas como Brasil, la libertad artística vuelve a estar en peligro. Y no se trata de hechos aislados: cada vez hay más casos de teatros amenazados, películas vetadas, artistas silenciados y obras canceladas. ¿El denominador común? La creciente presión de la extrema derecha, que no solo quiere gobernar, sino también controlar qué se representa, quién actúa y qué mensajes se difunden desde los escenarios.

En Alemania, el partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) ha iniciado una ofensiva sin disimulo contra lo que considera “el dominio de la izquierda en la cultura”. Marc Jongen, uno de sus ideólogos más visibles, ha llegado a afirmar que hay que "limpiar" el panorama cultural. Su compañero Hans-Thomas Tillschneider ha pedido que los teatros vuelvan a representar obras “más tradicionales”, sin contenidos que consideren ideológicos o "contrarios a la nación".

Este tipo de discursos no se quedan en palabras. En Stuttgart, un político del AfD pidió a la administración una lista con las nacionalidades de los trabajadores de los teatros públicos. El ministerio no cedió a esa presión, pero el gesto evidenció una peligrosa deriva xenófoba. Como recuerda Marc-Oliver Hendriks, director del teatro estatal de Stuttgart, “el arte siempre ha sido internacional, y lo que debe primar es la excelencia artística, no la nacionalidad”.

Una cultura bajo vigilancia

La situación ha llevado a la creación de redes de resistencia. El Consejo Móvil contra el Extremismo de Derechas, una entidad de la ciudad alemana de Colonia, que asesora a instituciones culturales, ha publicado recientemente un manual de defensa frente a estas amenazas. Su propuesta es clara: mantener la calma, reforzar los valores democráticos de cada institución y responder de forma unida y contundente. “La fuerza está en la diversidad de las respuestas frente a los ataques a la libertad artística”, explica Hamid Mohseni, uno de sus miembros.

Sin embargo, no todo se limita a Europa. En Brasil, la ofensiva contra el arte comenzó incluso antes de que Jair Bolsonaro llegara al poder. El ahora expresidente, que ha cargado públicamente contra películas con contenido LGTBI o que considera “inmorales”, ha llegado a retirar casi 17 millones de dólares en ayudas públicas a más de 80 producciones. Una de ellas fue Bruna Surfistinha, drama basado en la vida de una trabajadora sexual. La película fue citada por el presidente Jair Bolsonaro en julio de 2019, cuando transfirió el Consejo Superior de Cine del Ministerio de Ciudadanía a la Casa Civil. En ese momento, Bolsonaro dijo que no podía "admitir que con dinero público se hagan películas como Bruna Surfistinha. No puedo".

El coreógrafo Wagner Schwartz, conocido por su obra La Bête —en la que permanece desnudo en el escenario mientras el público puede interactuar con él—, fue acusado falsamente de pedofilia por sectores ultraconservadores. Desde entonces, su carrera se ha visto gravemente afectada. “Sigo siendo censurado. Muchos festivales se niegan a programarme por miedo a la polémica”, explica.

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El coreógrafo Wagner Schwartz, conocido por su obra La Bête, Instagram.

Censura en el teatro

No es el único. La dramaturga escocesa Jo Clifford, autora de El Evangelio según Jesús, Reina del Cielo, donde Jesús es representado como una mujer trans, asegura que desde la llegada de Bolsonaro “es demasiado peligroso actuar en Brasil”. En una de las funciones, lanzaron una bomba y la policía armada irrumpió en el teatro. Aun así, el equipo decidió seguir adelante. Pero no volvieron a actuar.

La dramaturga escocesa Jo Clifford, autora de El Evangelio según Jesús, Reina del Cielo.
La dramaturga escocesa Jo Clifford, autora de El Evangelio según Jesús, Reina del Cielo.


En Hungría, bajo el liderazgo de Viktor Orbán, la cultura también se ha convertido en campo de batalla. Se ha cancelado el musical Billy Elliot, se han recortado fondos públicos para proyectos independientes y se acusa a obras de teatro de “propaganda comunista” o de promover “la ideología gay”. Dóra Papp, exdirectora de una compañía independiente, señala que la autocensura ya es una constante: “Los grupos teatrales tienen que decidir si hablan de temas conflictivos o si se callan para poder optar a ayudas del gobierno”.

El objetivo de la extrema derecha es doble: eliminar los discursos críticos con su ideología y reemplazarlos por una cultura oficialista. Bolsonaro quiere que el arte hable solo de “héroes brasileños”. En Croacia, el discurso conservador ha abrazado el folclore como modelo cultural único. Miljenka Buljevic, responsable del centro literario Booksa en Zagreb, lamenta que se haya cerrado el último cine independiente de la ciudad, reemplazado por un centro comercial. “El ecosistema cultural se está desmoronando. Todo es más comercial y superficial”, afirma.

También censura en peliculas sobre el holocausto

Sin embargo, también hay ejemplos de resistencia. En Alemania, el cine Cinexx ofreció entradas gratis a miembros del AfD para ver La lista de Schindler, como respuesta a las declaraciones del partido sobre el monumento al Holocausto. Y en Brasil, una jueza federal revocó la decisión de Bolsonaro de retirar las ayudas al cine, argumentando que “la libertad de expresión y la igualdad deben estar protegidas por el poder judicial”.

La lista de Schindler
La lista de Schindler

Aunque la ofensiva cultural de la extrema derecha sigue en marcha, cada gesto de respuesta, por pequeño que sea, es una victoria. Como dice Emerson Maranhão, director del documental Transversais, también censurado por su temática trans: “Vivimos tiempos solitarios, pero decisiones como esta me hacen sentir que aún vivimos en una democracia”.

Y Miljenka Buljevic, desde Zagreb, lo resume con una frase que resiste como un lema: “La supervivencia es la estrategia subversiva más poderosa”.

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