Banco Santander se aprovecha de la decisión del gobierno Sánchez sobre la opa BBVA-Sabadell

La entidad presidida por Ana Patricia Botín ha comprado la filial británica del Sabadell por unos 3.000 millones de euros, lo que complica la opa del BBVA

01 de Julio de 2025
Actualizado a las 19:03h
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Administración Sánchez Botín Santander
Pedro Sánchez y Ana Patricia Botín, qué miradas | Foto: Flickr Moncloa

El mismo día en que el BBVA ha anunciado que mantiene la opa hostil para hacerse con Banco Sabadell tras la decisión del gobierno de Pedro Sánchez de la semana pasada, Banco Santander se ha hecho con el control de TSB, es decir, la filial del Sabadell en Reino Unido. La decisión del Ejecutivo fue justa, puesto que esa operación ponía en peligro decenas de miles de puestos de trabajo y, sobre todo, desaparecería una entidad especializada en pymes y autónomos. Ya se vio lo que sucedió con el regalo del gobierno Rajoy al Santander con el Popular. Las pequeñas empresas huyeron de la entidad cántabra y, en su mayoría, acabaron siendo clientes de Sabadell. 

Banco Santander se ha adjudicado TSB Bank por 2.650 millones de libras (unos 3.000 millones de euros), imponiéndose finalmente a Barclays en la pugna por la filial. Se trata de un movimiento estratégico para reforzar su posición en el Reino Unido y, al mismo tiempo, concede a Banco Sabadell una inyección de liquidez en un momento clave para su defensa frente a la opa de BBVA.

La operación, pendiente ahora de la luz verde de los accionistas de Sabadell, dejará en manos del grupo catalán una plusvalía de 200 millones de libras, fruto de la diferencia entre el precio de venta y el valor en libros de TSB, valorado en 2.400 millones de libras tras las inversiones acometidas desde 2015. Aquel año, Sabadell desembolsó 1.700 millones de libras para adquirir la filial británica a Lloyds Banking Group, en una apuesta que se vio enturbiada por los problemas de su plataforma informática, convertidos en un auténtico quebradero de cabeza durante sus primeros ejercicios.

Para Sabadell, el beneficio resultante de esta desinversión es un activo crucial. Con casi 7.000 millones de euros obtenidos previamente al vender el 49 % de su filial polaca, Santander Polska, al Erste Group, la entidad dispone del colchón financiero necesario para redirigir recursos hacia su retribución al accionista. El consejo de administración, liderado por su consejero delegado César González Bueno, ha garantizado que este dividendo extraordinario no responde a artimañas defensivas contra la oferta de BBVA, sino al cumplimiento de su promesa de no sacrificar valor: “No es una poison pill —píldora de veneno—; si la operación tiene sentido se cerrará, y si no lo tiene, no”, explicó el ejecutivo la semana pasada.

Para el comprador, Banco Santander refuerza su posición como tercer actor en la banca minorista británica, sumando casi cinco millones de clientes de TSB a los 14 millones de su filial Santander UK. Con esta incorporación, el grupo cántabro aspira a alcanzar, en un plazo de tres años, un retorno de 5,5 veces el beneficio pagado, estimado en torno a 555 millones de libras anuales. Aun así, la entidad mantiene cierta distancia frente a Barclays, que contabiliza 20 millones de clientes en el mercado local.

TSB aporta a Santander una red de sucursales que la sitúa como la séptima mayor en el Reino Unido y una cuota de hipotecas del 2 %. Su cartera de activos, valorada en 46.000 millones de libras, y los depósitos de sus clientes, por valor de unos 35.000 millones, representan un filón en un mercado todavía vibrante tras el Brexit. Además, la operación se realiza a un múltiplo de 1,45 veces valor en libros, muy por debajo de las 2,2 veces obtenidas por Sabadell en Polonia, lo que subraya las sinergias que prevé capturar Santander con esta compra.

Desde Madrid y Londres, analistas coinciden en que la jugada sitúa a Santander en una posición de ventaja competitiva. El refuerzo de su negocio británico llega en un momento clave, cuando la entidad busca diversificar ingresos y compensar la ralentización en España. Asimismo, TSB, recuperada tras su accidentada integración tecnológica, ofrece a Santander un canal para expandir líneas de negocio —desde tarjetas de crédito hasta préstamos al consumo— con elevados márgenes.

En Sabadell, la operación cierra un capítulo doloroso pero rentable. La gestión de TSB, criticada en sus primeros años por la avalancha de reclamaciones de clientes tras el fallo de sus sistemas, ha quedado atrás. Ahora, la entidad podrá centrar su hoja de ruta en su filial principal y en la mejora de sus ratios de capital, mientras refuerza la confianza de sus inversores con un dividendo que, aseguran en la cúpula, será “generoso y sostenible”.

Así, la compra de TSB por parte de Santander y la venta de la misma por Sabadell definen un nuevo reparto de fuerzas en la banca europea. Por un lado, un gigante español refuerza su músculo en el corazón financiero de Londres; por otro, un banco catalán transforma un activo problemático en una herramienta para blindar su independencia y seducir al mercado. En ambos casos, se abre una nueva etapa en la que la solidez financiera y la apuesta por la eficiencia tecnológica serán decisivas para medir su éxito.

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