Las prácticas financieras secretas están permitiendo a los bancos y a las grandes compañías petrolíferas y del carbón ocultar la verdadera magnitud de su financiación, una práctica recogida en un estudio de Tax Justice Network (TJN), al que Diario16+ ha tenido acceso. A menos que se tomen medidas para disipar la niebla del secreto financiero, el progreso logrado para presionar a los bancos a que eliminen gradualmente la financiación al petróleo y al carbón seguirá peligrando.
El informe investiga cómo el inútil sistema tributario global y los débiles estándares de transparencia mundial están acelerando el colapso climático y socavando los esfuerzos para abordarlo.
El documento concluye que dos tercios de la financiación a proyectos petrolíferos y del carbón que proporcionan los 60 bancos más grandes del mundo se concede a filiales en jurisdicciones de secreto fiscal, un tipo de paraíso fiscal que se especializa en permitir que personas físicas y jurídicas oculten sus finanzas. El informe analiza la información recopilada por una coalición de organizaciones que trabajan para poner fin a la financiación del caos climático y los abusos de los derechos humanos, entre las que se incluyen Rainforest Action Network, Bank Track y otras.
Los autores del estudio comparan la financiación de los bancos a través de jurisdicciones secretas con la concesión de un préstamo a través de un «salón de espejos» que hace imposible que los reguladores sepan con certeza a dónde va el dinero y si los bancos y las empresas de combustibles fósiles están cumpliendo con las normas, restricciones y compromisos ganados con esfuerzo en materia de finanzas sostenibles.
En concreto, se rastrean las financiaciones realizadas a filiales de Glencore y Aramco, las mayores compañías de carbón y petróleo del mundo respectivamente, y se utilizan como ejemplos para ilustrar cómo puede funcionar el blanqueo de dinero verde en toda la industria.
Las filiales, normalmente empresas fantasma, suelen estar ubicadas en jurisdicciones secretas para recibir préstamos y servicios de suscripción que luego se transfieren a otras partes de las operaciones de una empresa de petrolífera o de carbón en otras partes del mundo. Debido a la falta de normas de transparencia de las jurisdicciones secretas, los rastros documentales que vinculan a las filiales con las empresas de este tipo de combustible pueden ocultarse fácilmente, o no es necesario registrarlos en primer lugar.
Como las filiales no están fácilmente vinculadas a sus propietarios corporativos de petróleo y carbón, como sólo están configuradas para recibir y transferir financiación, y no realizan actividades energéticas por sí mismas, pueden pasar desapercibidas ante las normas y políticas excluyentes dirigidas a la industria de petrolífera y carbonífera. Al mismo tiempo, los bancos pueden ocultar que no saben que estas filiales pertenecen a empresas energéticas cuando les otorgan financiación e informan al respecto.
El resultado es que billones de dólares en financiación de petróleo y carbón se despojan de sus verdaderos propósitos «marrones», y tanto las entidades como gigantes petrolíferos pueden afirmar ante los reguladores, los inversores y los gobiernos que sus finanzas son más verdes de lo que realmente son.
Según ha indicado TJN, Glencore negó todas las acusaciones de «ocultamiento» y Aramco no respondió.
El informe muestra cómo las políticas de exclusión de Barclays, BNP Paribas, Citigroup, Deutsche Bank y RBS no reflejan adecuadamente la realidad completa de cómo a menudo se emite y recibe financiación bancario para las compañías petrolíferas y carboníferas, dejando la puerta abierta para que estas corporaciones sigan accediendo al financiamiento.
En el caso de BNP Paribas, el informe documenta financiaciones concedidas por las propias filiales del banco con sede en paraísos fiscales a filiales de compañías petrolíferas y carboníferas que parecen contradecir el espíritu de los compromisos reportados por el banco en sus propios informes climáticos.
«El blanqueo de dinero ecológico permite una cultura de ignorancia planificada entre los bancos más grandes, donde pueden fingir sobre el papel que no saben que las empresas fantasma a las que prestan sumas asombrosas son fachadas de empresas de combustibles fósiles. Si se le pregunta a un banco cómo puede estar seguro de que una empresa fantasma sin empleados en un paraíso fiscal puede devolver estos enormes préstamos, la respuesta es que sabemos que la empresa es buena para ello porque forma parte de una corporación mundial de combustibles fósiles. Si se le pregunta al banco si la misma empresa fantasma está vinculada a los combustibles fósiles al interrogarlo sobre el cumplimiento de las normas ecológicas, la respuesta es que no, no lo parece», afirma Franzisca Mager, directora del informe.
La lucha por la justicia climática y la justicia fiscal van de la mano. El fallido sistema fiscal global está costando a los países miles de millones de dólares en dinero público y alimentando una desigualdad extrema en la distribución de la riqueza, lo que a su vez está acelerando el deterioro climático y bloqueando la acción, lo que conduce a daños aún más costosos para las comunidades más vulnerables.