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¿Elecciones europeas?

Miguel Ángel Cerdán
Miguel Ángel Cerdán
Licenciado en Historia. Profesor de Secundaria en la enseñanza pública. Articulista en diversos medios digitales e impresos de la Comunidad Valenciana.
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análisis

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El próximo mes de junio se celebrarán elecciones en toda la UE para el Parlamento Europeo. Así vienen desarrollándose cada cinco años desde 1979. Ahora bien, ¿son realmente unas elecciones europeas? La respuesta es que muy difícilmente pueden considerarse así.

Reif y Schmitt ya acuñaron en 1980 que las elecciones al Europarlamento pueden entenderse como “elecciones nacionales de segundo orden”. Y ello puede considerarse así, a pesar del aumento notable del peso en la estructura comunitaria del Parlamento Europeo, por las siguientes cuestiones. En primer lugar, como indican Hix y Hoyland, estas elecciones tratan en realidad acerca de la actuación de los gobiernos nacionales. Así, muchas personas expresan su insatisfacción con el gobierno votando al partido de la oposición.  Otras muchas pueden usar esta oportunidad para votar sinceramente y no estratégicamente, dando de esta manera su voto a un partido nacional afín con sus preferencias ya que puede ganar conforme el sistema electoral más fácilmente un escaño

En segundo lugar, al ser unas elecciones de “segundo orden”, hay menos alicientes para ir a votar y suele bajar la participación; suele ser un 20 % inferior a las elecciones nacionales.  Al mismo tiempo lo que suele ocurrir es que se dirimen cuestiones internas en lugar de tratar sobre la agenda política de la Unión Europea o sobre quién ostenta un cargo ejecutivo en la misma. Y es que en realidad en estas elecciones los ciudadanos no pueden escoger entre programas políticos rivales para la Unión ni pueden “despedir” a los que ejercen el poder político a nivel europeo. Tal vez por ello las listas se suelen llenar en buena medida en nuestro país de  políticos “jubilados” o  a los que se eleva, vulgarmente hablando, con “una patada hacía arriba”

Aún así, el poder del Parlamento Europeo se ha incrementado mucho en los últimos años, y desde el Tratado de Lisboa, aunque el Consejo proponga el candidato a Presidente de la Comisión Europea, será el Parlamento quién lo elija.

¿A tenor de lo visto, se puede afirmar entonces que hay un “déficit democrático” en la Unión Europea? La versión común nos diría que sí, ya que en el caso de estas elecciones, no son en realidad unas elecciones europeas, lo que hace que el Parlamento sea muy débil en relación a un Consejo que es quién ha de aprobar principalmente la legislación y el presupuesto. Morasevick por su parte, y en sentido contrario, argumenta que el acontecimiento institucional más importante en el devenir de la UE ha sido el incremento de los poderes del Parlamento en el proceso legislativo y en la selección de la Comisión. En cualquier caso, lo cierto es que la opinión pública no está formada sobre las cuestiones de la Unión. Y éste es un déficit que hay que solucionar. Y hacerlo de forma urgente.

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