Felicidad incondicional: más allá del optimismo ilusorio. Hablar de felicidad, o de su posibilidad, podría parecer un postulado propio de las actuales corrientes donde la positividad extrema se ha convertido en una moda. Sin embargo, antes de avanzar, convendría contextualizar este concepto para no caer en ese error. Desde luego, la felicidad no reside en la ausencia de problemas. Tampoco se halla en la consecución de cada uno de nuestros objetivos o en el cumplimiento de nuestros deseos. No depende de factores externos, porque la felicidad es incondicional. Así entendida, podría definirse como un estado de paz y serenidad interior que trasciende las circunstancias.
Si queremos alcanzarla, habrá dos elementos claves que deberemos cultivar: la aceptación y la confianza. Aceptar significa abrazar la realidad en su totalidad. No supone resignarse ni someterse pasivamente a lo que nos incomoda, sino tomar la decisión consciente de dejar de luchar contra lo inevitable y, con ello, librarnos del sufrimiento.
Al mismo tiempo, debemos aprender a confiar en que todo lo que ocurre en nuestra vida, por doloroso que resulte, tiene un propósito que puede impulsarnos a crecer. Si somos capaces de dejar de reaccionar, de lamentarnos y de identificarnos con el papel de víctima, podremos descubrir la oportunidad que se oculta tras el obstáculo. Cuando nos falta perspectiva no somos capaces de comprender el valor de ciertas experiencias. Unas veces nos falta información; otras, nos sobran expectativas. Si quieres extraer el aprendizaje oculto, pregúntate: ¿qué me está enseñando esta experiencia? ¿qué acción debo tomar? ¿de qué necesito desprenderme?
El Arte de Permitir
Nos han educado en la desconfianza hacia lo fácil, en la creencia de que lo natural carece de valor, que pensar en positivo es ingenuo y que debemos estar siempre en alerta, preparados para lo peor. Nos han hecho creer que lo valioso está reservado a unos pocos elegidos. Así, hemos construido un mundo complejo, plagado de miedo y negatividad que nos resulta incomprensible.
Sin embargo, en lo más profundo de nosotros, sabemos que existe otra forma de vivir, que merecemos lo mejor y nos empeñamos en encontrarlo en algún lugar, en alguna persona, en el cumplimiento de algún objetivo o sueño. Pero ahí fuera no lo encontraremos. En esa búsqueda incansable nos distraemos, acumulamos satisfacciones pasajeras y efímeras, pero no alcanzamos la felicidad real. Es necesario un cambio en nuestro enfoque.
Concibo al ser humano como un ser perfecto y completo. Desde esta perspectiva, la búsqueda de la felicidad no debe centrarse en adquirir, sino en dejar ir. Es necesario soltar, desprenderse de aquello que dificulta nuestro avance: el miedo, la culpa, el rencor, el odio.
Déjame hacerte una pregunta: ¿Cuánto te permites sentir, disfrutar o soñar?
Aceptar y recibir plenamente todo lo bueno que la vida nos ofrece es un auténtico arte, el Arte de Permitir, y no todos lo cultivamos. Para muchos, la felicidad no es un estado de plenitud, sino una fuente de ansiedad porque sienten que no la merecen, que, si son felices, algo terrible ocurrirá porque han interiorizado profundamente que, en esta vida, no se puede tener todo. Así, desean la felicidad en un nivel de conciencia y la temen en otro.
Si te has identificado con estas palabras, recuerda que la felicidad no reside en tener sino en ser.
Pilares básicos: amor, perdón y gratitud
Mucho se habla del amor en cualquiera de sus manifestaciones; pero amar nos resulta complicado, no sabemos hacerlo, amamos desde el apego: con dolor y posesión.
Y amarse a uno mismo es el amor que tiene el sabor más agridulce porque, si te amas y te cuidas, te llamarán egoísta. No los escuches, en realidad están diciendo: no me gusta que te prestes una atención que deberías estar dedicándome a mí. ¿No te parece un argumento descabellado? ¿quién es el egoísta? Desconocen la naturaleza del amor: es intangible y no puede fragmentarse ni dividirse, solo expandirse.
Si amarte se te resiste, al menos háblate con ternura, sé paciente contigo mismo y permítete errar. Líbrate de la autocrítica destructiva y confía en ti. Esto no significa que lo hagas todo bien, sino que entiendes el error como una oportunidad para aprender.
Y si el amor, es complicado, mucho más lo es perdonar.
Perdonar no es algo que ocurra de manera espontánea, es un proceso que puede llevarnos mucho tiempo. Creemos que nuestro perdón libera al agresor, pero es a nosotros a quienes beneficia porque el rencor y la culpa son cargas demasiado pesadas. No las alimentes ofreciéndoles tu atención. Concede tu atención a aquello que funciona en tu vida y sé agradecido.
Agradece cada pequeña cosa que recibes de la vida; damos demasiadas cosas por supuestas, y no deberíamos hacerlo. Tenemos la malsana costumbre de enfocarnos en la carencia o la ausencia, la queja nos resulta natural y dar las gracias apenas una fórmula de buena educación que poco a poco está desapareciendo. Suelta las expectativas, deja de creer que sabes cómo tienen que darse las cosas y sé más agradecido.
La culpa y el rencor son muy resistentes, no los subestimes, te acompañarán allá donde vayas y boicotearán tu vida; pero no te definen. Vienen y van. Y solo tu atención constante les permite quedarse en ti para molestar. Cuando tienes un problema, ¿qué haces?, pues concederle toda tu atención y, así, perpetuarlo en ti.
Toma distancia porque cuanta más distancia seas capaz de poner entre sus emociones y tú, mayor será tu paz interior.
Herramientas prácticas para cultivar la felicidad interna
Con la incorporación de sencillas actividades en el día a día se pueden alcanzar grandes cambios. Te presento dos de ellas y una importante recomendación: Cuida tus relaciones y tu entorno, rodéate de personas que te aporten paz y bienestar y establece límites.
- Conecta con la emoción de apreciación, sé más consciente de la abundancia que tienes en tu vida y enfoca tu atención en ella.
Cada día, en un entorno tranquilo donde sepas que no vas a ser molestado, durante al menos 15’ enumera diez razones por las que te sientes agradecido especificando por qué. Todo es valioso: el nuevo amanecer, el aroma del café, poder respirar de manera autónoma…
- Cualquier ejercicio físico suave, como el yoga o pasear (si es al aire libre, mejor) ayuda a liberar tensiones y a conectar con nuestro cuerpo.
Comprende que mereces una vida fácil, que quieres una vida fácil, plena, fluida, divertida y abundante. Toma conciencia de este momento y si estás queriendo hacer cambios conecta contigo, con ese compromiso de querer hacerte feliz y hazlos.
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