El silencio: valioso recurso natural
¿Cómo podría describirse un silencio?
Seguramente por ausencia: ausencia de ruido.
O tal vez, asemejándolo a la nada.
Quizá por sus efectos: calma y bienestar.
Sin embargo, el silencio no es ausencia sino plenitud, un lugar pleno de calma y quietud que nos alivia del estrés y del ruido constante al que vivimos sometidos porque esta época que nos ha tocado vivir bien podría denominarse la “Era de la esclavitud del ruido”.
Tampoco puede ser la nada puesto que a través del silencio surgen ideas creativas, soluciones originales y todo tipo de innovaciones.
Por lo tanto, ante el interrogante: ¿Qué es el silencio? Prefiero proponerte la respuesta certera, la única que te servirá para comprender y que te brinda la experiencia.
De manera que cierra los ojos, olvida este artículo durante unos minutos (tres serían suficientes) y guarda silencio.
Te aseguro que nada de lo que yo pueda contarte podrá suplir la información que tú mismo extraerás del disfrute de un buen rato de silencio. Ahora bien, pasado ese tiempo, regresa, mis palabras te estarán esperando.
Estoy convencida de que, tras esa breve pausa, te encontrarás en un punto diferente: más calmado y receptivo, más presente. El silencio es una de las herramientas más poderosas que poseemos para proveernos bienestar y, junto a la respiración consciente y el sueño, conforma una triada magnífica que, por desgracia, desaprovechamos e ignoramos constantemente.
Las trampas de la mente
Si el silencio es tan valioso, sencillo de aplicar, accesible todo el tiempo y además gratuito, ¿por qué lo evitamos?
Las razones son múltiples y variadas.
La costumbre nos empuja hacia el ruido y nos aleja del bienestar; nuestra mente busca distracción, dispersión y consumir compulsivamente todo tipo de estímulos. Convive con el ruido incesante, la interferencia y el apego a las conversaciones superficiales. Todo ello supone formas de huida y evasión ante el malestar emocional, ya que momentáneamente alivian, aunque en realidad empeoran la situación.
En una mente no entrenada, el silencio puede exacerbar la presencia de los pensamientos automáticos porque, ante la falta de estímulos externos, tendemos a dirigir nuestra atención hacia las preocupaciones o los miedos, por eso nos asusta tanto enfrentarnos a nuestros pensamientos.
Además, en nuestra cultura se ha instaurado una creencia, en gran parte inconsciente, que resulta determinante: relacionamos la actividad mental con la productividad, el movimiento y la vitalidad, y, por el contrario, asociamos el silencio o la quietud a la pereza, la soledad, el aislamiento e incluso al sentimiento de abandono.
Y estas endiabladas asociaciones que forman parte de nosotros se manifiestan a través de pensamientos o enunciados como: el silencio es aburrido y una pérdida de tiempo, o necesito estar ocupado para ser valioso.
Es urgente que seamos capaces de detectar este tipo de patrones para ponerles fin. Hay mucho en juego.
El silencio como espacio fértil para la imaginación
El silencio nos permite profundizar e intensificar la conexión que mantenemos con nuestro mundo interior, es en la quietud donde somos capaces de observar nuestros procesos mentales y emocionales. Y la introspección es de vital importancia, porque si queremos gozar de estabilidad mental y emocional tenemos que aprender a mirarnos dentro sin miedo, con honestidad y evitando una actitud prejuiciosa o condenatoria.
Pero no solo es importante conocer qué pensamientos tenemos y con qué emociones se relacionan; también debemos dar un paso más y convertirnos en exploradores. Dejar que nuestra mente divague en libertad sin miedo a encontrar algo terrible. No lo hay. No importa qué creas haber hecho: tu mundo interior es rico, abundante y está repleto de sorpresas increíbles que merecen ser descubiertas.
Herramientas
De manera general, te recomiendo crear espacios de silencio en tu rutina diaria. Con solo tres minutos de silencio consciente, notarás beneficios. Si además lo combinas con respiraciones lentas y profundas, los efectos se potencian.
No obstante, aquí tienes dos actividades más que puedes incorporar a tu vida:
1. Técnica del ‘Minuto de silencio’ (antes/después)
Disfruta de un minuto de silencio en momentos claves del día: antes de afrontar la realización de una tarea importante o exigente (escribir, leer o hacer un trabajo creativo), o después de haber experimentado un episodio de estrés como puede ser una mala noticia o una discusión. Evitarás respuestas impulsivas y tomarás mejores decisiones.
2. Rutinas sin ruido
Las primeras y últimas horas del día pueden marcar la diferencia en nuestra tranquilidad mental, es conveniente eliminar distracciones y disfrutar momentos de silencio al despertar o antes de dormir.
Silencio matutino:
- Evita el móvil nada más despertar y, antes de poner la televisión o música, disfruta del silencio mientras tomas una ducha o preparas el desayuno.
- Realiza una actividad tranquila: escribir, estirarte, mirar por la ventana, meditar y si sales a caminar o hacer ejercicio, disfruta del sonido natural del ambiente.
Junto a la respiración consciente y el sueño, conforma una triada magnífica que, por desgracia, desaprovechamos e ignoramos constantemente
Silencio mocturno:
- Desconéctate de pantallas al menos 30 minutos antes de dormir y dedica ese tiempo a leer, escribir o simplemente respirar profundo.
- Evita conversaciones intensas o información estresante.
Espero haberte contagiado mi entusiasmo por los silencios y que a partir de ahora te sientas motivado a ponerlos en práctica tanto como puedas.
Próximo artículo: Impacto de la imaginación en la salud mental. La imaginación es otro valioso recurso del ser humano para encontrar equilibrio y restaurar la salud física y emocional. Descubre cómo actúa en mi próximo artículo.
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