"La gente me ha contado en múltiples ocasiones que, al huir del campo de desplazados de Zamzam, hombres armados los amenazaban diciendo: 'Huyan, vayan a ese lugar, corran aquí o allá, los seguiremos, los encontraremos'", relata Jocelyn Elizabeth Knight, oficial de Protección del Alto Comsionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).
Durante una sesión informativa en Ginebra, Knight ha descrito el testimonio de un niño traumatizado en un refugio del ACNUR, cuya experiencia refleja la de innumerables menores en todo el país: "Un pequeño me dijo: 'Durante el día aquí está tranquilo, pero tengo miedo de dormir por la noche por si atacan otra vez este lugar'".
Hacinados en la miseria
En Darfur (oeste de Sudán), muchos desplazados por la violencia se agolpan en edificios públicos abandonados, sin acceso a agua potable ni saneamiento básico. Mientras, ACNUR ha alertado sobre nuevos desplazamientos y ataques contra civiles en Darfur y la vecina región de Kordofán, en comunidades "ya devastadas y sometidas a atrocidades indescriptibles".
El conflicto, que lleva más de dos años, ha restringido gravemente el acceso humanitario y obstaculizado la entrega de ayuda. Con las lluvias estacionales, muchas rutas quedarán intransitables durante meses, complicando aún más las operaciones. La inseguridad también ha impedido la agricultura, agravando la escasez en zonas con riesgo de hambruna o que ya la padecen.
Según datos recientes del ACNUR, más de 873.000 refugiados sudaneses han huido de Darfur a Chad, que alberga la mayor cantidad de desplazados registrados desde el inicio del conflicto. Hoy, uno de cada tres habitantes en el este de Chad es un refugiado.
Enfermedades mortales
Además del enfrentamiento entre las Fuerzas Armadas Sudanesas (SAF) y las paramilitares Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) —antiguos aliados— que comenzó en abril de 2023, los civiles enfrentan un brote letal de cólera.
"El cólera se ha propagado por todo Sudán, con casos reportados en todos los estados", ha señalado Ilham Nour, oficial superior de Emergencias de la OMS. Desde julio pasado, se han registrado casi 100.000 casos.
Vidas en peligro
Esta enfermedad altamente contagiosa se expande rápidamente en condiciones insalubres. A principios de agosto, se identificaron 264 casos y 12 muertes en el asentamiento de Dougui (este de Chad), que acoge a desplazados de Darfur. También se reportaron casos sospechosos en aldeas cercanas y en el campamento de Treguine, uno de los muchos gestionados por el ACNUR en la zona.
"Sin acciones urgentes —como mejorar el acceso a tratamiento médico, agua limpia, saneamiento e higiene, y sobre todo reubicar a los refugiados de la frontera—, muchas más vidas estarán en riesgo", ha insistido Dossou Patrice Ahouansou, coordinador principal del ACNUR en el este de Chad.
Como medida preventiva, la agencia ha suspendido temporalmente los traslados de refugiados desde puntos fronterizos. ACNUR solicita 130 millones de dólares para asistir a 800.000 personas en Darfur, contener el cólera y reubicar a 239.000 refugiados en Chad.
Amenaza de municiones sin explotar
El Servicio de Acción contra Minas de la ONU (UNMAS) ha confirmado que restos explosivos de guerra están matando o mutilando a civiles que desconocen el peligro.
"Esta guerra no ocurre en zonas rurales, sino en áreas urbanas densamente pobladas", ha explicado Mohammad Sediq Rashid, jefe de UNMAS en Sudán. La semana pasada, se identificaron seis campos minados en Jartum, tres con minas antipersona, algo inédito. "Hay contaminación en caminos, hogares, escuelas, pistas de aterrizaje, hospitales e incluso bases humanitarias", ha advertido. "La población ignora los riesgos que la acechan y este problema crece cada día".