Los derechos humanos de las jóvenes palestinas desplazadas

Un alto representante de la Oficina de Derechos Humanos de la ONU dialoga con jóvenes palestinas desplazadas en Gaza, quienes le plantean sus inquietudes respecto al ejercicio de sus garantías fundamentales

03 de Agosto de 2024
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Ajith Sunghay, director de la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos en Palestina conversa con jóvenes estudiantes en Gaza. | Foto: ONU/Ziad Taleb
Ajith Sunghay, director de la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos en Palestina conversa con jóvenes estudiantes en Gaza. | Foto: ONU/Ziad Taleb

Las voces de las jóvenes estudiantes resonaban en una tienda de campaña improvisada en el campamento de Al Istiqama, en el centro de Deir al-Balah, en la Franja de Gaza, con el telón de fondo de la guerra que se está librando en el territorio palestino bombardeado y asediado por Israel, mientras Ajith Sunghay, el jefe de la Oficina de Derechos Humanos de la ONU en el Territorio Palestino Ocupado, las escuchaba atentamente.

En un animado diálogo interactivo, Sunghay las invita a hablar de lo que significan para ellas los derechos humanos. Las jóvenes comparten su dolor y sus esperanzas, enviando mensajes al mundo exigiendo el fin de la guerra para poder regresar a sus hogares sanas y salvas.

“Queremos mostrar nuestra solidaridad con ellas, apoyarlas, trabajar con ellas y ver cómo podemos fortalecer nuestra relación”, explica. “Las conocemos desde hace muchos años. Hemos creado este vínculo y esta conexión”.

Sunghay responde a una serie de preguntas intercaladas con datos sobre los derechos de las estudiantes desplazadas en virtud del derecho internacional humanitario, la importancia de defender estos derechos y el papel de la ONU y sus organismos en la Franja de Gaza y sus deberes para con los palestinos a la luz de las difíciles circunstancias que viven.

Todo el mundo tiene derechos

Al principio, el funcionario de la ONU pregunta a las estudiantes hasta qué punto entendían los derechos humanos. Las respuestas resonaron por toda la tienda. 

“Todo el mundo tiene derecho”, dice una chica. “Mi derecho a ir a la escuela o a la universidad”, afirma otra, refiriéndose al derecho a la educación. Una joven más indica “el derecho a vivir en un lugar seguro”, refiriéndose al derecho a la vida.

Sunghay hace un repaso de los cimientos de los derechos humanos y les explica que personas de distintos países se reunieron, redactaron y acordaron la Declaración Universal de los Derechos Humanos en 1948, que constituye la base de todos los demás acuerdos sobre derechos fundamentales.

Entre las preguntas planteadas por el grupo de jóvenes, una es cruda y franca: "¿Por qué está usted aquí, en Gaza?”

Sunghay responde exponiendo los dos objetivos principales de su visita al territorio palestino. 

“En primer lugar, he venido para ver cómo podemos aumentar la protección de las personas”, dice. “Es difícil. Como Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, dirigimos el grupo de protección con otras organizaciones de las Naciones Unidas, como la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF). Todos estamos intentando ver cómo podemos proteger a los civiles. Y eso las incluye a todas ustedes también”.

“Esto no es fácil”, continua. “Pero también estoy aquí para ver y evaluar la situación de los derechos humanos y, lo que es más importante, para conocer a la gente y comprender los retos y dificultades a los que se enfrentan, al igual que las violaciones de los derechos humanos que se están produciendo en Gaza, y para colaborar con la sociedad civil, que es la columna vertebral de nuestra respuesta”.

¿Tenemos los mismos derechos?

Otra joven pregunta si los niños de Gaza tienen los mismos derechos que los de otras partes del mundo.

“Por supuesto, tienen derechos en estos acuerdos sobre el papel, y luego viene la implementación”, responde Sunghay. “Tienes razón, hay muchas contradicciones en todo el mundo. Pero queremos lograr la igualdad mundialmente en cuanto al respeto de los derechos, y eso nunca es fácil. Por eso tenemos que seguir empujando. Queremos verlas en aulas adecuadas para ustedes, igual que otros niños y jóvenes de otras partes del mundo tienen aulas decentes. Queda mucho camino por recorrer para lograr este tipo de respeto igualitario de los derechos humanos", continua.

“Pero no podemos rendirnos y por eso seguimos luchando con la sociedad civil, los gobiernos y las instituciones humanitarias. Es un esfuerzo conjunto. Sí, todos somos iguales y debemos ser tratados como tales. Sí, hay problemas de aplicación, y necesitamos que los gobiernos trabajen con nosotros. Eso también es muy importante”.

Mientras continua el diálogo, otra estudiante pregunta por el derecho a regresar a su hogar.

“Tienes derecho a vivir en un lugar seguro, derecho a una vivienda, derecho a un refugio, derecho a la vida”, apuntó Sunghay. “Nos queda un largo camino por recorrer para conseguir todos los derechos, y no podemos renunciar a ello. Tenemos que seguir esforzándonos, y esto también forma parte de nuestro trabajo. Hacemos un seguimiento y vemos dónde aún no se respetan los derechos, y entonces informamos a la comunidad internacional. Intentamos influir en los responsables políticos para que tengan los mismos derechos que los demás, incluido el derecho a la vivienda, el derecho a la libertad, el derecho al agua potable y al saneamiento, el derecho a la alimentación, el derecho a la libertad de circulación, el derecho a la libertad religiosa, etc. Sí, entiendo lo que dices de que algunas personas ya han conseguido o respetado estos derechos y que a ti te queda un largo camino por recorrer, pero estamos intentando llegar a ello. No podemos perder la esperanza”.

“Queremos todos nuestros derechos”

Cuando se les pregunta cuál es el mensaje de las estudiantes al mundo, no dudan en comunicarlo en árabe y en inglés.

“Antes de la guerra, vivía en el campo de Nuseirat”, señala Lama Abu al-Saeed, desplazada del centro de Gaza. “Ahora estoy en el campo de Istiqama, en Deir al-Balah. Tengo un mal presentimiento en este campo. Esta no es mi vida. Esta no es la vida de Gaza. Estamos en una mala situación. Estamos haciendo algo que no hacíamos antes de la guerra. Ahora espero que esta guerra termine para poder volver a mi casa”.

Tala Al-Khatib, una niña de 13 años desplazada del campo de Jabalia, en el norte de la Franja de Gaza, señala que quiere transmitir su mensaje “a toda la gente mala que quería ocupar nuestra ciudad, Gaza. Mataron a miles de niños y dejaron huérfanos a otros miles”, relata. “Mataron a hombres e hicieron viudas a mujeres. ¿Dónde está nuestro derecho a vivir en paz y seguridad? ¿Dónde está la libertad para nosotros, los niños que vivimos con miedo a la ocupación? Queremos nuestros plenos derechos”.

Sama Al-Borno, una menor desplazada del barrio de Al Zeitoun, en la ciudad de Gaza, expresa su esperanza de que cesen los disparos para poder regresar a su hogar.

Dima Abu Saeed, otra niña desarraigada del campo de Al Bureij, en el centro de la Franja, resume un mensaje común escuchado durante el diálogo interactivo.

“Fui desplazada muchas veces hasta que llegué a nuestro campamento actual, el de Al Istiqama”, dice. “Sufrí mucho como consecuencia de mi desplazamiento hasta que llegué a este campamento, que nos da cobijo a nosotros y a varios desplazados. Espero que esta guerra termine”.

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