Israel transfería 30 millones de dólares mensuales de Catar a la milicia de Hamás

El Gobierno de Netanyahu ha reconocido que financió el grupo terrorista palestino al que ahora dice combatir

23 de Mayo de 2025
Actualizado el 26 de mayo
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Milicianos de Hamás en una imagen de archivo.
Milicianos de Hamás en una imagen de archivo.

Israel necesita a Hamás igual que Hamás no tiene razón de ser sin Israel. Son dos monstruos que se retroalimentan. Unos engendros que incluso han llegado a tener más conexión y contacto de lo que parecería en un principio entre dos enemigos irreconciliables y a muerte. Hamás es para el Gobierno hebreo la excusa perfecta para seguir con su política de exterminio, ampliación de territorio y asentamientos de colonos. Los yihadistas de Hamás dejarían de existir sin el enemigo judío. Viven de ese negocio, como todo grupo terrorista. El miércoles, el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, admitía que su país transfirió fondos desde Catar a la milicia islamista Hamás en Gaza. En una rueda de prensa nacional retransmitida por Internet, Netanyahu rechazó, sin embargo, que ese dinero fuera el responsable del ataque cometido por el grupo armado palestino el 7 de octubre de 2023 que desató la actual ofensiva israelí sobre la Franja.

“La política que condujo a permitir a Catar transferir dinero a Gaza fue aceptada por unanimidad por el gabinete de seguridad”, dijo el mandatario sobre la decisión adoptada en 2018, informa Efe. Según una primera versión de Netanyahu, esa transferencia de dinero pretendía “mantener a los islamistas y a la Autoridad Nacional Palestina, que administra Cisjordania, divididas”. La información atribuía al primer ministro israelí estas palabras: “¿Por qué se hizo? Porque queríamos mantener divididos a Hamás y a la ANP”. Posteriormente, Efe eliminó esta frase de una versión corregida.

Según recoge la prensa israelí, el primer ministro señaló, además, que se aprobó la transferencia de dinero por recomendación de los servicios de inteligencia Shin Bet y Mosad. Una investigación precisamente del Shin Bet destapó el pasado marzo que Catar enviaba unos 30 millones de dólares mensuales a Gaza y que ese dinero acababa en manos del brazo armado de Hamás, con el beneplácito de los gobiernos de Netanyahu. Este llegó a decir, en noviembre de 2023, que las acusaciones de que estaba permitiendo la financiación de los islamistas eran “ridículas”.

En la comparecencia del miércoles, Netanyahu se defendió también de las críticas por su posible implicación en otro escándalo relacionado con Catar, el llamado Qatargate, en el que la justicia israelí investiga los presuntos pagos recibidos por Israel a cambio de difundir historias favorables al país árabe entre la prensa israelí. Netanyahu aseguró que no recibió “ni un solo séquel [la moneda israelí]” de Catar.

“Esto es una gran mentira. Quieren insinuar que yo recibí algo. Escuché incluso a alguien decir que recibí una fortuna de Catar. No recibí ni un solo séquel. Quien lo dijo ya fue demandado, y quien lo vuelva a decir será demandado”, afirmó. El primer ministro declaró el pasado marzo como testigo en el marco de esta investigación, tras el arresto de sus asesores Eli Feldstein y Yonathan Urich.

A lo largo de la historia, Hamás ha recibido apoyo económico de diversas fuentes, incluyendo a gobiernos como los de Israel, Arabia Saudí y a también gobiernos como el de Irán o Siria (pese a que estos dos últimos pertenecen a la rama chií del Islam, rival de la suní imperante en Hamás). También algunos jeques petroleros del Golfo han contribuido personalmente a su financiaciación.

Por otra parte, Hamás está estructurada en torno a la Daʿwa, a la predicación, al principio musulmán de asistencia a los necesitados, y a los conceptos de azaque (caridad) y sadaqat (donaciones), a través de los cuales recibe fondos de muchas organizaciones de beneficencia situadas fuera de los territorios palestinos.

Israel ha declarado como “organizaciones clandestinas” a veinte comités de beneficencia de Hamás dentro de Cisjordania y Gaza, así como a ocho entidades de caridad de fuera de los territorios, debido a su relación con Hamás. El papel que ha desempeñado el Gobierno de Israel permitiendo el flujo de financiación extranjero ha permitido la segregación de Gaza del gobierno de la Autoridad Palestina. En 2018, Israel intermedió para evitar que Catar detuviera los pagos y conseguir así que siguiera financiando a Hamás, y desde ese momento hasta el 7 de octubre, ha permitido que entrasen por sus pasos fronterizos millones de dólares provenientes de Catar y destinados a financiar a Hamás.

A Israel no le interesaba una OLP (Organización para la Liberación de Palestina) en la órbita de la Unión Soviética. El líder de este grupo político y militar, Yasser Arafat, fue elegido secretario general de la organización desde 1969. La OLP agrupaba movimientos de todo tipo, desde la FPLP de George Habash (de inspiración castrista), hasta el FDLP (marxista y admirador de Tito), pasando por los islamistas y Al-Fatah. Por si fuera poco, un Arafat convertido en una especie de dios liberador para los palestinos, un Che Guevara árabe próximo a Moscú y aliado de Egipto, suponía una amenaza. La OLP se estaba escorando demasiado hacia la izquierda y eso provocaba pavor en los halcones israelíes. Cuando Arafat fue invitado por Egipto, en Tel Aviv saltaron las alarmas. Entonces se vio a la OLP como “un socio” demasiado peligroso de la Unión Soviética. Estados Unidos ordenó mover ficha e Israel diseñó la operación Hamás. Hoy la guerrilla palestina es el Gran Satán para Israel, pero hubo un timpo en que le dio el oxígeno y el dinero necesario para sobrevivir.

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