Otra bala en el pie: Trump apunta a los chips estadounidenses

Chips y semiconductores serán los nuevos objetivos arancelarios en una política económica marcada por la incertidumbre

14 de Abril de 2025
Actualizado el 15 de abril
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Otra bala en el pie: Trump apunta a los chips estadounidenses
Donald Trump baila en el aquelarre ultra de la CPAC | Foto: Gage Skidmore

Donald Trump ha vuelto a desafiar la estabilidad económica global con un nuevo anuncio de aranceles, esta vez dirigidos al sector tecnológico más estratégico: los semiconductores y chips. Con una retórica beligerante y contradictoria, el mandatario norteamericano se aleja del consenso internacional y amenaza con desatar una nueva ola de tensiones comerciales.

Trump redobla su ofensiva comercial

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha vuelto a agitar los mercados internacionales este domingo con un nuevo anuncio de aranceles a semiconductores y chips, que asegura se aplicarán "en un futuro próximo". Esta declaración llega en plena confusión tras la decisión de su Administración, la semana anterior, de eximir temporalmente de aranceles a productos tecnológicos como móviles, ordenadores y microprocesadores, una marcha atrás que buscaba evitar daños a empresas emblemáticas del país.

Ahora, el presidente insiste en imponer barreras, aunque con un matiz ambiguo: promete dialogar con las compañías afectadas —entre ellas, Apple— para mostrar "cierta flexibilidad". Pero en realidad, lo que plantea es una política industrial impulsiva, incoherente y cargada de riesgos, tanto para el tejido económico estadounidense como para el equilibrio comercial global.

Una guerra comercial de autor

El anuncio, realizado por Trump a bordo del Air Force One, refuerza la visión de una política comercial dictada más por el impulso personal que por una estrategia sólida. “Al igual que hicimos con el acero, los automóviles y el aluminio, que ya están en plena vigencia, haremos lo mismo con los semiconductores, los chips y muchos otros productos”, declaró, dejando entrever que los nuevos aranceles serán inminentes y se comunicarán esta misma semana.

El secretario de Comercio, Howard Lutnick, ya había advertido que la exención reciente era solo "temporal". Todo indica que se trató de un espejismo diseñado para calmar a los mercados antes de una nueva ofensiva, esta vez en uno de los sectores más estratégicos de la economía mundial.

La retórica de Trump insiste en la necesidad de que Estados Unidos fabrique sus propios chips y bienes tecnológicos, algo que, aunque deseable desde el punto de vista industrial, no se logra a golpe de arancel ni desde una visión proteccionista y cortoplacista.

El coste del aislacionismo

Lejos de fortalecer la economía, estas decisiones han generado incertidumbre e inestabilidad. La imposición de gravámenes a productos tecnológicos clave puede desatar una cadena de represalias, tal como ya ocurrió con China. Pekín, que ha exigido la cancelación completa de los aranceles, mantiene elevados sus propios impuestos sobre productos estadounidenses, alimentando una guerra comercial sin vencedores.

Trump parece ignorar que atacar a la industria de los semiconductores significa golpear directamente el corazón tecnológico del país, un sector interconectado globalmente y que depende de cadenas de suministro complejas y multinacionales. Las grandes tecnológicas estadounidenses, muchas de las cuales dependen de componentes fabricados en Asia, podrían verse forzadas a trasladar parte de su producción o a asumir costes que, inevitablemente, se trasladarán al consumidor.

Una vez más, la administración Trump opta por el ruido antes que la razón, por la confrontación antes que el consenso. Y lo hace con un tono autoritario, disfrazado de falsa flexibilidad, que amenaza con minar la competitividad de su propia economía en nombre de un nacionalismo económico cada vez más torpe y destructivo.

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