La DGS: Un espacio de tortura y represión que aún espera su reconocimiento

La lucha por declarar la Real Casa de Correos como lugar de memoria exige justicia para las víctimas del franquismo

13 de Junio de 2025
Actualizado a las 12:53h
Guardar
La DGS: Un espacio de tortura y represión que aún espera su reconocimiento
De izquierda a derecha: Inmaculada Pardo, víctima del franquismo, Isabel Vilabella, secretaria de Memoria Democrática de UGT Madrid, Rosa García Alcón, víctima de Billy el Niño, y Julio Pacheco Yepes también víctima del franquismo, foto Agustín Millán

La memoria democrática es una cuestión de justicia. No se trata solo de recordar, sino de dar voz a quienes no pudieron contar su verdad en su tiempo. En el caso de la Real Casa de Correos, hoy sede de la Comunidad de Madrid, no podemos olvidar que, entre sus muros, durante más de 40 años, se gestaron algunas de las mayores atrocidades de la dictadura franquista. La Dirección General de Seguridad (DGS), que ocupaba este edificio, fue el corazón de la represión política, el lugar donde miles de luchadores y luchadoras antifranquistas fueron detenidos, torturados y, en muchos casos, asesinados.

Hoy, el lugar que debe ser recordado como símbolo de terror y sufrimiento sigue sin el reconocimiento que merece. La petición de declarar la DGS como lugar de memoria es un acto de justicia para todas las víctimas del franquismo. No se trata solo de recordar, sino de garantizar que las nuevas generaciones comprendan lo que ocurrió y el precio que se pagó por las libertades que ahora disfrutamos. Han panticipado en la rueda de prensa para presentar los actos del proximo lunes, para resignificar la antigua Dirección General de Serguridad, actual sede de la presidencia de la Comunidad de Madrid, Isabel Vilabella, secretaria de Memoria Democrática de UGT Madrid, Rosa García Alcón, víctima de Billy el Niño, Inmaculada Pardo, víctima del franquismo,y Julio Pacheco Yepes también víctima del franquismo.

DGS1
Grupos de Memoria Democrática han convocado un acto en Madrid para declarar el edificio que fue la Dirección General de Seguridad franquista como lugar de memoria. Denuncian la negativa del Gobierno madrileño y destacan las torturas y represión sufridas por defensores de la democracia, pidiendo verdad, justicia y reparación para las víctimas.

Un lugar de tortura y represión

Durante la dictadura de Franco, la DGS fue un centro de torturas donde se encarcelaba, se sometía a vejaciones físicas y psicológicas y, en muchos casos, se asesinaba a quienes se oponían al régimen. Entre las víctimas de la DGS se encuentran nombres conocidos como Lluís Companys, Tomás Centeno y Julián Grimau, todos ellos asesinados tras ser torturados en sus calabozos. Sin embargo, no solo los hombres fueron víctimas en este siniestro lugar. Mujeres como Juana Doña y Manolita del Arco también sufrieron abusos y maltratos. Estas historias han permanecido ocultas, no solo por el olvido generalizado, sino por la falta de voluntad política para abordar esta parte oscura de nuestra historia.

Una herida sin sanar

La solicitud de que la DGS sea declarada como lugar de memoria es mucho más que un gesto simbólico. Esta acción busca reconocer el sufrimiento de quienes lucharon por una democracia que aún estaba por llegar. El acto de declarar este espacio como lugar de memoria es, sobre todo, un reconocimiento oficial a las víctimas del franquismo. Sin embargo, la Comunidad de Madrid, se ha mostrado reacia a apoyar esta iniciativa, obviando la Ley de Memoria Democrática que establece la obligación de reconocer estos lugares de sufrimiento.

La negación de este reconocimiento es una bofetada para las víctimas y una afrenta a la memoria colectiva. La DGS no fue un lugar cualquiera; fue un lugar de terror, donde se vulneraron los derechos humanos más básicos. Cada rincón de ese edificio es testigo de las atrocidades cometidas en nombre de una dictadura que se empeñó en eliminar cualquier rastro de disidencia. Hoy, el negacionismo de algunos sectores políticos pone en peligro que esta parte de la historia sea recordada como se merece.

La importancia de recordar

En el marco de la Ley de Memoria Democrática, que define los lugares de memoria como aquellos vinculados a la represión y la lucha por la democracia, la DGS cumple con creces los requisitos para ser reconocida como tal. No se trata de una reivindicación ideológica, sino de una cuestión de justicia histórica. Reconocer la DGS como lugar de memoria no solo sería un acto de reparación para las víctimas, sino un acto de educación para las generaciones futuras. Es fundamental que los jóvenes entiendan el valor de las libertades que hoy disfrutan y el precio que se pagó por ellas.

El reconocimiento de este espacio como lugar de memoria también implicaría la colocación de una placa que recuerde a todos los detenidos, torturados y asesinados en este edificio. Sería un recordatorio para todos aquellos que pasan a diario por la Puerta del Sol, el kilómetro cero de la Comunidad de Madrid, de que la libertad y la democracia no fueron conquistadas sin sufrimiento. La historia de la resistencia y la lucha contra el franquismo no debe ser olvidada, y la DGS es uno de los lugares donde esa lucha se libró con un alto coste.

Un futuro sin olvido

Hoy, los colectivos de memoria democrática y las víctimas del franquismo seguimos luchando por la justicia que se nos debe. Seguimos exigiendo que la DGS sea declarada lugar de memoria, que se coloque una placa que recuerde a las víctimas y que se permita el acceso a los antiguos calabozos para que todos puedan conocer la historia de aquellos que allí sufrieron torturas y vejaciones. Esta lucha es fundamental para garantizar que los derechos humanos sean respetados y que las generaciones futuras no olviden lo que ocurrió.

La memoria democrática debe ser una responsabilidad colectiva, como lo es en Alemania o Italia. Por ello, pedimos a las autoridades competentes que no se sigan escudando en el olvido y que asuman la responsabilidad de reconocer a las víctimas del franquismo de una vez por todas. La DGS no puede seguir siendo un espacio vacío de memoria; debe convertirse en un lugar de justicia, donde el sufrimiento de miles de personas sea recordado y reconocido.

Lo + leído