Tras el gran apagón y el colapso de las redes ferroviarias (dos episodios aún no aclarados y sobre los que recaen sospechas fundadas de sabotaje), Alberto Núñez Feijóo ha vuelto a recuperar la estrategia del catastrofismo. España no funciona; España es un desastre; esto es Afganistán. La pulsión hiperbólica del gallego que no ve el momento de llegar a la Moncloa le lleva a hacer el ridículo a todas horas, no solo en sus comparecencias ante los medios de comunicación, también en la tribuna de oradores de las Cortes. Hoy mismo, sin ir más lejos. Feijóo ha acusado al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, de llevar al “caos generalizado” a España y le ha exigido dimisiones por el apagón eléctrico y el colapso de los trenes de alta velocidad.
¿Caos generalizado? Es cierto que el país lo pasó mal durante unas horas angustiosas debido al corte del suministro eléctrico, pero todo volvió a la normalidad en tiempo récord. El Estado funcionó. Como también se ha resuelto el colapso ferroviario por el robo de cable de cobre perpetrado por unos desalmados. España no ha caído en el caos. Los semáforos funcionan, los hospitales están abiertos, hay seguridad en las calles. “Este país ha dado una lección de civismo”, dice el presidente del Gobierno. Y ahí tiene razón el jefe del Ejecutivo de coalición.
El catastrofismo en política es una técnica de propaganda que se basa en la exageración de crisis o problemas para generar miedo y movilizar a la opinión pública. Se utiliza tanto para deslegitimar a adversarios como para justificar cambios drásticos en políticas públicas. Algunos analistas consideran que esta mentalidad ha reemplazado el optimismo del progreso por una visión pesimista y culpabilizadora. Es decir, estamos ante una práctica tóxica para una sociedad por lo que tiene de difusión de un gran bulo. No parece que la estrategia le esté saliendo bien a Feijóo. Basta con consultar las últimas encuestas para concluir que el plan de Génova 13 está haciendo aguas.
Según El Periódico de Cataluña, “las encuestas internas del PP revelan que la suma con Vox no da y Feijóo no sería presidente. La cercanía de Abascal a Trump perjudica al partido ultra en los sondeos y, de rebote, también daña los planes del líder popular para alcanzar la Moncloa”. No hay demasiada incidencia en la estrategia del catastrofismo, por mucho que se empeñe el líder popular. Las encuestas muestran una foto fija bastante estable desde hace algo más de un año. Feijóo puede ser presidente del Gobierno, pero necesita a Vox para gobernar. Y no parece que el partido de Abascal esté atravesando por sus mejores horas después de que Trump, el gran aliado de los voxistas, esté castigando a los españoles con sus aranceles.
“La cuarta economía del euro no va a tolerar que lo ocurrido el 28 de abril se salde sin dimisiones”, asegura el líder de la oposición, que ha reprochado a Sánchez que la única conclusión que ha dado en su intervención en el Pleno del Congreso es que a España “se le fundieron los plomos”. Además, ha exigido una investigación internacional “independiente y confiable” y ha confirmado que habrá una comisión de investigación en el Senado, donde el PP tiene mayoría absoluta.
“Conclusión sanchista: a España se le fundieron los plomos el 28 de abril. Esta es la mayor aportación del señor Sánchez durante una hora y media de comparecencia”, afirmó el líder popular en la Cámara Baja tras la intervención del presidente del Gobierno en la que no ha ofrecido novedades sobre los motivos del apagón y ha pedido tiempo. A juicio de Feijóo, no puede saberse si habrá otro apagón mañana porque no se saben las causas de lo sucedido y ha exigido dimisiones. “Su cohete debe ir a pilas, señor Sánchez, y así ha llevado a la nación a un colapso generalizado”, apuntó. A falta de programa, el gallego tira del miedo. Por utilizar el símil futbolístico, intentar dar la sensación de que España es Mordor es de mal defensa marrullero y tuercebotas.