La Comunidad Valenciana se encuentra en medio de otra dana, no tan intensa como la que arrasó L’Horta Sud el pasado mes de octubre, pero que ha merecido la máxima atención del centro de coordinación de emergencias. Y, esta vez, Carlos Mazón no ha estado de comilonas en El Ventorro, sino muy atento a la evolución del temporal. En su cuenta de la red social X, Mazón ha alertado ante la semana de lluvias “muy intensas” que se avecinan en la Comunidad Valenciana. “Las alertas pueden ir variando de nivel, así pedimos que durante estos días estéis atentos a las actualizaciones del 112 y a las recomendaciones de protección civil. El problema no es sólo la cantidad de agua que caiga, si no la peligrosidad de los acumulados. Hasta el sábado, mucha precaución”, ha recordado. O sea, que ahora Mazón no le quita ojo a las nubes, sigue los partes climatológicos al minuto y va con la radioemisora de Protección Civil a todas partes. Ya lo podía haber hecho antes y Valencia se hubiese ahorrado mucha sangre y muchas lágrimas.
Por desgracia, toda la diligencia y atención que el presidente ha demostrado esta vez no la tuvo el pasado 29 de octubre, cuando 227 personas fallecieron arrastradas por el agua porque la Generalitat Valenciana decretó la alerta roja tarde, mal y nunca. ¿Qué ha llevado a Mazón a tomarse en serio este episodio de lluvias torrenciales? Sin duda, llovía sobre mojado, y el líder del PP valenciano ha entendido que otro fallo más y Feijóo le cortaba la cabeza. No hará otra cosa el honorable de aquí a que termine la actual legislatura, pero cada vez que llueva, como un clavo, ahí estará él apretando el sistema telemático de avisos y alertas. Y le dará hasta dos, tres, cuatro veces al botón, si es necesario. El jefe del Ejecutivo, a base de tragedias, ha aprendido una cosa de la política: que en momentos de crisis se deja todo para atender a lo importante, a lo único que importa, que no es otra cosa que salvar la vida de todos esos paisanos en peligro. Lamentablemente, ese aprendizaje que debería formar parte del sentido común de todo político, le ha costado demasiado caro a la sociedad valenciana, tanto como centenares de familias destrozadas.
Ayer, cuatro meses después de la mortal dana del 29 de octubre, la Comunidad Valenciana se volvía a teñir de rojo con un aviso de riesgo extremo por lluvias torrenciales, una reunión urgente de emergencias y el envío de alertas a móviles en el interior de Castellón para que la gente no saliera de sus casas. Miles de valencianos miraban al cielo y se estremecían por el recuerdo de la mayor catástrofe natural de la historia. Miles de valencianos se preguntaban si esta vez el honorable se acordaría de ellos o estaría en una reunión con la patronal, o recibiendo un premio de no sé qué, o compartiendo mesa y mantel con una conocida periodista. Todo ello en una jornada marcada por los chubascos generalizados en el Mediterráneo y Andalucía, con avisos rojos (riesgo extremo) por parte de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) para el interior sur de Castellón. El fin de semana fue trágico, ya que habia fallecido un hombre arrastrado por una riada en Lorca (Murcia), y copiosas nevadas dejaron decenas de vehículos atrapados. Y aunque el escenario nada tenía que ver con el terrible tsunami formado por el barranco del Poyo aquel 29 de octubre, Mazón quiso estar al mando, aunque solo fuese por una vez.
El mensaje a móviles de vecinos del interior sur de Castellón, del que se informó en redes sociales a las 16.32 horas, pedía evitar desplazamientos, no cruzar zonas inundables y respetar los cortes de tráfico, así como no realizar actividades en cauces y sus proximidades, según la alerta de Protección Civil remitida por la Generalitat a través del Centro de Coordinación de Emergencias.
Mientras tanto, el líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, evitaba responder sobre si cree que Mazón debe dimitir y recordaba que su futuro está ligado a la reconstrucción tras la dana. Así, Feijóo ha insistido en que durante la riada ni el gobierno autonómico ni el central “estuvieron a la altura”. Era la primera vez que el máximo responsable del PP cambiaba el discurso inflexible contra el Gobierno de Madrid para reconocer, aunque con la boca pequeña, la negligente respuesta que desde el Consell se dio aquel 29 de octubre. “Mi postura es conocida desde las nueve y media de la mañana del día siguiente a las riadas, no he cambiado de opinión, creo que ni la Administración central ni la Administración autonómica han estado a la altura de esa emergencia”, alegó Feijóo a los medios de comunicación tras participar en la asamblea de la Asociación de Trabajadores Autónomos (ATA).
Pese a que en los últimos días el futuro del president se ha convertido en el centro del debate político y han crecido las voces pidiendo su dimisión, Feijóo ha reiterado que su postura no ha cambiado. “La postura del Partido Popular es clara desde el primer instante y, por consiguiente, no vamos a cambiar cada diez días de postura”, afirmó. No es cierto, ayer el discurso del gallego viró claramente para descargar las culpas no solo sobre el Gobierno de Sánchez, sino también sobre el Gobierno valenciano del PP. La sombra de la jueza de Catarroja es alargada y el presidente genovés modera sus posiciones.
Estas han sido las primeras declaraciones públicas de Feijóo después de que Mazón confirmara la semana pasada que llegó al Centro de Coordinación Operativa Integrado (Cecopi) a las 20.28 horas del 29 de octubre, 17 minutos después de la alerta lanzada a la ciudadanía. Una versión que contrasta con lo dicho anteriormente por el propio president, que en un principio mantuvo que llegó al Cecopi “a partir de las 19.00 horas”. Las mentiras son como el barro, cada día que pasa pesan más, y no solo para Carlos Mazón, también para Feijóo.