La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) ha solicitado al Gobierno que actúe con firmeza contra la Iglesia Católica por las misas que se han celebrado en honor del dictador FrancoFrancisco Franco. En un escrito presentado ante la presidencia del Ejecutivo, la asociación denuncia que estas ceremonias, programadas en varias ciudades de España, representan una grave afrenta a las víctimas del franquismo y sus familias.
Según el documento, estas misas “festejan la existencia de una dictadura” y tratan de legitimar cuatro décadas de represión y violencia sistemática contra la población civil. Emilio Silva, presidente de la ARMH, se mostró categórico al respecto: “El enaltecimiento de un dictador que orquestó asesinatos, desapariciones forzadas y el sufrimiento de cientos de miles de personas es extremadamente grave. La respuesta del Gobierno debe estar a la altura de la ofensa.”
La doble vara de medir en el enaltecimiento del odio
Silva subrayó que si una iglesia celebrase una misa en honor de un terrorista, las autoridades intervendrían inmediatamente para proteger a las víctimas. Sin embargo, cuando se trata de las víctimas del franquismo, la reacción del Estado es inaceptablemente laxa.
“Si alguien organizara un acto similar en homenaje a un terrorista, sería prohibido de inmediato y los responsables sancionados”, afirmó Silva. “Esta doble moral coloca el sufrimiento de las víctimas del franquismo en una categoría de tercera clase, como si sus derechos y su dolor no mereciesen la misma protección.”
La ARMH recuerda que la desaparición forzada —un delito que afectó a miles de personas durante la dictadura— es uno de los crímenes más atroces que se pueden cometer contra un ser humano. Este crimen consiste en la detención ilegal, tortura, asesinato y ocultamiento del cadáver para infligir un sufrimiento prolongado e incalculable a las familias de las víctimas.
La Iglesia Católica, corresponsable de la dictadura
El escrito presentado al Gobierno pone de manifiesto que las leyes de memoria histórica no han abordado adecuadamente el papel de la Iglesia Católica durante la dictadura. Silva destacó que la Iglesia fue corresponsable de la represión franquista y, en los años posteriores, se ha mantenido cómplice del régimen al no denunciar las atrocidades cometidas.
“La Iglesia nunca ha condenado los bombardeos franquistas que destruyeron centros religiosos ni a los miembros de la Iglesia asesinados por el ejército sublevado”, señaló Silva. Esta actitud de silencio y connivencia perpetúa una narrativa que blanquea la dictadura y normaliza el sufrimiento de sus víctimas.
Además, Silva criticó que la Iglesia siga beneficiándose de privilegios fiscales, como la casilla en la declaración de la renta, mientras permite actos que glorifican a un régimen autoritario. “Es inadmisible que un Estado democrático subvencione indirectamente a una institución que enaltece a un dictador”, afirmó.
Sanciones económicas y medidas contundentes
La ARMH exige que el Gobierno actúe de manera contundente para evitar que este tipo de ceremonias vuelvan a repetirse. Entre las medidas propuestas, destacan:
- Multas económicas a las diócesis que autoricen o participen en actos que enaltezcan la figura de Francisco Franco.
- Retirada de la casilla de la Iglesia Católica en la declaración de la renta, como sanción por permitir la humillación de las víctimas del franquismo.
- Revisión del marco jurídico, para garantizar que los actos de homenaje a dictadores sean considerados una ofensa a la memoria democrática y, por tanto, prohibidos.
La asociación considera que estas medidas no solo son necesarias para proteger a las víctimas y sus familias, sino también para enviar un mensaje claro de que en una democracia no hay lugar para el enaltecimiento de dictadores.
La memoria histórica, una deuda pendiente
El escrito también subraya la pasividad del Estado en la reparación del daño causado a las víctimas del franquismo. A pesar de los avances en materia de memoria histórica, miles de personas siguen desaparecidas en fosas comunes sin que sus familias hayan recibido justicia.
“Cuarenta y nueve años después de la muerte de Franco, el Estado democrático sigue en deuda con estas familias”, lamenta Silva. “La celebración de misas en honor del dictador es una humillación más que se suma al dolor acumulado de décadas de olvido.”
“No se puede ignorar el papel de la Iglesia”
Silva insistió en que cualquier política de memoria histórica que ignore el papel de la Iglesia Católica en la dictadura será insuficiente. “La Iglesia no fue solo una espectadora pasiva; colaboró activamente en la represión y legitimó al régimen desde los púlpitos. No podemos seguir pasando por alto esta responsabilidad.”
Además, cuestionó el silencio de la institución frente a los crímenes del franquismo. “Es incomprensible que no hayan condenado los bombardeos que destruyeron iglesias ni los asesinatos de religiosos cometidos por las fuerzas franquistas. Este doble rasero es insostenible.”
¿Y ahora qué?
La pelota está ahora en el tejado del Gobierno, que deberá decidir si actúa con contundencia o mantiene la pasividad que la ARMH denuncia. Según la asociación, no se trata solo de proteger la memoria de las víctimas del franquismo, sino de garantizar que en el futuro no se repitan actos que glorifiquen el odio y la violencia.
El debate sobre la memoria histórica y el papel de la Iglesia Católica sigue siendo uno de los grandes pendientes de la democracia española. Y, como demuestra este caso, cada día que pasa sin una acción decidida es un día más de impunidad para quienes enaltecen un régimen de terror.