Terremoto político en España: Vox sube como la espuma a costa de PP y PSOE

La indignación popular por la gestión de la dana se canaliza hacia el partido de Abascal, al que ya vota uno de cada seis ciudadanos

07 de Enero de 2025
Actualizado a las 11:52h
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El líder de Vox, Santiago Abascal, durante su intervención en el pleno
El líder de Vox, Santiago Abascal, durante su intervención en el pleno

Uno de cada seis españoles ya es votante de Vox, según las últimas encuestas. Tal como avanzó Diario16, la infame gestión de la riada de Valencia (que ha dejado en la indigencia a miles de personas) podría actuar como catalizador de la revuelta, un auténtico punto de inflexión demoscópica, y así ha sido. La rabia y la indignación popular contra algunos políticos, con el popular Carlos Mazón a la cabeza, se traduce en un nuevo impulso a la extrema derecha. El daño a la democracia es evidente, pero no lo paga solo el PSOE, partido en el poder destinado a sufrir el desgaste, sino también el Partido Popular de Alberto Núñez Feijóo. Cuando la derecha convencional se hunde, el efecto inmediato es una subida, como la espuma, de los movimientos nacionalistas y xenófobos. A lo largo de la historia, siempre ocurrió así.

La última encuesta publicada por el Grupo Prisa revela este fenómeno de catarsis hacia la extrema derecha que no solo se detecta en España, sino también en el resto del mundo. “El bloque de la derecha y la extrema derecha sigue siendo más fuerte que el de la izquierda en el arranque del año, según el último barómetro del Instituto 40dB”. El PP acumula dos meses consecutivos de caída en estimación de voto y se sitúa por primera vez en el mismo porcentaje que obtuvo en las elecciones del 23 de julio de 2023, esto es, un 33% –en noviembre el sondeo le daba dos puntos porcentuales más–, pero Vox encadena tres meses consecutivos de subida y es, de todas las marcas que se presentaron a las últimas generales, el que mejora en mayor medida sus resultados en las urnas, con casi un punto y medio porcentual más que entonces.

Se Acabó la Fiesta (SALF), del agitador ultra Alvise Pérez, al que la Audiencia Nacional pide investigar por financiación ilegal en su campaña europea, obtendría un 2,4% de las papeletas si las generales se celebrasen hoy, es decir, que sumaría, con Vox, el 16% de los sufragios. Los socialistas perdieron el pasado octubre el umbral del 30% y se sitúan ahora en el 29,5% de estimación de voto, lo que supone 2,2 puntos menos que el 23-J. Sumar es la marca que más pierde desde entonces, al dejarse 7,2 puntos, aunque Podemos, que se desgajó de la coalición tras las generales, se sitúa en un 4% de estimación de voto.

Preocupa también la desconexión con el sistema democrático en el segmento por edades. En la franja de los 18 a 24 años gana, con casi un 30 por ciento, la desafección política, esto es, la abstención, los indecisos y los que hoy votarían en blanco o nulo; le sigue Vox, que obtendría el 29,9% de los apoyos; el PSOE (20%) y el PP (11,2%). Como vienen mostrando todos los barómetros del instituto 40dB, la preferencia por el partido de Abascal decrece según avanza la edad (apenas un 9% entre los mayores de 65), justo al contrario de lo que le ocurre al PP, que recoge su mejor porcentaje de intención de voto entre los pensionistas (29,6%). Es un hecho trágico que la ultraderecha esté avanzando precisamente entre los sectores juveniles de la población, lo que constata un fracaso educativo y generacional más que evidente. El machismo, la xenofobia, el revisionismo histórico (que blanquea la figura de Franco) y la mentira, el conspiracionismo, el negacionismo y el bulo como formas de participación política arraigan con fuerza entre los españoles más jóvenes, lo que debería mover a la sociedad a un profunda reflexión sobre lo que está pasando.

Entre los votantes del PSOE no hay tantas diferencias según la edad y se imponen a los populares en las franjas que van de los 25 a los 34 años y entre los 45 y 64. De modo que la juventud empieza a caer en los cantos de sirena del nuevo fascismo posmoderno, un riesgo que ha hecho saltar todas las alarmas en la Unión Europa, donde en las próximas semanas se van a acometer medidas para tratar de controlar los bulos en las redes sociales, mayormente en X, la plataforma mediática desde la que Elon Musk, mano derecha de Donald Trump, esparce la ideología ultra. Fue el propio magnate norteamericano quien aseguró que los medios de comunicación ya no existen, ya que el medio es la propia gente relacionándose a traves de las redes. Y de esta burda manipulación informativa, de este final de una época hasta hoy regida por la prensa convencional, se están aprovechando partidos reaccionarios de toda Europa y en concreto Vox en España.

Otro aspecto que preocupa es la desafección política de la mujer, que se desmoviliza y también cae en la abstención. Y llama poderosamente la atención la divergencia o distorsión que se da entre la situación económica real que vive el país y la sensación subjetiva del votante. Mientras que la mayoría de los indicadores (paro, crecimiento, inflación, inversión, competitividad) son positivos y el encuestado reconoce que se ha avanzado económicamente con las últimas reformas, buena parte de la sociedad cae en una especie de fatalismo nihilista que le lleva a pensar que España está peor que nunca, ese gran eslogan promovido por los ejércitos digitales de algoritmos y bots de partidos populistas como Vox y SALF. El mundo al revés se impone a fuerza de tuit, Musk está ganando la batalla del bulo. Todo ello conforma un panorama oscuro, el del incipiente autoritarismo marca siglo XXI, que amenaza con acabar con las democracias liberales a corto plazo.

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