Feijóo está lastrando al Partido Popular con su extraña estrategia respecto a Carlos Mazón. Un día apoya sin ambages al delfín valenciano, al siguiente le veta la participación en la reunión de barones del PP o le comunica que va a meterlo en el armario en el próximo congreso de la internacional conservadora a celebrar en Valencia (para que no hable ni se vea demasiado ante los invitados europeos). Nada de lo que hace Génova tiene el menor sentido. Lo lógico hubiese sido cesar a un señor que estuvo de picos pardos, en un lujoso restaurante del centro de la ciudad, y santas pascuas. Problema solucionado. Pero lejos de tomar cartas en el asunto, Feijóo ha optado por mantener en el poder de la Generalitat a su delfín. Y ese error pasa factura al partido día tras día, tal como demuestran las encuestas.
Los sondeos lo dicen todo. En diciembre de 2024, dos meses después de la riada y de la nefasta gestión de la Generalitat, el PP valenciano se hundía desde sus actuales 40 escaños (35,30% del voto) a 29-31 (25,4 %), un escenario en el que el PSOE también caía, pero con posibilidades de gobernar en coalición con Compromís. La encuesta de Sigma Dos para El Mundo revelaba que la socialista Diana Morant no terminaba de despegar y que el descontento y la indignación popular contra los políticos eran rentabilizados tanto por Vox como por Compromís, que rompían su techo electoral.
El partido de Santiago Abascal se disparaba hasta una horquilla de entre 18 y 20 escaños con un 17,2% de los votos (4,6 puntos porcentuales más), que unidos a los escaños del PP permitirían gobernar al bloque de las derechas (sumaría 51 escaños, uno más de la mayoría absoluta). No obstante, en la horquilla más baja para el PP Morant tenía opciones de convertirse en presidenta de la Generalitat con su muleta Compromís, ya que la formación de Joan Baldoví conseguiría entre 20 y 22 escaños y el 21,4% de los votos.
Todo aquello ocurría en diciembre. Hoy, el PP logra remontar algo en las encuestas, pero sigue pagando el roto de las negligencias, las mentiras y la indignidad en la gestión de la tragedia. Según los sondeos a 17 de marzo, el PSOE conserva su ventaja de 5,3 puntos sobre el PP (último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas, CIS), que recoge una subida idéntica para los dos principales partidos (PP y PSOE) de 1,1 puntos, mientras Vox se deja 1,6 puntos en estimación de voto. La interpretación de estos datos es clara: el PP sigue pagando los pecados de Mazón, que se ha convertido en un lastre para el partido, mientras que los ultras de Abascal bajan, en este caso por su apoyo incondicional a las políticas de Donald Trump (en España cada vez son menos los que entienden la admiración del líder voxista por un presidente norteamericano que está machacando al campo español con sus aranceles). Una vez más, la falta de talento político de Abascal hace embarrancar el proyecto ultra en nuestro país.
La encuesta, realizada entre el 28 de febrero y el 7 de marzo con 4.018 entrevistas telefónicas, concede a los socialistas el 34,5% de los sufragios; seguidos de los populares, con el 29,2%; y de Vox, con el 11,7%. En cuarto lugar, Sumar sube 1,2 puntos, hasta el 7,6 % de voto estimado, en tanto que Podemos pierde 0,6 (3,8 %) y Se Acabó la Fiesta crece ligeramente hasta situarse en el 1,9%. Ya no cabe ninguna duda. Lo dicen los números y las encuestas: Feijóo no tuvo un buen día cuando dio la orden de apoyar al valenciano hombre de El Ventorro. Tampoco cuando dio luz verde a los nuevos pactos de la vergüenza con Vox, que no gustan a un sector de la derecha moderada de este país. El PP lo está pagando caro justo en el peor momento para el Gobierno. Acosado por casos de corrupción, con una clara debilidad parlamentaria que le lleva a perder los proyectos de ley que presenta en el Congreso y con la necesidad de incrementar hasta un 2 por ciento el gasto en Defensa ante el peligro de invasión de Putin (una medida siempre impopular para un Gobierno progresista, de hecho, una medida que amenaza con quebrantar el apoyo de Sumar), Pedro Sánchez atraviesa horas difíciles. En ese contexto histórico diabólico para el Ejecutivo de coalición, el PP tendría que estar arrasando en las encuestas, al menos diez puntos por encima del PSOE, y va aprobando por los pelos, aspirando solo al empate y dejando abierto el partido. De celebrarse hoy elecciones, la victoria de los populares sería tan ajustada que a Feijóo se le volvería a hacer difícil la investidura. Mazón es un lastre que pesa demasiado en Génova. Una vez más, Sánchez sale vivo. El gallego del PP, con sus decisiones erráticas, es incapaz de darle la puntilla al tótem socialista.