La semana del “calvario” judicial para Sánchez que preconizaban Feijóo y Cuca Gamarra no está siendo tan terrible y letal para el Gobierno como esperaban en Génova 13. De la declaración del empresario Aldama queda un guiñapo de papel con supuestas mordidas para el PSOE sin ningún valor probatorio ante un juez; un Koldo García firme, sin venirse abajo y sin tirar de la manta; y una Begoña Gómez que por fin ha roto su silencio ante el juez Peinado con argumentos sólidos que apuntan a su inocencia. Solo Ábalos sale mal parado, ya que el Supremo ha terminado pidiendo el suplicatorio al Parlamento para investigarle por organización criminal, cohecho, tráfico de influencias y malversación. Pero de momento el PSOE tiene encapsulado el asunto, que ha logrado presentar ante la opinión pública como una trama de cuatro pilletes que sacaban tajada del Ministerio de Transportes sin que se puedan probar comisiones y mordidas para la financiación de Ferraz y altos cargos socialistas.
El infierno de juicios y casos que había augurado el PP no ha sido tal y Sánchez finalmente no caerá presa de su propia pesadilla antes de Navidad. En ese enjambre de asuntos con más ruido que nueces, otro que parece ver la luz al final del túnel es el fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, a quien le han abierto una investigación por la supuesta filtración de datos fiscales de Alberto González Amador, novio de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Otro caso surrealista del que Feijóo ha tratado de sacar tajada, como voraz campaña mediática, pero que también puede terminar en papel mojado o agua de borrajas.
En las últimas horas, la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil ha hallado “cero mensajes” en el teléfono móvil del máximo responsable de la Fiscalía entre el 8 y el 14 de marzo, período en el que se filtró presuntamente información de la investigación por fraude del novio de Isabel Díaz Ayuso, informa Efe. Los investigadores han enviado al juez del Tribunal Supremo Ángel Hurtado su informe sobre el material analizado tras el registro al despacho del fiscal general del Estado, practicado el pasado 30 de octubre, en el marco de la investigación por presunta revelación de secretos.
Hurtado, que ha levantado este jueves el secreto de sumario sobre este informe, investiga si García Ortiz o la fiscal jefe provincial de Madrid, Pilar Rodríguez, filtraron a la prensa el correo en el que la defensa del empresario Alberto González Amador admitió un fraude a Hacienda ante el fiscal que le investiga para tratar de llegar a un acuerdo. Pues bien, la UCO asegura en su informe que en el período que el juez ordenó analizar los dispositivos del fiscal general no se ha encontrado ningún mensaje en aplicaciones de mensajería instantánea. O dicho de otra manera: no hay indicios de que fuera él quien filtró a la prensa la información sobre la pareja de Ayuso, al menos no por WhatsApp.
Al mismo tiempo, en el ordenador del fiscal general los agentes han localizado dos archivos que contienen una copia de los correos recibidos por García Ortiz desde una cuenta corporativa de la Fiscalía, fechados la noche del 13 de marzo, a las 23.45 horas, con el asunto “Denuncia Maxwell Cremona”. Se observa, dice la UCO, la cadena de correos entre el abogado de Amador –investigado en un juzgado de Madrid por defraudar supuestamente 350.961 euros entre 2020 y 2021– y el fiscal que le investiga, así como el reenvío de ese mensaje a la Fiscalía de Madrid ese mismo día 13.
En esos correos, el letrado intentaba alcanzar un pacto con el fiscal por el que asumía íntegramente la comisión de dos delitos tributarios por parte de su cliente y proponía aceptar ocho meses de cárcel y pagar una multa. Los correos que recibió el fiscal general incluían, añade la Guardia Civil, la denuncia por dos delitos contra Hacienda cometidos presuntamente por la empresa que administra González Amador. La cuenta de Álvaro García Ortiz registró también 45 correos “sin interés para la investigación entre el 8 y el 14 de marzo”. El polémico correo que investiga el Supremo fue publicado por la prensa en la mañana del 14 de marzo, si bien algunos medios de comunicación como la Cadena Ser ya hacían referencia a él en sus informaciones de la noche anterior.
Todo lo cual nos lleva a pensar que le va a resultar complicado a la caverna judicial al servicio del PP probar que el fiscal general fue el filtrador de la trama. Y menos aún cuando ya ha trascendido que al menos medio centenar de personas manejaban esa información sobre los supuestos fraudes del maridísimo al mismo tiempo que Ortiz (algunas fuentes hablan de hasta 500 posibles receptores del polémico mail que ha desatado la furia de Ayuso). Tampoco hay rastro de comunicaciones entre Fiscalía y Moncloa, de modo que Sánchez también va a salir airoso de este affaire, ya que no va a poder probarse que la filtración partió de Presidencia.
El Partido Popular ha tratado de convertir al fiscal general en el malo de esta película cuando aquí, de haberlo, solo hay un malvado: el que no cumple con sus obligaciones fiscales con Hacienda como hacen todos los españoles honrados. La enésima operación o montaje para convertir al cazador en cazado, al funcionario diligente en el mafioso de turno, mientras el presunto evasor se va de rositas, va camino de desinflarse. Dice La Sexta que solo habría una forma de saber si Ortiz borró los mensajes de wasap: enviando una comisión rogatoria a la empresa de mensajería radicada en Estados Unidos para reflotar esa información del teléfono móvil, en el caso de que la compañía decida colaborar con la Justicia, algo bastante improbable por la mala publicidad que esto supondría para los millones de clientes que hoy por hoy confían en la confidencialidad de las comunicaciones mediante este sistema telemático. Claro que, si finalmente el novio de Ayuso no consigue empapelar al fiscal, siempre le quedará la bala de la querella contra Xabier Fortes, el magnífico periodista de TVE a quien le puso una querella por informar sobre sus supuestos fraudes fiscales. Por lo visto aquí se trata de disparar contra todo aquel que hable mal del enamorado de la presidenta y contra todo aquel que haga bien su trabajo a la hora de perseguir la corrupción. Pero cuidado, que el tiro puede salirle por la culata a Feijóo.