En la madrugada del miércoles, tras dos días de intensas negociaciones en Bruselas, los ministros de Pesca de la Unión Europea alcanzaron un acuerdo histórico que redefine las reglas del juego para la pesca de arrastre en el Mediterráneo. En un esfuerzo por equilibrar la sostenibilidad medioambiental con la supervivencia del sector, el pacto contempla un recorte inicial de los días de pesca anuales a 27. Sin embargo, se introducen mecanismos de compensación que podrían permitir alcanzar los 130 días si se cumplen exigentes medidas de sostenibilidad.
Luis Planas, ministro de Agricultura y Pesca de España, calificó el acuerdo como un “buen resultado” pese a las tensiones y la oposición inicial de España a las propuestas de la Comisión Europea. “Estas han sido las negociaciones más difíciles en mis siete años como ministro. Hemos logrado reducir el impacto de una propuesta que era inaceptable”, afirmó.
Recortes drásticos y soluciones creativas
El plan inicial de Bruselas era drástico: reducir un 79% los días de pesca de arrastre en aguas mediterráneas, lo que habría dejado a las flotas con apenas 27 jornadas de trabajo al año. Para los pescadores españoles, esta medida habría significado un golpe mortal para las 17.000 familias que dependen del sector. Tras una feroz oposición liderada por España, Francia e Italia, se acordó un sistema de compensaciones que podría incrementar los días de pesca hasta los niveles actuales, siempre y cuando se implementen medidas de sostenibilidad.
Entre las medidas destacan:
- Uso de redes de malla más selectiva: Las embarcaciones que utilicen mallas de 15 milímetros podrán aumentar su cupo de días en un 50%.
- Zonas vedadas temporalmente: El cierre de ciertas áreas marinas al esfuerzo pesquero podría permitir ampliar las jornadas de faena.
- Tecnología innovadora: La adaptación de artes de pesca más respetuosas con el medio ambiente será clave para acumular días adicionales.
Estas medidas se financiarán a través delFondo Europeo Marítimo, de Pesca y Acuicultura Fondo Europeo Marítimo, de Pesca y Acuicultura, según explicó el comisario europeo de Pesca, Costas Kadis. El objetivo es minimizar el impacto socioeconómico mientras se garantiza la sostenibilidad de las poblaciones de peces.
Tensiones en Bruselas
El proceso negociador estuvo marcado por profundas divisiones. España y sus aliados mediterráneos calificaron la propuesta inicial como “raídica y desenfocada”. Incluso sectores medioambientalistas como Oceana, normalmente críticos con la pesca de arrastre, se sumaron al reclamo por una transición justa.
La presidencia húngara del Consejo de la UE, en un intento por desbloquear la situación, propuso un acuerdo de mínimos que asegurase “un denominador común aceptable”. Finalmente, el consenso alcanzado establece un marco flexible que equilibra los intereses socioeconómicos con los medioambientales.
“Hemos hecho todo lo posible para garantizar el mejor equilibrio entre consideraciones sociales, económicas y medioambientales”, declaró Kadis al anunciar el acuerdo. Destacó que este modelo permitirá mantener “prácticamente los mismos días de pesca que este año, pero de manera más sostenible”.
Críticas del sector pesquero
A pesar de los esfuerzos por paliar el impacto, el sector pesquero español mantiene su escepticismo. Javier Garat, secretario de Cepesca, señaló que el acuerdo representa “un nuevo giro de tuerca” para una industria ya al límite. “El esfuerzo adicional exigido, como el cambio de mallas, tendrá consecuencias económicas y sociales que no todos podrán asumir”, advirtió.
Además, las posibilidades de pesca para especies clave como la gamba roja también se reducirán en un 10%, lo que agrava la situación para muchas flotas.
Perspectivas para el futuro
El acuerdo también establece límites para otras regiones, como el Atlántico y el Mar del Norte, donde se han fijado 16 totales admisibles de capturas en niveles sostenibles. Sin embargo, el foco principal sigue siendo el Mediterráneo, donde la mortalidad por pesca sigue siendo excesiva.
Para España, la prioridad es asegurar que las flotas puedan adaptarse a las nuevas exigencias sin colapsar. Planas ha instado a la Comisión a destinar más fondos comunitarios para apoyar esta transición.
Por su parte, las organizaciones medioambientales insisten en que estas medidas son indispensables para garantizar la recuperación de las poblaciones de peces y preservar el ecosistema marino. No obstante, reconocen que el reto es lograr una implementación justa que no deje a miles de familias sin sustento.
Los pescadores podrán mantener una actividad similar a la de 2024 si cumplen las medidas exigidas, el camino hacia una pesca más sostenible no estará exento de desafíos.