A pocos meses de las elecciones presidenciales en EE.UU. y en caso de que Kamala Harris, finalmente, llegue a la Casa Blanca, todo indica que continuará la senda de Joe Biden. Si bien, éste se ha caraterizado por un historial climático marcado por la aprobación de la legislación más importante de la historia con la Ley de Reducción de la Inflación de 2022, que incluía cientos de miles de millones de dólares en subvenciones y ventajas fiscales para proyectos de energías renovables y el impulso del empleo verde, con toda probabilidad la ambición climática de Harris irá más allá.
Basta recordar que fue ella quien acompañó al presidente como representante en la COP28 de Dubai, la última Conferencia de las Partes sobre Cambio Climático de Naciones Unidas. Antes en 2021, Biden ya había adoptado el Acuerdo de París, rechazado por Trump y sus teorías negacionistas. En esa Cumbre del Clima, Harris llegó a afirmar que el mundo debería "hacer más", anticipando de alguna manera su perspectiva sobre la emergencia climática que vive el planeta.
Cierto es que a la administración Biden no le han faltado críticas por parte del activismo climático por ese liderazgo en producción de petróleo y exportación de gas natural licuado (GNL). Aún así, la esperanza en Kamala Harris se multiplica por momentos y todos los ojos están puesto en las políticas que desarrolle si gana la carrera electoral al trumpismo. Y es que el cambio climático es una de las cuestiones que, cada día, preocupa a más estadounidenses.
Para conocer el currículo ambiental de Harris habría que remontarse a las elecciones de 2019 y a sus años como fiscal general de California entre 2011 y 2017. Por aquel entonces, no le tembló la mano para investigar a ExxonMobil por mentir a la ciudadanía sobre el cambio climático. Asimismo, no tuvo reparos en procesar a Plains All-American Pipeline por verter petróleo frente a la costa de Californía en 2015. Y, además, consiguió que el Estado obtuviera un acuerdo de 86 millones de dólares (79 millones de euros) de la empresa Volkswagen por supuestas trampas en las pruebas de emisiones de diésel.
Entre los años 2004 y 2011, siendo fiscal del distrito de San Francisco, Harris creó la primera Unidad de Justicia Medioambiental de EE.UU para la lucha contra delitos medioambientales, como el vertido de residuos peligrosos. Entonces afirmó que "los delitos contra el medio ambiente son delitos contra las comunidades, contra personas a menudo pobres y privadas de derechos".
Esta trayectoria hace pensar que Harris podría ser más dura que Biden con la industria de los combustibles fósiles. Ya en ese intento de alcanzar la presidencia en 2019 abogaba por una tasa de contaminación climática para que quienes contaminan paguen por la emisión de gases de efecto invernadero.
También la fractura hidráulica o las perforaciones en alta mar son otros asuntos a los que se ha opuesto en todos estos años, sin olvidar que siendo senadora, en 2019, apoyó al Green New Deal. Este plan para una economía verde, proponía la transición al 100% de energía limpia en 10 años. Hoy día, los ecologistas continúan creyendo en este programa para una transición justa.