Lo que era su zona inundada permanente, y la más grande, la laguna de Santa Olalla, se ha secado completamente. A pesar de ser una laguna que se alimenta por las aguas subterráneas, nunca antes se había secado dos años consecutivos 2022-2023, según ha comunicado la Estación Biológica de Doñana.
Para Greenpeace, esto pone en evidencia "el deplorable estado de conservación en que se encuentra el humedal más protegido del país, fruto de la sobreexplotación y mala gestión del agua que se hace fuera de los márgenes del espacio natural protegido".
Tal y como ha alertado la organización en numerosas ocasiones, "estamos ante la crónica de la muerte anunciada de uno de los humedales más importantes del mundo. Al igual que lo sucedido en el Parque Nacional de la Tablas de Daimiel, en Ciudad Real, el Parque Nacional de Doñana sigue la misma trayectoria e historial hacia su desecación y desaparición".
El despropósito
El crecimiento y transformación de miles de hectáreas en regadíos intensivos, unido a las extracciones masivas e ilegales de agua subterránea o la modificación de canales y cauces hacia el espacio protegido han llevado a Doñana a una lenta agonía. "Y Doñana sólo es la punta del iceberg de un problema que afecta a muchos otros lugares del Estado".
Sin diálogo
A pesar de los intentos y conversaciones entre el sector agrario y las organizaciones sociales y ecologistas a lo largo de los años para regular y garantizar la convivencia entre actividades productivas y la conservación del humedal, la situación es crítica. Desde que empezara el boom de la agricultura intensiva alrededor del espacio protegido, especialmente en el sector de los frutos rojos, y a pesar del largo proceso de diálogo que supuso el Plan de la Corona Norte de Doñana, la superficie de regadíos no ha dejado de crecer en su entorno; muchos de ellos de forma ilegal. Y lejos de atajar el problema, la administración andaluza está a punto de permitir la legalización de cerca de 2.000 hectáreas de regadíos que no tienen derechos para usar el agua del acuífero.
“Doñana sufre varios problemas para garantizar su supervivencia, y no solo es la sequía. Desgraciadamente, y a día de hoy, el más grave de ellos son las decisiones políticas. Así, el Parque Nacional está en vilo y a la espera de la aprobación, por parte del Gobierno andaluz, de una nueva ley que legalice miles de nuevas hectáreas de regadíos, lo que supondrá la desaparición total de este enclave de biodiversidad y vida”, ha declarado Julio Barea responsable de la campaña de aguas de Greenpeace.
Último estudio de la Estación Biológica de Doñana-CSIC
Los científicos y los colectivos ecologistas no han dejado de mostrar su preocupación desde hace años por lo que está sucediendo en Doñana. De hecho el último estudio presentado por la Estación Biológica de Doñana – CSIC muestra que casi el 60% de las lagunas que existían en los años 80 han desaparecido actualmente. El informe señala cómo las sequías, cada vez más recurrentes y severas como consecuencia del cambio climático, sumado a la sobreexplotación de los recursos hídricos subterráneos, están haciendo desaparecer esta joya de la biodiversidad.
Este pasado mes de julio, Greenpeace y la actriz Alba Flores visitaron Doñana y pudieron comprobar "el grave deterioro del humedal, donde el bajo nivel en sus lagunas dejaba ya en evidencia las graves consecuencias de las excesivas extracciones de agua masivas, fruto de la agricultura de regadío intensivo e industrial desarrollado al amparo del beneplácito de las administraciones responsables".
Greenpeace se suma así a las diferentes actuaciones que está desarrollando junto a las demás organizaciones que forman parte de la Plataforma Salvemos Doñana que, también a principios del mes pasado, acudía a Bruselas para entregar al comisario europeo de medioambiente, Virginijus Sinkevičius, 260.000 firmas contra la proposición de Ley impulsada por el Partido Popular y Vox en Andalucía.