La DANA que barrió el 29 de octubre parte de la provincia de Valencia ha tenido consecuencias dramáticas: 220 personas fallecidas, ocho desaparecidas, incalculables daños económicos y un trauma social que durará décadas. A esto hay que añadir el impacto devastador sobre el Parque Natural de l’Albufera de Valencia, que ha alcanzado un nivel de inundación sin precedentes. El informe de evaluación realizado por el Servicio de Devesa-Albufera del Ayuntamiento de Valencia apunta a un aumento de casi un metro del nivel del agua con la entrada de un 50%-70% más de la que recibe el sistema en un año y cifra en cerca de 10 millones de euros el coste de limpieza y regeneración.
“El impacto de la DANA sobre el Parque Natural de l’Albufera ha sido catastrófico. Es dramático ver en directo cómo un espacio de tanto valor paisajístico, cultural y económico y de tanta belleza ha quedado convertido en un vertedero tóxico.Pero esperamos y confiamos en que sea algo temporal, por lo que demandamos medidas urgentes para devolver a este espacio una buena salud ambiental, no sólo por su alto valor ambiental, sino por la necesidad de sostener un modelo agrícolaque forma parte de la historia, el paisaje y el patrimonio cultural de todos los valencianos y valencianas”, ha declarado Eva Saldaña, directora ejecutiva de Greenpeace España.
Las aguas procedentes de la escorrentía de barrancos, canales, calles y polígonos han anegado el espacio natural con todo tipo de residuos sólidos (mobiliario, vehículos, enseres personales, electrodomésticos, plásticos, basura, etc.), así como grandes cantidades de restos vegetales que quedan atrapados en el humedal.
El agua, al discurrir por todo tipo de entornos urbanos, arrastró también contaminantes procedentes de zonas industriales, químicos, combustibles, aceites, pinturas, etc., así como aguas fecales del alcantarillado y estaciones depuradoras que han quedado desbordadas y que pueden afectar gravemente a la calidad del agua. El agua ha retirado también la capa más superficial de los suelos agrícolas, arrastrando pesticidas y fertilizantes.
Greenpeace alerta de que estos residuos ponen en peligro todo el ecosistema y pueden afectar gravemente a la biodiversidad de este espacio de alto valor ecológico. También ponen en riesgo la actividad agrícola, entre la que destaca la gran superficie dedicada al cultivo de arroz, vital para la actividad económica dentro del espacio, fundamental para la biodiversidad y seña de identidad de este Parque Natural.
La gran cantidad de sedimentos arrastrados también ha alterado la estructura y morfología del humedal, creando islotes y zonas de acumulación de lodos y residuos y alterando los márgenes. Es urgente que se acometan las labores de limpieza de residuos contempladas en el plan de choque, con la dotación de los recursos necesarios, para extraer el máximo posible de residuos sólidos en todas las zonas para no agravar su impacto sobre el ecosistema y poder acelerar las medidas de recuperación.
Ante la cantidad de contaminantes disueltos en el agua y lodos, se deben realizar evaluaciones y monitorizaciones constantes de la calidad del agua y de los suelos y vigilar posibles episodios de afección directa a la fauna como mortandades debido a la presencia de tóxicos o la disminución del oxígeno del agua por la descomposición de los restos vegetales.
Para una correcta gestión de este espacio protegido, Greenpeace recuerda a los responsables públicos que "el Plan de Ordenación de Recursos Naturales (PORN) de la cuenca hidrográfica de l’Albufera (1), aprobado por la Generalitat Valenciana en 1995, establecía normas, directrices y recomendaciones para la gestión de toda la cuenca hidrográfica. Este plan, ignorado durante numerosas legislaturas, pretendía, entre otras cosas, la correcta gestión de cauces y el deslinde del dominio público hidráulico, así como la restauración de la cubierta vegetal en toda la cuenca que alimenta el humedal, incluido el canal del Xúquer. En este sentido, el PORN pedía la puesta en marcha de acciones contempladas en el proyecto “Corrección Hidrológico-Forestal de la cuenca Hidrográfica de l’Albufera” aprobado en 1982".
Ante la emergencia climática, es vital recuperar y preservar ecosistemas fundamentales como los humedales, que, por su alto valor ecológico, protegen frente a las inundaciones, ya que actúan como esponjas absorbiendo agua y mitigando así el avance de la crecida y su impacto en las poblaciones circundantes y protegen la costa de la erosión. Proteger y conservar humedales como la Albufera de Valencia, así como los entornos de ríos a lo largo de todo su cauce y las masas forestales asociadas, debe ser prioritario.
“El deterioro de los ecosistemas y de la biodiversidad, víctimas y a la vez solución de esta crisis, también está detrás de lo que está ocurriendo. Restaurar la naturaleza es clave para protegernos frente a eventos meteorológicos extremos a la vez que una oportunidad transformadora para contar con unos entornos resilientes y sanos para la biodiversidad y las personas”, concluye Elvira Jiménez, responsable de la campaña de adaptación EMEs de Greenpeace.