La reacción de Geoalcali y del Gobierno de Navarra ha sido la de tratar de encajar el golpe, apretar los dientes y, como si nada importante hubiera ocurrido, volver a mostrar su voluntad para buscar nuevos inversores. Sin embargo, bien saben que esta búsqueda resultará mucho más complicada. 14 años de tramitación de Mina Muga, supuestamente “guiada por los más altos estándares de exigencia ambiental, avalada por informes técnicos de los órganos competentes” según Geoalcali, parece que no han sido suficientes para convencer a los grupos inversores a participar en su proyecto.
Para Ecologistas en Acción se trata de "un proyecto corroído y quemado por una montaña de inseguridades jurídicas, políticas y económicas, al igual que ocurre con la potasa cuando no se manipula con precaución. Y esto y la auditoría económica que han realizado, ha bastado al grupo inversor para retirarse. Y seguramente hará cuestionar a aquellos nuevos que puedan aparecer".
Primero, el Tribunal Superior de Justicia de Navarra anuló uno de los tres permisos de explotación. La sentencia fue implacable al dictaminar que el proyecto debería haber recibido una autorización única del Estado y no múltiples. A pesar de las advertencias de las organizaciones sociales y ecologistas, las Administraciones de Navarra, Aragón y Gobierno de España decidieron fraccionarlo, siendo contrario a Derecho. ¿Por qué lo hicieron? ¿Qué o quiénes influyeron para que se tomase esa decisión? Son preguntas que siguen en el aire. Pero no acaba ahí todo. La misma sentencia señala que la Declaración de Impacto Ambiental deja aspectos sin evaluar de gran importancia como los riesgos geológicos y sísmicos o la seguridad de los trabajadores, dando la razón al movimiento popular. "Y así la propia Geoalcali, por hacer un proyecto con graves carencias, es la que se ha enredado en una maraña judicial en la que quedan pendientes nuevas sentencias en tribunales, resolución de recursos por las concesiones de agua por parte de la CHE, evaluaciones, licencias, autorizaciones, residuos, … Esto espanta a quien busca beneficios y seguridad jurídica; y aún más importante, esto escandaliza a quienes defienden el territorio, ante tanto actuar obsceno para apropiarse del bien común", explican desde la organización ecologista.
La sombra del presunto tráfico de influencias
Mina Muga se encuentra bajo sospecha "al aparecer en investigaciones policiales donde se cruzan indicios y relaciones turbias entre empresas (Geoalcali, Servinabar, Acciona), representantes institucionales y figuras intermediarias pertenecientes a partidos políticos. La sombra del tráfico de influencias, favoritismos administrativos, captación de voluntades… planea sobre el proyecto. A decir verdad, no estamos hablando de unas prácticas que sean ajenas a los grandes grupos inversores. Es un terreno cuyos hilos bien conocen. Pero lo que sí puede alarmarles es que todos estos hechos se conozcan, se investiguen y puedan llegar a salpicarles. Por ello, es muy importante que el Parlamento navarro incluya el expediente de Mina Muga en la Comisión de Investigación sobre autorizaciones públicas. La existencia de acciones corruptas cuestiona la idoneidad y el quehacer reprobable de las empresas implicadas", recuerdan desde Ecologistas en Acción.
La organización plantea un tercer elemento a señalar en este clima de desconfianza generalizada hacia el proyecto de Mina Muga que tendría que ver "con los propios modos de hacer de Geoalcali. El cuento de la lechera que ha ido utilizando durante todos estos años para captar apoyos sociales y económicos va agotándose. Cada vez es menos creíble quien ha anunciado en repetidas ocasiones el inicio de las obras de construcción, la primera para el 2016, y éstas no se han producido. Cada vez es menos fiable quien sigue ofertando proyectos de explotación (Mina Muga, El Perdón) sin actividad. Cada vez hay más dudas sobre los anuncios de la empresa en cuanto al volumen de producción de potasa: expertos en geología cuestionan los datos que se manejan, sin olvidar que empresas como Potasas de Navarra y Potasas de Subiza decidieron no excavar en Javier en la década de 1990 porque no era rentable, por falta de mineral suficiente".
Consideran, asimismo, que "la estrategia vendehumos de Geoalcali sólo ha servido hasta la fecha para la especulación bursátil. Quienes anunciaban cientos de puestos de trabajo y riqueza para la zona no esperaron a verlo y disfrutarlo. Prefirieron vender sus acciones, eso sí, convenientemente infladas a golpe de anuncios, apoyos institucionales y promesas incumplidas. Ellos mismos se han encargado de negarle solvencia y credibilidad a Mina Muga".
Al tiempo, califican el proyecto de Mina Muga como "un monumento a la sinrazón, a la especulación, al peligro y la inseguridad de quienes viven en la zona, a la contaminación, a la destrucción del territorio y suelo fértil, a la mentira, al engaño, a la manipulación, a la presión a quien se resiste, al favoritismo administrativo. Los fondos de inversión parecen verlo cada vez más claro".
Por todo ello, creen que "es hora de que el Gobierno de Navarra y el resto de administraciones dejen de alimentar un proyecto insostenible que no responde al interés público".