Hace un año, las costas gallegas sufrieron un desastre ambiental de gran magnitud. El carguero Toconao derramó 26 toneladas de pélets plásticos, pequeños gránulos que formaron una marea blanca en el litoral gallego y cántabro. Este incidente no sólo dañó gravemente el ecosistema marino, sino que también puso en riesgo al sector pesquero y marisquero, al afectar la biodiversidad y los recursos marítimos.
El vertido evidenció la necesidad urgente de reforzar las medidas de prevención para evitar futuros desastres de este tipo. Un año después, mientras la contaminación persiste en zonas como Tarragona de forma crónica, Ecologistas en Acción, Low Impact Fishers of Europe – LIFE, Mulleres Salgadas, Surfrider España, Good Karma Projects, Noia Limpa y The Pew Charitable Trusts instan a adoptar normativas más ambiciosas para prevenir futuros accidentes..
Aunque las organizaciones pesqueras, marisqueras y ecologistas celebran los recientes avances en la regulación europea para prevenir la pérdida de pélets plásticos, también advierten de que la normativa actual presenta importantes carencias. El transporte marítimo, protagonista en incidentes como el del Toconao, podría quedar fuera de su alcance. “Esto sería un error crucial, ya que reforzar la seguridad en el transporte, con embalajes más resistentes y medidas de estibado adecuadas, es esencial para evitar futuros vertidos al mar”, afirman.
Además, la contaminación crónica en zonas industriales que constituyen gran parte de las pérdidas de estas partículas plásticas anuales, como la que ocurre en Tarragona, evidencia la falta de controles efectivos. Como consecuencia,miles de pélets plásticos terminan anualmente en el Mediterráneo, afectando gravemente a la fauna marina y a las comunidades costeras. “Para abordar este problema, es imprescindible que todas las empresas e instalaciones que manipulan estos materiales implementen planes obligatorios de prevención, contención y limpieza ante posibles fugas”, añaden.
En sus demandas, también se incluye la creación de un sistema de certificación independiente que supervise el cumplimiento de estas medidas. “Sin auditorías rigurosas y un protocolo claro de notificación y restauración en caso de incidentes, la responsabilidad por los daños queda en un limbo que perjudica tanto a los ecosistemas como a las comunidades humanas que dependen de un mar saludable”, explican.
Las organizaciones insisten en que la situación actual exige actuaciones más decididas: “Tanto en Galicia como en el Mediterráneo, los vertidos de pélets plásticos amenazan la biodiversidad, las cadenas alimenticias y los modos de vida tradicionales de los pescadores y comunidades costeras. No podemos permitir que estos materiales sigan escapando al mar”.
Por todo ello, hacen un llamamiento a las autoridades para que refuercen las medidas de prevención y seguridad, y establezcan controles estrictos que garanticen un entorno más seguro para los océanos. “Un año después del desastre del Toconao, proteger el futuro de nuestras costas y mares debe ser una prioridad inaplazable”, concluyen.