Europa contraataca: Trump empuja a sus científicos al exilio y España quiere acogerlos

Diez países de la UE piden un plan urgente para atraer a investigadores que huyen del caos científico en EE. UU. por los recortes, la censura y la ideología extrema del Gobierno de Trump

28 de Marzo de 2025
Actualizado el 31 de marzo
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Protesta de científicos tras los recortes anunciados por Donald Trump en Nueva York
Protesta de científicos tras los recortes anunciados por Donald Trump en Nueva York

Mientras la administración estadounidense ejecuta recortes brutales en ciencia, expulsa a investigadores incómodos y amenaza la libertad académica, una decena de países europeos —entre ellos España— se movilizan para abrir los brazos a esa inteligencia exiliada.

Ministros de Ciencia de diez países de la Unión Europea han firmado una carta enviada a la Comisión Europea en la que reclaman un plan urgente para captar a los científicos que ya están empezando a marcharse de Estados Unidos. El documento, que evita mencionar directamente a Donald Trump, denuncia interferencias ideológicas, censura política y recortes salvajes que están desmantelando el ecosistema científico del país más poderoso del mundo.

Trump convierte la ciencia en objetivo político

Desde que comenzó su mandato en enero, Trump ha dinamitado buena parte del tejido científico público estadounidense. Miles de despidos, congelación de fondos, cancelación de proyectos “ideológicamente incompatibles” —como los relacionados con el cambio climático o la vacunación— y amenazas directas a universidades críticas con sus políticas, como Columbia, son solo algunos de los síntomas del ataque sistemático a la ciencia.

Europa huele a oportunidad donde el fascismo de Trump deja un páramo

No se trata solo de números. Científicos con décadas de experiencia denuncian miedo, autocensura y un ambiente asfixiante. “Tengo miedo al fascismo”, confesaba a El País un investigador jefe en una prestigiosa universidad de la costa este, que busca empleo en Europa bajo un nombre falso para proteger a su familia. “Mi esposa es de origen chino, y temo que vayamos a ser señalados”.

España y Europa lanzan una ofensiva diplomática

La respuesta europea ha sido clara: hay que actuar ya. Francia, Alemania, España, Austria, Finlandia y otros países proponen reforzar los programas de atracción de talento como las becas Marie Skłodowska-Curie o el programa Atrae, creado en España en 2023. La idea es crear fondos específicos y simplificar los trámites migratorios para que los científicos expulsados por Trump encuentren refugio inmediato en el continente.

El objetivo no es solo aprovechar la fuga de cerebros, sino también enviar un mensaje político: Europa defiende la libertad académica. “La libertad de investigación y expresión son pilares fundamentales de la identidad europea”, afirma la carta enviada a la comisaria de Investigación de la UE, Ekaterina Zaharieva.

Historias de cientificos en el exilio

España ya está recogiendo los primeros frutos de esta estrategia. El programa Atrae, dotado con 30 millones de euros anuales, ha permitido que investigadoras como la astrofísica Noemí Pinilla —que trabajaba en Florida— o la hidróloga Audrey Sawyer —procedente de Ohio— hayan trasladado sus proyectos a centros españoles, como la Universidad de Oviedo o la Politécnica de Cataluña.

En las últimas semanas, centros de referencia como el Centro de Regulación Genómica de Barcelona o el Instituto de Investigación Biomédica (IRB) han recibido decenas de solicitudes de científicos que quieren abandonar EE. UU. “Estamos viendo muchas más peticiones de lo habitual, algunas de ellas de personas muy potentes”, confirma Francesc Posas, director del IRB.

Una comunidad científica acorralada por el trumpismo

El miedo se ha extendido en universidades e instituciones científicas norteamericanas. El bioinformático Adam Siepel, líder de grupo en el prestigioso laboratorio Cold Spring Harbor, reconoce que está buscando alternativas en Europa: “Tenemos miedo de decir cualquier cosa que pueda hacernos blanco de represalias. Pero el mundo debe saber lo que está ocurriendo”.

Los recortes a los Institutos Nacionales de Salud (NIH), la mayor agencia pública de investigación del mundo, ya están teniendo consecuencias: “La financiación de costes indirectos ha caído del 60% al 15%”, explica otro científico. “Las universidades pierden dinero por hacer ciencia básica. Algunas ya han paralizado la entrada de nuevos alumnos. Es el principio del fin”.

Protesta de científicos tras los recortes anunciados por Donald Trump en Nueva York
Protesta de científicos tras los recortes anunciados por Donald Trump en Nueva York

Un ataque deliberado al conocimiento

El patrón es claro. La administración Trump ha convertido a los científicos en enemigos políticos. Desde el cuestionamiento de la evolución y el cambio climático hasta la censura de estudios sobre población trans o derechos reproductivos, la ciencia se ve sometida a la ideología más reaccionaria. Universidades como Columbia han sido castigadas con la amenaza de perder cientos de millones de dólares si no ceden a las exigencias del gobierno.

“Los fascistas odian a las personas con educación”, resume con crudeza uno de los científicos entrevistados. “Están intentando destruir el sistema educativo. Lo que vemos ahora con Trump es lo mismo que ocurrió con el nazismo en los años 30”.

Para Europa, este éxodo no es solo una oportunidad académica, sino una apuesta estratégica. Atraer talento científico significa reforzar sectores clave como la biomedicina, la inteligencia artificial o la lucha contra el cambio climático. Pero no basta con abrir la puerta: hay que invertir.

Luis Serrano, director del Centro de Regulación Genómica, lo resume así: “Con 200 millones de euros podemos traer a unos 30 científicos de primer nivel. Solo falta voluntad política”. Y lanza una advertencia: “La última vez que vivimos algo parecido fue tras la caída del Muro de Berlín. Entonces, los científicos huyeron hacia EE. UU. Esta vez, puede ser al revés”.

La UE se mueve: más fondos, visados y una cumbre urgente

Los diez países firmantes piden a Bruselas una cumbre de alto nivel para coordinar esfuerzos y establecer una estrategia conjunta. Además de duplicar fondos para atraer investigadores, reclaman medidas urgentes para facilitar los visados y eliminar trabas burocráticas que frustran el proceso. Casos como el de la física teórica Giily Elor, que ha recibido ayudas pero no puede venir por problemas administrativos, evidencian la necesidad de actuar con rapidez.

Protesta de científicos tras los recortes anunciados por Donald Trump en Nueva York
Protesta de científicos tras los recortes anunciados por Donald Trump en Nueva York

La Comisión Europea ya trabaja en una propuesta para reforzar su posición como refugio científico global. Porque el liderazgo de la ciencia mundial, advierten los expertos, puede cambiar de manos en cuestión de meses.

Trump se lo carga, Europa lo recupera

La comunidad científica internacional observa con horror cómo se desmorona la infraestructura de investigación más potente del planeta. Pero también empieza a mirar a Europa como una alternativa real, segura y estable. “La ciencia es internacional y móvil”, recuerda Adam Siepel. “Si Estados Unidos no está dispuesto a apoyarnos, nos iremos. Y puede que se sorprendan de lo rápido que lo perderán todo”.

En medio del caos que siembra Trump, Europa responde con algo tan simple como poderoso: libertad. Libertad para investigar, para disentir, para construir conocimiento sin miedo. Y eso, en tiempos oscuros, puede ser el mayor imán para las mentes más brillantes del mundo.

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