La pasada semana hablábamos de cinco mitos o bulos que las derechas suelen sacar a pasear cada cuatro años, en época de elecciones: el Falcon de Sánchez, los okupas que están por todas partes, los menas que nos invaden, las calles que se llenan de violadores y el famoso chiringuito socialista como fuente de todos los males del país. Como lo prometido es deuda, vamos hoy con otros cinco en esta segunda entrega.
El PSOE se ha rendido a ETA
Este mantra aparece, impepinable e indefectiblemente, en cada campaña electoral. Ya lo estamos viendo estos días previos a la cita del 28M. Nos hallamos ante unos comicios municipales y autonómicos donde los diferentes candidatos tendrían que estar proponiendo cosas para sus paisanos en cada pueblo y en cada ciudad. Sin embargo, por desgracia para la democracia, se están dedicando a desenterrar el fantasma de ETA, que está derrotada desde hace más de una década. Tanto Feijóo como Abascal exprimen a conciencia el tema etarra, lo cual no extraña. Ni uno ni otro tienen un programa realista y reformista para España, así que se aplican a la política de brocha gorda. Más sangrante si cabe es el caso de Vox, partido que ha sido pillado haciendo un vergonzoso copia y pega del supuesto programa electoral, un autoplagio en serie, el mismo para todos los municipios y regiones, de tal manera que acaban ofreciendo las mismas promesas al vecino de Torremolinos que al de Soria. Pedro Sánchez se lo afeó ayer mismo al líder de la oposición: “Cuando ETA no es nada, para ustedes ETA es todo porque en su desesperación, ETA, aunque no exista, es lo único que tienen”. Y tiene razón el premier en este caso. A populares y voxistas los sacan del terrorismo, que afortunadamente ya no es un problema para este país, y se pierden. No saben de qué hablar. El PSOE jamás se ha plegado a los terroristas, esa es una falacia y una bajeza que no por ser repetida mil veces se convertirá en verdad. Al contrario, los socialistas, que sufrieron tantas bajas o más que los populares a manos de los pistoleros, acabaron con el terrorismo con la negociación en una mano y la ley del Estado de derecho en la otra. ¿Qué hacía el PP entretanto? Intentaba boicotear el diálogo para el final de la violencia. Así de crudo.
El ecologismo es un invento de la izquierda
Los bulos climáticos de la derechona se propagan por la España vaciada, entre ganaderos y agricultores, como la pólvora. Como buenos ultraliberales que solo piensan en el poder del dinero (sobre todo de su dinero), PP y Vox son negacionistas del calentamiento global, o sea que no creen en las predicciones de la ciencia. De ahí que anden acusando a los ecologistas y partidos de izquierdas de ser unos alarmistas sin fundamento. A partir de ese momento, bombardean al personal con cualquier trola que se les ocurre. Si no llueve es porque el Gobierno fumiga desde el aire con sus siniestras avionetas y chemtrails. Si hay sequía es porque Sánchez odia el rural y paraliza los trasvases o porque se abren las compuertas de los pantanos deliberadamente, despilfarrándose el agua. Y si los cultivos se están arruinando es porque se los comen los conejos y los ciervos por culpa de los discursos ecologistas de la izquierda woke. El asunto de la falta de recursos hídricos que asola España debería abordarse desde la razón, la lógica y la sensatez, pero es más fácil acusar a Sánchez de querer arruinar la patria con sus políticas medioambientales. Con este discurso antiverde y depredador luego ocurre lo que ocurre allá donde gobiernan: que no dejan un vestigio de vida virgen, véase el Mar Menor y Doñana. Son como Atila, por donde pasan no crece la hierba.
La Guerra Civil fue culpa de los rojos
Este clásico del revisionismo histórico puesto en marcha por “los Moas” (la brunete de historiadores ultras dispuestos a cambiar el pasado para modificarlo a su antojo) suele caer siempre en época electoral. Cualquier cosa vale para no condenar el franquismo y para criticar las exhumaciones de Franco y José Antonio del Valle de los Caídos. Así, la Guerra Civil empezó en 1934, no en el 36, con la revuelta de los mineros asturianos; los soviéticos dirigían la Segunda República desde Moscú; y el dictador fue un gran hombre que trajo la paz y la prosperidad a este país (el capítulo del millón de muertos que costó el golpe de Estado del bando nacional se lo saltan siempre). Así las cosas, en cada mitin de PP o Vox suele darse una patada a la historia, entre los aplausos de las masas desmemoriadas y desinformadas, que eso siempre vende mucho y da mucho voto.
El Gobierno no sabe gestionar la economía
Este bulo les ha explotado en las narices a las derechas ibéricas a pocos días para las elecciones. El paro baja como nunca, el país crece a un buen ritmo y las previsiones de los organismos oficiales para el año que viene son también halagüeñas. Eso de que la derecha sabe de números mientras que los socialistas son todos unos manirrotos que tiran el dinero de los españoles en ayudas y prestaciones sociales es un gran mito que la realidad se ha encargado de desmontar. Tras cuatro años de Gobierno de coalición, se ha demostrado que se pueden llevar cabo políticas para las clases trabajadoras (renta básica vital, ERTE y subida del salario mínimo interprofesional, entre otras medidas), sin que España se vaya al garete, como pronostica el catastrofista Feijóo todo el rato.
La izquierda rompe España
Curiosamente, estos cuatro años de Gobierno de coalición han sido los más tranquilos desde que en 2012 empezara el procés de independencia en Cataluña. Si bien es cierto que la mesa de negociación queda pendiente para una próxima legislatura progresista (caso de que la haya), aquí lo único cierto es que España solo se rompe cuando gobierna el PP. Por algo será.