El crecimiento de la extrema derecha es normal

Lo sucedido ayer en el Congreso de los Diputados, con el Partido Popular votando en contra de la revalorización de las pensiones, es más gasolina para crecimiento de los ultras

23 de Enero de 2025
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Abascal Crecimiento Extrema Derecha
Santiago Abascal | Foto: Flickr Vox

Mucho se habla de las razones por las que la extrema derecha se va haciendo, poco a poco, con el poder en las democracias occidentales. Además de las cuestiones económicas, la razón principal es la incapacidad absoluta de los partidos políticos que tradicionalmente han gobernado para, sobre todo a partir de la crisis de 2008, resolver los problemas reales de la ciudadanía. Si a esto se une la guerra política, entonces es normal que la gente califique a la casta política como la culpable de sus problemas.

En España han gobernado tanto el centro izquierda como el centro derecha. Además, también ha tocado poder la extrema izquierda. Todos han fallado. En consecuencia, es normal que las personas miren hacia la opción que, además, les ofrece un mensaje populista que resuelve problemas complejos con soluciones sencillas, soluciones que, tal y como se ha demostrado, no son tales en el momento en que gobiernan.

Un ejemplo muy claro de esta situación es lo sucedido ayer en el Congreso de los Diputados. El Partido Popular, junto a Vox y Junts, votó en contra de la validación de un decreto del gobierno que incluía, entre otras cosas, la revalorización de las pensiones, la renovación de las ayudas para el transporte público y distintas ayudas para las afectados de la DANA.

La ciudadanía, sobre todo los pensionistas, han visto cómo las estrategias y los intereses políticos se han impuesto sobre las cuestiones vitales para la ciudadanía. El tacticismo del Partido Popular, lo mismo que sucedió con otros partidos del centro derecha, es el que abre las esclusas para que los votantes acudan a los brazos de Santiago Abascal. Lo mismo sucede con los votantes de centro izquierda, que ven cómo las promesas se diluyen y las medidas del actual gobierno sólo están generando más pobreza o empleos más precarios. Lo mismo sucedió cuando gobernó el PP que, en medio de una crisis económica, no se le ocurrió otra cosa que, por cuestiones de teoría económica, recortar el gasto social cuando más falta hacía.

PSOE y PP son lo mismo, cada cual con sus matices, y su inmundicia la pagan los ciudadanos. Por eso es normal que se produzca una reacción y que, incluso, se cuestione la propia viabilidad del sistema democrático porque ese sistema les está fallando.

Los dos partidos tradicionales han demostrado durante décadas su incapacidad para abordar las preocupaciones y las necesidades reales de los ciudadanos. En un momento como el actual, con varias crisis concatenadas sin que la primera se hubiera superado, es el momento de la llegada de los salvadores, de los populismos. Ante el currículum tanto del PSOE como del PP, los ciudadanos miran hacia quienes no han gobernado y que, además, les ofrecen soluciones para todo. Los socialistas y los populares han perdido el contacto con las preocupaciones y necesidades de sus votantes, especialmente aquellos que se sienten marginados o desfavorecidos. Esta desconexión ha creado un vacío que la extrema derecha ha sabido aprovechar al ofrecer soluciones simples y populistas a problemas muy complejos.

Por otro lado, tanto el PSOE como el PP no han sabido resolver de manera efectiva los desafíos reales derivados de la crisis económica y los cambios sociales. Esta incapacidad ha alimentado el descontento y la búsqueda de alternativas más radicales.

En un escenario de este tipo, cuando los líderes de los dos partidos tradicionales son un par de incapaces para resolver los puntos mínimos que exige la ciudadanía, ha generado una polarización del discurso político. Ante el crecimiento de opciones de extrema derecha y de extrema izquierda, el PSOE y el PP también han contribuido a polarizar el debate político, adoptando posiciones cada vez más extremas y utilizando un lenguaje divisivo. Esta polarización ha creado un clima de confrontación que, evidentemente, ha beneficiado a la extrema derecha, que se presenta como una fuerza unificadora frente a la supuesta corrupción y decadencia de la clase política.

A todo lo anterior, hay que sumar que los ciudadanos han perdido la confianza en las instituciones que, precisamente, están gobernadas por PP y PSOE. No dar soluciones, es lo que tiene y lo de ayer es más leña para el fuego de la extrema derecha. O paran, o la democracia española morirá calcinada. Si no, miren a Estados Unidos.

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