Europa y China, el «nuevo eje» para aniquilar a los Estados Unidos de Trump y Musk

Las actuaciones del presidente de los Estados Unidos abocan a la Unión Europea a modificar su paradigma de alianzas para poder enfrentarse al proteccionismo radical de Trump

21 de Febrero de 2025
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Unión UE China
Imagen creada con Inteligencia Artificial

En los últimos años, el panorama geopolítico se ha visto sacudido por decisiones y retóricas que han redefinido las alianzas tradicionales. Uno de los protagonistas de este cambio es Donald Trump, cuyas políticas de confrontación y unilateralismo han generado tensiones en el ámbito transatlántico. Expertos y analistas consultados por Diario16+ sostienen que, en cierto modo, la postura agresiva del presidente de Estados Unidos está empujando a la Unión Europea a replantearse sus vínculos tradicionales, abriendo la puerta a una alianza total con China.

Trump pretende impulsar una política exterior basada en el lema «America First» (América Primero), caracterizada por el escepticismo hacia los acuerdos multilaterales y una retórica que pone en peligro las relaciones tradicionales con los aliados europeos.

La imposición de aranceles, especialmente en sectores estratégicos como el acero y el aluminio, la constante crítica a la estructura de seguridad transatlántica, el unilateralismo en cuestiones multilaterales, como es la guerra de Ucrania o la situación en Oriente Próximo, han debilitado la confianza en la alianza con Estados Unidos porque dejan a muchos países europeos en la incertidumbre, buscando alternativas que les permitan mantener estabilidad y proyección en el escenario global.

Ante la inestabilidad generada por la actual política exterior estadounidense, varios líderes políticos y expertos diplomáticos y militares europeos han destacado la necesidad de diversificar alianzas estratégicas. En este contexto, China emerge como un socio con potencial para ofrecer estabilidad económica y avances tecnológicos. El gigante asiático, con su vasto mercado y su impulso en sectores de alta tecnología, se presenta como la opción más atractiva para la Unión Europea, que busca contrarrestar la volatilidad de los flancos tradicionales. La creciente presencia china en proyectos de infraestructura en la UE y su capacidad para invertir en sectores clave representan una oportunidad para modernizar y diversificar la economía europea, al tiempo que se refuerza la independencia estratégica del bloque.

Tanto la UE como China comparten el interés en liderar la carrera tecnológica en ámbitos como la inteligencia artificial, las energías renovables y la digitalización. Esta convergencia en intereses ha facilitado el diálogo en foros multilaterales y bilaterales, abriendo paso a colaboraciones más profundas.

Trump impulsa lo que parecía imposible

Si bien es difícil confirmar que Donald Trump, por sí solo, haya provocado un cambio tan radical, su estilo de gobierno y su política exterior tiene efectos indirectos que se hacen sentir en el entramado internacional. La insistencia en la confrontación y el rechazo a la cooperación multilateral han empujado a la UE a buscar aliados que ofrezcan estabilidad y previsibilidad. En este sentido, la actitud de Trump genera una crisis de confianza que obliga a los europeos a replantearse sus vínculos tradicionales.

Con la UE enfrentada a un aliado tradicional que prioriza intereses unilaterales, la consolidación de una relación más estrecha con China se presenta como una respuesta estratégica para equilibrar el poder a nivel global. Esta reorientación, que algunos analistas describen como la formación de un «nuevo eje», no implica necesariamente una sumisión ideológica, sino una apuesta pragmática ante un mundo cada vez más multipolar.

No obstante, la idea de una alianza total con China también viene acompañada de desafíos importantes. No todo es tan fácil como lo pretenden pintar los «cuñaos» de barra de bar o algunos políticos que van por la vida de estadistas pero que son unos indigentes intelectuales. Las diferencias en materia de derechos humanos, gobernanza y transparencia representan tensiones latentes que podrían limitar la profundidad de la colaboración. Además, la creciente competencia tecnológica y económica entre ambas potencias plantea interrogantes sobre los límites de esta cooperación.

Una alianza global para un futuro compartido

Una relación más estrecha entre la UE y China permitirá a Europa acceder a uno de los mercados más grandes y dinámicos del mundo. Este acceso no solo abre nuevas oportunidades de exportación para industrias europeas, sino que también favorece la entrada de importantes inversiones chinas en sectores estratégicos que derivarán en la creación de empleo. Al diversificar sus socios comerciales, la Unión Europea reducirá inevitablemente su dependencia de otras potencias y mejorar la resiliencia de su economía ante las fluctuaciones globales.

Además, la colaboración en iniciativas comerciales y acuerdos bilaterales generará un marco de reglas comunes que facilite el intercambio de bienes y servicios. Esto, según los expertos económicos consultados, se traducirá en una mayor estabilidad y previsibilidad para las empresas europeas, fomentando un entorno propicio para la innovación y el desarrollo.

La competencia tecnológica es uno de los motores clave del crecimiento en el siglo XXI. En este sentido, la UE y China comparten el interés por liderar avances en áreas como la inteligencia artificial, la digitalización, y la investigación en energías renovables. Una alianza estratégica permitirá compartir conocimientos y recursos en investigación y desarrollo, creando sinergias que posicionarán a ambos actores a la vanguardia de la innovación global.

Esta colaboración no solo beneficiará a las grandes corporaciones, sino que también incentivará el surgimiento de nuevas startups y potenciar el ecosistema de innovación en Europa, permitiendo la transferencia de tecnología y la creación de redes de cooperación en ámbitos emergentes.

En el escenario internacional, la colaboración entre la UE y China se traducirá en un mayor peso en la toma de decisiones globales. Frente a desafíos como pandemias, crisis económicas y conflictos geopolíticos, una alianza bien articulada permitirá a ambos actores promover un orden internacional basado en normas y en el respeto mutuo.

El multilateralismo, en contra de lo que pretende imponer Donald Trump y su grupo de aliados autócratas, se presenta como un pilar esencial para gestionar las crisis actuales. Al trabajar conjuntamente en foros internacionales y organismos multilaterales, la Unión Europea y China influirán en la configuración de políticas globales que respondan a los intereses comunes de paz, seguridad y desarrollo, estableciendo un contrapeso a enfoques unilaterales y proteccionistas.

Evidentemente, existen diferencias en aspectos políticos y culturales. Sin embargo, la convergencia en áreas de interés común puede transformar potenciales tensiones en oportunidades de colaboración. El diálogo constante y la búsqueda de marcos de cooperación flexibles permitirán gestionar las discrepancias, al tiempo que se potencian las sinergias derivadas de un acuerdo global.

Expertos en relaciones internacionales consultados nos subrayan que una alianza entre la UE y China será determinante para enfrentar los desafíos del siglo XXI. La cooperación estratégica no implica renunciar a valores fundamentales, sino reconocer que en un mundo globalizado, la interdependencia es la clave para la estabilidad y el progreso.

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