En el actual tablero político español, la coalición progresista que sustenta al gobierno de Pedro Sánchez vive horas decisivas. Sumar, la plataforma de izquierdas liderada por Yolanda Díaz, y sus socios afrontan la posibilidad de romper con el PSOE tras tensiones crecientes en torno al gasto en defensa, las políticas hacia Marruecos y el reparto de los Presupuestos. Esta decisión, que podría redefinir el mapa político español, podría generar beneficios de reafirmación ideológica con el riesgo de fragmentar aún más a la izquierda y fortalecer a la derecha.
El último Ejecutivo de Pedro Sánchez se sustenta desde noviembre de 2023 en una coalición de gobierno con Sumar, y una lista de apoyos parlamentarios conformados por Unidas Podemos y otros partidos nacionalistas e independentistas de toda la rama ideológica, desde la extrema derecha supremacista de Junts, la derecha del PNV, y la izquierda de Bildu y ERC. Sin embargo, Sánchez no cuenta con acuerdos de legislatura con esas formaciones, sino sólo pactos de investidura, lo que debilita la posición del gobierno.
Desde el principio, esa heterogeneidad prometía vitalidad pero también tensión, sobre todo por choques en la gestión de crisis económica, la guerra en Ucrania, las relaciones con Marruecos y ahora la escalada presupuestaria en Defensa exigida por la OTAN. El pasado 22 de abril, Sánchez anunció un aumento de 10.471 millones de euros en gasto militar sin el respaldo de Sumar ni de la oposición. Ayer, Enrique Santiago, portavoz de la formación liderada por Yolanda Díaz fue muy contundente.
Sumar rechazó con firmeza el plan de rearme, calificando de «exorbitado» el incremento y solicitando su retirada del Consejo de Ministros. Al mismo tiempo, cuestionó la adjudicación de un contrato de compra de munición a una empresa israelí, que consideran contrario al espíritu del acuerdo de coalición. Estas decisiones unilaterales del PSOE de Pedro Sánchez han generado malestar no solo en Sumar, sino también en Izquierda Unida, que ha planteado públicamente la posibilidad de abandonar el Gobierno si no se revisan las políticas de seguridad y defensa.
A este conflicto se suman discrepancias sobre la política hacia Marruecos y el giro unilateral impuesto por Sánchez respecto al Sáhara Occidental (Sumar ha registrado preguntas parlamentarias por falta de transparencia del ministro de Exteriores, José Manuel Albares) y la pugna en torno a la tramitación de los Presupuestos de 2025, donde partidos de la coalición se han abstenido en el Senado, dejando al PSOE en minoría.
El debate interno
En la cúpula de Sumar se debaten dos posturas. Por un lado, voces como la de Enrique Santiago (IU) critican que el PSOE actúe de forma unilateral y barajan la ruptura como mecanismo de presión. Por otro, la dirección de Sumar insiste en que «salir del Gobierno no está encima de la mesa», subrayando que la legislatura «goza de buena salud» pese a las discrepancias.
Este contraste refleja la tensión entre quienes priorizan la coherencia ideológica y quienes temen que una escisión derive en nuevas elecciones que beneficien al PP y a Vox. Según diferentes sondeos, Sumar apenas alcanza el 5,4% de voto estimado y entre 8 y 9 escaños, muy lejos del PSOE (28,6%) y del PP (34,3%).
La ruptura, el camino correcto
Romper con el PSOE ofrecería a Sumar una reafirmación de valores, dado que podría presentarse ante la ciudadanía sin las ataduras y las hipotecas de haber sido cómplices de Pedro Sánchez, reforzando su perfil como referente progresista en justicia social, igualdad de género y justicia climática.
Por otro lado, Sumar lograría recuperar su libertad para proponer medidas más ambiciosas en términos de redistribución de la riqueza, renta básica o desmilitarización sin las cautelas gubernamentales. Además, tendría la oportunidad de recuperar un espacio de la población que se está marchando a la extrema derecha: los jóvenes. El 52% de menores de 30 años se decanta hoy por opciones como Vox o Se Acabó la Fiesta. Un discurso nítido podría captar a los desilusionados con el PSOE de Pedro Sánchez y la ineficacia de sus políticas sociales.
En consecuencia, a Sumar se le plantean dos escenarios: la continuidad y la ruptura que, a su vez, puede ser pactada o abrupta. La primera, es decir, que Sumar permanezca en el gobierno de Sánchez presionando desde dentro para un giro de la política de defensa y las relaciones comerciales con Israel, ya se ha demostrado absolutamente ineficaz porque el presidente, como los toros mansos, tiene querencia a las tablas.
En el caso de una ruptura pactada, Sumar saldría del Ejecutivo pero con una serie de acuerdos con el PSOE sobre políticas de izquierdas para mantener el apoyo parlamentario, lo que supone un elevado riesgo, puesto que Sánchez tiene la misma firmeza que un girón de tela frente a un huracán. Puede decir una cosa y hacer la contraria en minutos. Si la ruptura fuera abrupta, el presidente podría convocar elecciones en un escenario de inestabilidad y con la izquierda totalmente desmembrada, precisamente, por culpa de las políticas del PSOE.
Según señaló ayer Enrique Santiago, cualquier paso se tomará «de forma conjunta por todo el espacio plurinacional» tras convocar la mesa de partidos de Sumar. La fecha clave será la tramitación de los Presupuestos de 2025 en el Congreso, donde Sumar deberá decidir si apoya o tumba las cuentas de María Jesús Montero.
La decisión de Sumar ante Pedro Sánchez no es solo táctica: define la identidad de la izquierda española. Mantenerse en el gobierno permitiría intentar reconducir políticas desde dentro, pero a costa de seguir cediendo en materias sensibles. Romper, en cambio, ofrecería un relato nítido de cambio profundo. La respuesta condicionará no solo la legislatura actual, sino el mapa político de España de cara a 2027.