El genocidio aísla a Israel

La brecha entre los tradicionales aliados de Israel se va agrandando en la misma medida en que el Estado hebreo aumenta la crueldad de sus matanzas indiscriminadas

19 de Octubre de 2024
Actualizado el 20 de octubre
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Netanyahu Israel Tropas
Benjamin Netanyahu, con las fuerzas especiales que actúan en Gaza | Foto: Flickr Oficina Primer Ministro de Israel

Israel no va a dejar de ser un país genocida y violador del derecho internacional porque los fanáticos sionistas que gobiernan el Estado hebreo siguen pensando que cuentan con el aval divino, que ellos son el pueblo elegido por Yaveh y banalidades por el estilo. El problema es que, al sentirse impunes, continúan pensando que todas sus acciones están por encima del derecho y las leyes porque, mientras se dan golpes de cabeza contra el Muro de las Lamentaciones, están convencidos de que sólo su dios es su juez.

Sin embargo, a diferencia de lo que ha sucedido en otros momentos de su historia, el mundo occidental está contemplando horrorizado el resultado de unas políticas de exterminio contra el pueblo palestino y sus vecinos. Los sionistas siempre culpan a Irán, los israelíes siempre son inocentes. Es el victimismo con el que han vivido toda la vida, creerse el pueblo eternamente perseguido que tiene derecho a defenderse al precio que haga falta.

El mundo ha permitido mucho a Israel, incluso el terrorismo de Estado que ha sigo glorificado y mitificado por directores de cine que, aunque dan un perfil progresista, no son más que otro tipo de fanáticos ultrasionistas.

Distintos países occidentales se han hartado de esto. Emmanuel Macron, presidente de la República Francesa, se ha dado cuenta de una incómoda verdad: el camino hacia la paz en Gaza y en Oriente Próximo no puede lograrse si se alimenta con más armas para Israel. «Creo que hoy la prioridad es que volvamos a una solución política, que dejemos de entregar armas para combatir en Gaza. Si se pide un alto el fuego, es coherente no suministrar armas de guerra», declaró Macron.

Evidentemente, Israel considera ya a Macron un enemigo, como lo ha hecho con el presidente español, Pedro Sánchez o con el secretario general de Naciones Unidas.

Es un hecho que Francia no suministra armas ofensivas a Israel, las palabras de Emmanuel Macron tenían un destinatario evidente: Estados Unidos,  país que sigue siendo el principal proveedor de armas de Israel. Washington y otros países europeos que aún siguen perpetuando su complejo de culpabilidad tras el genocidio de la II Guerra Mundial, a pesar de reconocer que estas armas se han utilizado contra civiles, siguen enviando cargamentos, alimentando un conflicto en Gaza que ya se ha cobrado, al menos, cerca de 50.000 vidas. La declaración de Macron contribuye a un cambio en curso en el enfoque de Europa que cuestiona el apoyo acrítico a las acciones militares de Israel.

Como era de esperar, el fanático primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, contraatacó con la retórica de defensa que ya nadie se cree, invocando el derecho de Israel a la autoprotección. Sin embargo, los hechos desmienten ese argumentario, puesto que Israel es el principal culpable de la inestabilidad en Oriente Próximo. Como bien afirmó el secretario general de las Naciones Unidas, cada acción de exterminio israelí supone la creación de más militantes de la organización terrorista Hamás.

«Mientras Israel lucha contra las fuerzas de la barbarie lideradas por Irán, todas las naciones civilizadas deberían estar a nuestro lado», afirmó Netanyahu. El sionista primer ministro israelí calificó la postura de Macron de «vergüenza». «Israel ganará con o sin su apoyo. Pero su vergüenza perdurará mucho después de que esta guerra haya terminado», afirmó Netanyahu, quien está acostumbrado a que todo el mundo se postre ante la barbarie israelí.

Es un hecho que el tono de las palabras de Netanyahu pone de relieve la creciente brecha entre Israel y algunos de sus aliados occidentales tradicionales a medida que se intensifica el conflicto.

El trasfondo de esta disputa diplomática sugiere algo mucho más profundo que un desacuerdo político rutinario. La negativa de Macron a la hora de apoyar incondicionalmente a Israel indica un creciente reconocimiento entre los líderes europeos de que las operaciones de Israel han superado la legítima defensa y han entrado en el terreno de la agresión excesiva y desenfrenada.

Mientras la violencia continúa, el llamamiento de Macron, Sánchez o Guterres a una solución política refleja un creciente malestar de la comunidad internacional con el statu quo. La pregunta ahora es si la franqueza de Macron empujará a otros líderes, especialmente en Estados Unidos y en la acomplejada Alemania, a reconsiderar su propia complicidad en el fomento de los crímenes de guerra.

Durante años, las naciones europeas han tratado con cuidado las acciones militares de Israel, en particular en sus volátiles compromisos con los territorios palestinos. Pero ahora más capitales europeas están presenciando protestas masivas contra Israel, lo que indica un creciente malestar en Europa con el enfoque expansionista de Netanyahu al conflicto, que está diseñado para apuntalar su supervivencia política interna en lugar de lograr seguridad a largo plazo.

Europa se empieza a dar cuenta de que el centro de la estrategia de Netanyahu se esconde una cruda realidad: su supervivencia política depende de la perpetuación del conflicto. Bajo un intenso escrutinio por sus fracasos internos y frente a un panorama político cada vez más fracturado en su país, Netanyahu ha recurrido a una narrativa agresiva para conseguir el apoyo de su base de extrema derecha y fanáticos que creen que los textos de la Torah tienen certeza histórica, cuando no es así. Al avivar el miedo y presentar a Israel como si estuviera bajo asedio, Netanyahu ha sofocado las críticas desde dentro de su propio país y ha marginado las voces que piden una solución pacífica.

Los países europeos, incluida Francia, históricamente han hecho la vista gorda ante las violaciones del derecho internacional y los crímenes de guerra de Israel. Pero, a medida que el conflicto se prolonga, el distanciamiento diplomático de Macron y Sánchez podría marcar el comienzo de un cambio más amplio en la postura de Europa hacia las campañas militares de Israel. A medida que aumenta el número de muertos en Gaza, Cisjordania y Líbano y la comunidad internacional se vuelve más consciente de la escalada de la destrucción, la apuesta de Netanyahu aún puede resultar contraproducente. Su intento de expandir el conflicto para obtener beneficios personales podría resultar en el mismo aislamiento político que está desesperado por evitar.

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