Se jubiló el pasado 30 de junio, pero tiene pendientes un par de causas judiciales no como juez sino como imputado. En una de ellas, por falso testimonio, está citado a declarar el próximo 14 de enero. La otra, por un presunto delito de odio, el titular del juzgado número 8 de Granada está a punto de cerrar la instrucción. Nos referimos a Manuel Piñar, el magistrado que mandó a la cárcel a Juana Rivas por desobedecer la orden de devolver sus hijos a su padre y que el tiempo parece haberla dado la razón. Porque sobre Francesco Arcuri, ahora, se ha dado a conocer que un fiscal italiano le investiga por malos tratos paterno-filiales.
Pero no vamos a analizar el caso de Juana Rivas, suficientemente tratado, sino la trayectoria del magistrado jubilado. Piñar se va con mala fama. Un juez que ha dado evidentes muestras de despreciar las políticas de igualdad y el feminismo con sentencias machistas, que se opuso al indulto a Rivas y a ponerla en libertad a pesar de las ordenes del gobierno, insultando a algunos de sus miembros en redes sociales, entre otros a Pedro Sánchez al que acusa de plegarse a las exigencias de los asesinos de Antonio Ordóñez, a Fernando Grande Marlaska, a Irene Montero, y a Pablo Iglesias. Él se defiende diciendo que no es el autor de esos comentarios y que todo obedece a “una persecución” contra su trayectoria profesional. Así empezó su colega, el juez de primera instancia número 7 de Sevilla, Francisco Guerrero, que tuvo que dejar la portavocía de Vox en el parlamento andaluz tras ser imputado por un delito de fraude de 2,5 millones de euros en ayudas públicas. Piñar va camino de integrarse en la formación ultra.
Muchas de sus sentencias fueron polémicas, y no sólo la de Juana Rivas. En los noventa del siglo pasado rebajó una indemnización a una mujer que sufrió un accidente porque la cicatriz que le había quedado “sólo se podía ver en la intimidad”. El fallo contiene otro argumento que roza la caradura y el mal hacer de un profesional de la justicia: “esa cicatriz, viendo la belleza y el atractivo de la víctima, podría ser un elemento de atracción física”. Todo un juez utilizando un fundamento absolutamente machista en 1999.
Piñar es de esa clase de miembros de la judicatura, que los hay y muchos, que están convencidos de la proliferación de denuncias falsas por violencia de género, aunque las memorias del Consejo General del Poder, Tribunal Supremo y fiscalía general del Estado las cuantifican en un 0.01 por ciento del total. En los últimos doce años, de 1,8 millones de denuncias por violencia machista sólo hubo 153 sentencias condenatorias por falsedad. Aún así, Manuel Piñar insiste y criticó al fiscal, en una sentencia, por “impedir la adecuada persecución de algunas denuncias por falsas maltratadas por el excesivo celo ideológico de proteger a la mujer”. Es esa consigna que repiten cada vez que pueden algunos representantes de Vox incluido su líder, Santiago Abascal.
Manuel Piñar accedió a la magistratura a través del llamado “cuarto turno” por concurso de méritos y experiencia, sin pasar por oposición, la misma circunstancia en la que se encuentra su colega de Madrid, Juan Carlos Peinado. Este sistema de acceso ha generado polémica últimamente porque el ministerio de Justicia quiere acogerse a él para hacer fijos a los jueces sustitutos. Las asociaciones judiciales conservadoras, APM, Francisco de Vitoria y Asociación Judicial Independiente, se oponen tajantemente porque consideran que es integrar a estos profesionales “por la puerta de atrás”. Pero volvamos a Piñar, que es de lo que se trata.
Participa con frecuencia en las redes sociales y de sus comentarios publicados en ellas es por donde ha tenido problemas con la justicia. Sus opiniones muestran a las claras su oposición al gobierno progresista. Ha llamado a los dirigentes de Podemos, Irene Montero y Pablo Iglesias, “bazofia feminazi” y “comunismo feminazi”. Aunque no está comprobada su autoría, parece ser que publicó una foto de Rodríguez Zapatero con un pie en el que se puede leer “ladrones, corruptos y encima con orgullo. Herederos de José María el Tempranillo”. En otra foto aparece Pedro Sánchez con las manos manchadas de sangre y un texto que dice que “es presidente gracias a estar de rodillas delante de los herederos de los asesinos de Gregorio Ordóñez”. Tampoco ha reparado en insultos al ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska.
A este último le acusa de haber sido el inspirador del indulto de Juana Rivas. A la “madre de Maracena” la condenó a cinco años de cárcel, seis de pérdida de la patria potestad y 30.000 euros de multa. El Supremo rebajó la pena a dos años y medio y 12.000 euros de multa. Rivas ya estaba cumpliendo condena en la cárcel. El gobierno decidió indultarla parcialmente acortando la pena a 15 meses por lo que podía quedar en libertad. Piñar se opuso rotundamente “porque no ha mostrado arrepentimiento y puede ser un elemento peligroso para los menores”. Hubo que recurrir a otra salida: el juez de vigilancia penitenciaria la otorgó el tercer grado, y la puso en libertad con la condición de llevar una pulsera para comprobar la orden de alejamiento que pesaba sobre ella.
A Manuel Piñar todas estas decisiones le supieron como si le hubiesen dado una patada en la boca del estómago. Se dedicó a acusar a Juana Rivas de “explotar el argumento del maltrato” y de utilizar a los medios de comunicación para salirse con la suya. Siguió insultando en las redes sociales a todo aquél que se le ponía por delante. Ahora, ante el juez que le acusa de delito de odio, se defiende diciendo que él no es el autor de esos escritos y que “todo obedece a una persecución política contra su persona”.
El anterior órgano de gobierno de los jueces, ese que estuvo en funciones durante cinco años y medio dominado por la derecha judicial, rechazó sancionarle porque “estos comentarios los hizo a título particular, como ciudadano”, y no como miembro de la judicatura. Ahora les pide una indemnización de 100.000 euros porque sus decisiones perjudicaron su “salud física y emocional” y su “honor y consideración pública”, lo que le llevó a pedir la jubilación anticipada y reducir sus ingresos.
Y así también empezaron las acciones polémicas del exjuez Serrano que acabó siendo un “fichaje estrella de Vox”. Es muy probable que a Piñar le ocurra lo mismo. Esperemos que no acabe como su colega sevillano.