En su constante batalla contra el Gobierno, el Partido Popular ha lanzado recientemente duras críticas, acusando al Ejecutivo de Pedro Sánchez de intentar "tomar el control absoluto" de RTVE. Según Miguel Tellado, portavoz del PP en el Congreso, el nuevo decreto que reduce la mayoría parlamentaria necesaria para elegir a los consejeros de RTVE tiene como objetivo que el Gobierno socialista manipule la televisión pública a su antojo. Sin embargo, esta denuncia parece chocarse de frente con la realidad que el PP ha construido en las comunidades autónomas donde gobierna, donde las televisiones autonómicas funcionan como verdaderas plataformas de propaganda partidista.
Manipulación descarada: El caso Telemadrid
El ejemplo más claro de la hipocresía del Partido Popular en este tema es Telemadrid, la televisión pública madrileña. Durante años, esta cadena ha sido un bastión de la derecha en la Comunidad de Madrid, sometida a los intereses políticos de las sucesivas administraciones del PP. La manipulación en Telemadrid se hizo evidente bajo el mandato de Esperanza Aguirre, cuando la cadena se ganó el apodo de "TeleEspe", en clara alusión al uso que la presidenta hacía de este medio para controlar el discurso público.
Durante el gobierno de Aguirre, el control sobre Telemadrid fue tan férreo que la audiencia de la cadena cayó en picado, y los trabajadores se organizaron en la plataforma "Salvemos Telemadrid" para denunciar las purgas y manipulaciones constantes. En 2012, el canal llegó a su mínimo histórico de audiencia, con un 4,8% de cuota de pantalla, mientras los ingresos comerciales se desplomaban en un 70%. Esta crisis, fruto de la gestión política, llevó al despido masivo de 861 trabajadores, un 74% de la plantilla.
Isabel Díaz Ayuso, actual presidenta de la Comunidad de Madrid, no ha sido la excepción en esta estrategia de control. Aunque Telemadrid logró recuperar cierta independencia durante los primeros años del gobierno de Cristina Cifuentes, cuando Ayuso asumió el poder en 2019, se apresuró a retomar el control absoluto de la cadena. Apenas dos meses después de ganar las elecciones, destituyó al director general José Pablo López y a gran parte de su equipo, instaurando una nueva figura de administrador provisional elegida directamente por su ejecutivo. Desde entonces, la línea editorial de la cadena ha vuelto a alinearse con los intereses del Partido Popular.
Involución en las televisiones autonómicas
Pero el caso de Telemadrid no es el único ejemplo de la manipulación mediática en las comunidades gobernadas por el PP. Las televisiones autonómicas de Aragón, Comunidad Valenciana e Islas Baleares han seguido un camino similar, especialmente con la creciente influencia de Vox en los gobiernos regionales. El control que ejercen estos partidos sobre los medios de comunicación públicos ha sido señalado por numerosos sindicatos de periodistas, quienes advierten de una "involución" en la pluralidad y la independencia de estas televisiones.
En Aragón, por ejemplo, el Gobierno del PP ha sido acusado de interferir en la gestión editorial de Aragón TV, cambiando la programación para favorecer una línea conservadora. En la Comunidad Valenciana, el canal À Punt ha enfrentado presiones similares, con intentos de censura de programas críticos con la derecha. Mientras tanto, en Baleares, los trabajadores de IB3 han denunciado una creciente injerencia política en los contenidos informativos.
Doble rasero del PP
Resulta paradójico que el PP, que ha hecho de la manipulación mediática una estrategia clave en las autonomías que controla, sea el primero en denunciar supuestos intentos de control por parte del Gobierno en RTVE. La acusación de que el Ejecutivo de Sánchez está "tomando todas las instituciones del Estado" suena hueca cuando se examinan los hechos sobre las televisiones autonómicas. Miguel Tellado y otros portavoces del PP acusan al Gobierno de querer utilizar RTVE como una herramienta de propaganda, mientras que ellos llevan años haciendo exactamente eso en las cadenas que controlan a nivel regional.
Este doble rasero no solo es moralmente cuestionable, sino que también socava cualquier credibilidad que el PP pueda tener en sus críticas. El mismo PP que acusa al Gobierno de "ocupar las instituciones" es el que ha desmantelado cualquier atisbo de pluralidad en los medios públicos de las comunidades autónomas bajo su control. Los ejemplos son numerosos: desde la destitución de periodistas incómodos hasta la creación de redacciones paralelas diseñadas para reforzar la línea ideológica del partido, el PP ha dejado claro que su interés en la libertad de prensa es, en el mejor de los casos, limitado.
Las cifras que no mienten
Las cifras son elocuentes. En Telemadrid, bajo el control del PP, la audiencia cayó en picado a niveles históricamente bajos, y la cadena tuvo que hacer frente a la peor crisis financiera de su historia. En Aragón TV, los ingresos publicitarios también han disminuido drásticamente desde que el PP tomó las riendas del gobierno regional. Y en Baleares, la manipulación editorial ha sido tan evidente que los sindicatos de periodistas han lanzado varias huelgas para denunciar la situación.
La falta de independencia de estas televisiones no solo afecta a los profesionales que trabajan en ellas, sino también a los ciudadanos que dependen de los medios públicos para obtener una información veraz y equilibrada. Cuando los gobiernos regionales manipulan los contenidos informativos para servir a sus propios intereses, se está privando a la ciudadanía de su derecho a una prensa libre y plural. Y eso es precisamente lo que el PP ha estado haciendo en las comunidades autónomas bajo su control.
La manipulación no tiene color político
La crítica que el PP lanza contra el Gobierno por su gestión de RTVE es hipócrita y carece de fundamento cuando se examina el historial del partido en las comunidades autónomas. La manipulación de los medios públicos es una práctica común en las filas populares, y las televisiones autonómicas se han convertido en sus principales herramientas de propaganda. Si el PP quiere ser tomado en serio en sus críticas, debería empezar por limpiar su propia casa y devolver la independencia a los medios de comunicación que controla. Solo entonces podrá hablar con autoridad sobre la libertad de prensa y la pluralidad informativa en España.