La crisis climática no es opinable. Sin embargo, la derecha española ha decidido convertirla en campo de batalla ideológico. Negarla es su forma de no hacer nada. Y no hacer nada, cuando lo urgente es proteger, prevenir y reconstruir, es una elección política con consecuencias irreparables. Es su programa: menos Estado, más humo.
Mientras los incendios forestales arrasan miles de hectáreas en Galicia, Castilla y León o Extremadura, la derecha española sigue sin asumir el cambio climático como una prioridad política. Lo niegan o lo ningunean, y con esa estrategia no solo perpetúan el desastre, sino que lo utilizan como coartada para desmantelar servicios públicos, precarizar lo común y centrar todos sus esfuerzos en atacar al Gobierno de coalición con su arsenal de bulos, ruido y alarmismo.
El negacionismo como política de austeridad
El negacionismo climático en España ya no es solo patrimonio de Vox: el Partido Popular lo compra y lo aplica en su forma más eficaz y silenciosa. No hace falta decir en voz alta que el cambio climático no existe cuando se recorta sistemáticamente en prevención de incendios, en gestión forestal, en protección civil o en inversiones verdes. Basta con actuar como si la emergencia no existiera.
Negar el cambio climático no es solo una cuestión de creencias ideológicas, sino una forma de justificar que el dinero público se destine a otros intereses: rebajas fiscales regresivas, contratos opacos, macroproyectos especulativos o la propaganda institucional de gobiernos que están ausentes cuando más se les necesita. Esa es la línea política que une a Isabel Díaz Ayuso, Alfonso Rueda y Alfonso Fernández Mañueco. La negación permite la inacción, y la inacción legitima el desmantelamiento.
A la derecha no le interesa proteger el territorio ni la vida de la gente que lo habita. Su modelo de país no pasa por reforzar lo público, sino por reducirlo a cenizas. Literalmente. Y si hay que elegir entre dotar de recursos al operativo de incendios o ahorrarse millones en personal, combustible o formación, ya sabemos cuál es su elección.
Todo vale si es contra el Gobierno
A la ofensiva negacionista se suma otra constante que define la política del Partido Popular en estos años: su incapacidad para hacer oposición desde el interés general. Su única estrategia es tumbar a Pedro Sánchez, aunque eso implique utilizar cualquier tragedia —un incendio, una pandemia o una crisis migratoria— como munición electoral.
Las derechas no están interesadas en mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos y ciudadanas. Su prioridad es desgastar al Gobierno de coalición a golpe de acusaciones infundadas, desinformación y discursos del miedo. Les da igual que haya miles de hectáreas calcinadas, pueblos evacuados o gente atrapada entre las llamas. Lo único que les importa es si eso puede traducirse en un escaño más en el próximo ciclo electoral.
Por eso atacan al Ejecutivo por cualquier medida de prevención que implique inversión pública. Por eso se oponen a la transición ecológica si afecta a sus intereses empresariales. Y por eso niegan la emergencia climática: porque reconocerla implicaría asumir responsabilidades políticas, romper con sus lobbies y apostar por lo común.
Frente a la política del recorte, la mentira y el oportunismo, hace falta una respuesta firme, clara y valiente que no solo afronte la emergencia climática con la seriedad que merece, sino que también desenmascare el cinismo de quienes prefieren que el país se queme antes que aceptar que no tienen un proyecto de futuro. La negación del cambio climático no es ignorancia: es una decisión política. Y en manos del PP y Vox, es una decisión que nos condena.