La teoría conspiratoria de la derecha sobre la elección de Isabel Perelló como presidenta del CGPJ

La nueva presidenta del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial tiene muy poco de progresista

09 de Septiembre de 2024
Actualizado a las 11:10h
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Isabel Perello Domenech
Isabel Perello Domenech, nueva presidenta del Poder Judicial. Foto: CGPJ.

Que la nueva presidenta del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial, Isabel Perelló, tiene muy poco de progresista lo dice su discurso en la apertura del año judicial cuando exigió a los políticos que dejen trabajar a los jueces “sin inmiscuirse en su tarea”. ¿También la de Juan Carlos Peinado señora Perelló? Se olvida la jueza que procede de una sala muy controvertida como es la de Lo Contencioso Administrativo del TS, y de que existen multitud de denuncias de instrucciones prospectivas en los medios de comunicación, algunos de la derecha judicial. A pesar de ello, estos medios se han apresurado a contar una historia sobre su elección que no se la cree ni Calleja, el dueño de la editorial de cuentos infantiles de los años sesenta. Dicen que los grandes perdedores de la renovación del órgano máximo de los jueces han sido el ministro de Justicia, Félix Bolaños, y el presidente del Tribunal Constitucional, Cándido Conde Pumpido, porque la candidata que ellos “manejaban”, Pilar Teso, ha sido descartada.

En parte llevan razón. Perelló no se va a dejar manejar por el sector progresista. Pero con ello los que pierden la batalla es ese sector porque el colectivo de jueces de este país es retrógrado. Y de eso no cabe duda. En ello tiene mucho que ver la ministra de Defensa. Margarita Robles, jueza en excedencia de la sala de Lo Contencioso Administrativo del Tribunal Supremo, es la que dicen que jugó un papel fundamental en su designación junto a un vocal conservador del CGPJ que es el que verdaderamente va a manejar los hilos del órgano de los jueces, José Antonio Montero, compañero del tribunal. Y lo vamos a ver en las próximas semanas cuando se tengan que cubrir las 123 plazas vacantes no sólo de la corte suprema sino también de instancias tan determinantes como son los tribunales superiores territoriales, y las audiencias provinciales. Y lo más importante, la Perelló es la que decidirá, al final, si en la modificación de la ley orgánica del Poder Judicial se incluye la elección directa por parte de los jueces de los vocales que deben sustituir a los recientemente elegidos dentro de cinco años. Porque si se somete a los dictados de las asociaciones profesionales, - recordemos que no representan ni a la mitad de los jueces en activo-, se estará vulnerando el principio constitucional de que la soberanía popular reside en el Parlamento y no en las corporaciones profesionales.

La derecha judicial celebra el nombramiento de Perelló porque considera que este es el final de la “colonización” del Supremo por parte del sanchismo durante los próximos años con nombramientos selectivos y muy afines para garantizar que la cobertura de las vacantes “se produjese siempre con mayorías de izquierdas en el mayor número posible de salas y tribunales”. Se olvidan esos medios conservadores de que, durante muchos años, los gobiernos de la derecha, desde los de UCD hasta los del Partido Popular y más descaradamente en la última etapa con Carlos Lemes al frente de la institución, se han ido colocando jueces conservadores hasta tal punto de que, ahora mismo, son la vanguardia del enfrentamiento con el gobierno progresista. Que salas como la de Lo Contencioso Administrativo del Tribunal Supremo han anulado una gran parte de las medidas adoptadas por el ejecutivo de Pedro Sánchez y de que la sala de Lo Penal ha dictado sentencias que pueden ser cuestionadas por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos como son las de los independentistas del procès. Nadie se acuerda, ya, de que hubo que modificar la calificación de los delitos de los que se les acusó porque el gobierno suprimió la sedición como figura reprochable penalmente.

Vamos a ver cómo reacciona Perelló cuando el Tribunal Constitucional se pronuncie sobre la ley de amnistía. Porque la máxima dirigente de los jueces se ha mostrado contraria a la medida de gracia. Y eso sólo la descalifica. No es neutral. No puede dirigir un órgano representativo de un colectivo que debería dedicarse exclusivamente a “aplicar las leyes” tal y como ella dijo en la apertura del año judicial.

Para la derecha es un triunfo que no haya sido elegida Pilar Teso. Según sus medios, “Perelló tiene criterio propio. Valora la relevancia de la institución, y ha dado muestras y ejemplos de votar sentencias contra intereses directos del PSOE desde su independencia, a la que concede un valor esencial por encima de la sumisión al mero cumplimiento de órdenes políticas”. Y esos mismos medios creen que Teso era lo contrario, “una jueza fuertemente dependiente del presidente del Tribunal Constitucional, Cándido Conde Pumpido”, quien, según ellos, habría sido “el verdadero presidente en la sombra”. De ahí la oposición a su nombramiento.

La clave de todo este entramado no es el historial de los candidatos. La derecha siempre ha jugado con la imagen progresista del juez que querían poner al frente del Supremo, Pablo Lucas. Este magistrado no es, ni mucho menos, cercano a la izquierda y  había dado suficientes motivos para que Moncloa desconfiara de él. Félix Bolaños no es tonto, ni mucho menos. Es probablemente el ministro más perspicaz del gobierno de Sánchez y no se la cuelan tan fácilmente. Cuando pactó con Esteban González Pons la renovación del CGPJ sabía perfectamente que quedaba un fleco, el más importante, por decidir: la presidencia. Cometió un error de cálculo. La rebelión de los vocales propuestos por el PP. Hay una costumbre no escrita que señala que quien tiene la mayoría social es quien decide la titularidad de las instituciones constitucionales. Y ahora mismo se están dando cuenta de que con este equipo de Génova eso es imposible. Ahí está, si no, lo que ha pasado con el gobernador del Banco de España.

La polarización es tan evidente que el PSOE, si quiere salirse con la suya, deberá de tener en cuenta la estrategia de los conservadores que no van a permitir perder ni un dedo del poder que han ido acumulando durante años. Esta es la clave por la que las decisiones de Perelló al frente del poder judicial van a defraudar a la izquierda. Los que la califican de “progresista” se van a tener que comer sus palabras con patatas.

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