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¿Contumacia sin castigo?

Vicente Mateos Sainz de Medrano
Vicente Mateos Sainz de Medrano
Periodista y Doctor en Teoría de la Comunicación de Masas.
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análisis

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En el Poder Judicial no hubo renovación democrática durante la transición como se viene poniendo de manifiesto en las cuatro décadas de democracia, con mayor claridad en los últimos cuatro años. En especial en estos últimos meses y semanas en las que se ha corroborado la contumacia de un grupo de jueces —nueve en el CGPJ y seis en el TC— en torpedear por sistema su renovación como mandata la Constitución.

Jueces que, deliberada y voluntariamente, se convierten en militantes de una formación política arrumbando su función jurisdiccional de velar por la legalidad de la que reniegan, a favor del cumplimiento del objetivo político de retener para la derecha —para el PP— un poder fundamental de todo Estado democrático: el judicial. Por el camino, les da igual tirar por tierra la imagen y el valor simbólico de la justicia en una sociedad democrática como adalid del equilibrio y cumplimiento de la Ley.

Jueces políticos, que son la punta del iceberg de una carrera judicial en la que son mayoría, como demuestra la arbitrariedad a la hora de abrir investigaciones y sumarios para machacar a los oponentes políticos de la derecha; o cómo se niegan a abrir investigaciones o cierran sumarios para que salgan sin mácula penal personajes de la esfera política de la derecha, pringados en papeles y grabaciones que ponen de manifiesto su participación en diferentes contubernios e ilegalidades, para asombro y sonrojo de la ciudadanía: <<M. Rajoy>>, <<Cospe>> , y un largo etcétera.

Los jueces, se supone, están para impartir justicia con una venda en los ojos, pues su misión es no dejarse influir por intereses ajenos al proceso judicial y las leyes que lo marcan y definen; dentro de un marco de discrecionalidad que nunca debería significar actuar de parte en un litigio, a sabiendas del significado y trascendencia social y política que entrañan sus resoluciones y sentencias.

Sin duda que hay jueces que desarrollan su labor de manera acorde y equilibrada a la esencia de su función, que no son correa de transmisión de la estrategia de ninguna formación política. Pero, desdichadamente su labor se ve opacada por esos otros compañeros que venden la importancia trascendental de su función por un plato de lentejas, convertidos en la infantería ideológica de quienes creen que el poder siempre es suyo y, si no lo tienen: es porque se lo han robado. Actitud ante la que no vale ninguna equidistancia, porque la contumacia en el incumplimiento de la Ley tiene nombres y apellidos; y no puede, ni debe, quedar impune.

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