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El trumpismo español terminará rodando una versión de ‘Raza’ remasterizada

La película 'Sound of Freedom', costeada por la secta ultrarreaccionaria Qanon, causa furor en los cines de Estados Unidos

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análisis

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Raza fue la gran película para exaltación del régimen franquista. Basada en una novela con el mismo título de Jaime de Andrade (pseudónimo de Francisco Franco Bahamonde, ya saben, aquel señor bajito de voz aflautada y con muy mala leche que provocó un millón de muertos con sus delirios de grandeza), cuenta la historia de la desintegración de una familia tras el estallido de la Guerra Civil española. Si usted busca en Filmaffinity, el portal de cine más prestigioso de internet consultado por miles de aficionados cada día, verá que su puntuación se sitúa en 3,4 puntos sobre diez. O sea, un auténtico bodrio.

El dictador gallego tenía ínfulas de escritor (ya amenazó al personal con una primera obra aún peor que Raza sobre la vida de los soldados africanistas, Marruecos, diario de una bandera) y siempre tuvo inquietudes literarias. Si a Hitler le daba por embadurnar lienzos, a nuestro tirano ibérico del siglo XX le dio por juntar letras. Ni uno ni otro pasaron a la historia del arte, aunque vinieron a demostrar que el odio de un artista frustrado puede ser peligroso e incluso desencadenar las guerras más sangrientas. Por el psicoanálisis, Lacan y todo aquello sabemos que el narcisismo no satisfecho puede conducir al asesinato y cuanto más narcisismo enfermizo más muertos.

Probablemente, Franco sabía que Raza no era gran cosa desde el punto de vista novelístico, pero como buen dictador tenía olfato para la propaganda fascista y vio en el cine un vehículo de adoctrinamiento y manipulación de masas. A falta de talento para el ensayo político (nunca se atrevió a escribir un Mein Kampf a la española como su amigo el Führer) se metió en la industria del Séptimo Arte. El guion de Raza fue escrito por José Luis Sáenz de Heredia y Antonio Román, como todo el mundo sabe, y contó con dos actores de talla del momento, el galán Alfredo Mayo y Ana Mariscal. La película, por llamar de alguna manera a un engendro fabricado para lavar mentes y meterles el fascismo en vena, costó algo más de millón y medio de pesetas (un auténtico pastón para la época) y no se escatimó en nada, ni en decorados, ni en vestuario, ni en extras (más de 1.500 figurantes pasaron por el plató). Como anécdota curiosa, Franco organizó el estreno en el Palacio del Pardo, se sentó en primera fila junto al director y lloró de emoción (así de sensibles son los genocidas, capaces de acariciar a sus mascotas mientras firman sentencias de muerte a cascoporro). “Muy bien, Sáenz de Heredia, usted ha cumplido”, le dijo el Caudillo, satisfecho con el resultado final, al realizador del film.

Hoy, el cine fascista retorna con fuerza en todo el mundo. En Estados Unidos, por ejemplo, la extrema derecha ultrarreligiosa y conspiranoica de la secta Qanon (promotora del golpe de Estado contra Biden con el asalto al Capitolio) se ha embarcado en una película, Sound of Freedom, que está reventando las taquillas, situándose en segundo lugar solo por detrás de la última de Indiana Jones. Este subproducto cinematográfico hecho por y para fanáticos, o “gente con agujeros en el cerebro”, como ha dicho algún que otro crítico neoyorquino, cuenta con la participación del actor Jim Caviezel, el Jesucristo de Mel Gibson, quien por lo visto también está metido en el ajo. Gibson y su chico –a quien, según dicen, en cierta ocasión le cayó un rayo encima, lo que explicaría que esté más para allá que para acá–, ya dieron muestras de graves trastornos sadomasoquistas en aquella La pasión de Cristo, una carnicería en primer plano con litros de sangre, kilos de piel arrancada y vísceras que describía con sumo detalle cada latigazo sufrido por el Mesías. Aquello, sin duda, fue rodado para impresionar y asustar al personal como en tiempos de la Santa Inquisición, cuando los curas amenazaban con el fuego eterno a todo aquel que se extraviara por el mal camino.  

Ahora, el polémico dúo del Hollywood más reaccionario vuelve con Sound of Freedom, que cuenta las andanzas de Tim Ballard, un rocoso exoficial de inteligencia estadounidense al servicio de Trump que emprende una heroica cruzada contra las redes de satánicos, marxistas y pedófilos empeñados en secuestrar niños para abusar de ellos y beberse su sangre. Aquí la ficción ya ha sido superada ampliamente por la realidad, puesto que los adeptos de Qanon (negacionistas, antivacunas, magufos y terraplanistas varios) creen a pies juntillas en esa leyenda urbana y están convencidos de que el mundo está controlado por un grupo de depravados multimillonarios demócratas traficantes de menores entre los que están Soros, Hillary Clinton, Barack Obama, Tom Hanks, Oprah Winfrey, Bill Gates y hasta el Papa Francisco, entre otros muchos. Una chifladura de proporciones cósmicas que ha terminado por cuajar, por sorberle el cerebro a amplios sectores de la sociedad y por extenderse por todo el planeta como una mala pandemia de idiocia.

No sabemos cuánto tardará en llegar a España esta corriente cinematográfica ultrarreacionaria, aunque mucho nos tememos que ya hay grupos políticos y financieros interesados en costear esta Nouvelle vague del cine facha. Primero prohíben a Virginia Woolf por lesbi, a Lope de Vega por libertino y al dibujo animado Buzz Lightyear por poco hombre y después nos meten con calzador el cine de autor fascista, que también lo hay. Estamos a un paso de ver el remake de Raza remasterizado y en 3D. Con la imagen de Franco revivido en holograma casi de carne y hueso, para acollonar aún más al pueblo.  

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2 COMENTARIOS

  1. Muy sesgado y nada de crítica a la película solo porque va en contra de tus ideologías, deberías hacer un mejor argumento de la película o al menos verla para emitir un criterio, pero bueno que se puede esperar de los zurdos con la imagen del Che en sus playeras (que por cierto el si era un verdadero fascista), pero entiendo que la ignorancia es atrevida y más aún cuando les dan un poco de poder tras el teclado. Fin del comunicado.

  2. Me gusto su comentario,no soporto la mentira y el escarnio de las políticas cuando un producto artístico no está aliniado con su forma de pensar,muy injusta crítica y poco profesional,menuda democracia

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