El duelo: cuando la única opción es aceptar el dolor

La psiquiatra Kübbler-Ross desarrolló el célebre modelo de las cinco etapas que hoy en día se aplica para comprender las emociones que siguen a esta situación: negación, ira, negociación, depresión y, finalmente, aceptación

29 de Marzo de 2025
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El duelo

Kübbler-Ross (1926-2004). Cada vez que se habla del duelo, el nombre de la psiquiatra Kübbler-Ross (1926-2004) surge inevitablemente. Fue una mujer valiente que, ante la reacción de huida que suele provocar la muerte, optó por ir a su encuentro. Acompañó a enfermos terminales en sus últimos momentos, los escuchó, los miró a los ojos y sostuvo sus manos. Así, les procuró consuelo. No los trató con condescendencia, lástima o miedo sino con dignidad. Y aprendió de ellos. Su atención directa y consciente al proceso de muerte le llevó a desarrollar el célebre modelo de las cinco etapas que hoy en día se aplica para comprender las emociones que siguen a esta situación: negación, ira, negociación, depresión y, finalmente, aceptación.

Pionera en su campo, su trabajo transformó los cuidados paliativos y la visión de la muerte en la psicología y la medicina. Ahora bien, por experiencia sé que cuando un paciente destrozado por el dolor acude a mí en busca de consuelo, no lo encuentra en clasificaciones ni teorías. El duelo no se explica, se siente. Cuando se pierde a un ser querido se sufre, se sufre mucho, tanto que incluso se puede llegar a experimentar dolor físico y asfixia como consecuencia del desgarro que produce el nunca más y por la desesperación derivada de no aceptar la situación. Pero la muerte, ¿es realmente una pérdida? ¿Nos enfrenta al temido nunca más? ¿Supone un final o una transición?

Explorando el más allá: testimonios y estudios

Fue Raymon Moody (1944), psiquiatra y médico estadounidense, quien popularizó el término ‘Experiencia cercana a la muerte’ (ECM) tras entrevistar a personas que habían estado clínicamente muertas y regresaron. Todas coincidían en describir ciertos patrones: la visión de un túnel de luz, el reencuentro con seres queridos fallecidos y una profunda sensación de paz, entre otros.

Aunque hoy estos términos son ampliamente conocidos, en su momento supusieron una revolución. Moody planteó la posibilidad de que, quizás, la muerte no fuera un final, sino un tránsito hacia otro estado. Su libro Vida después de la vida (1975) marcó un punto de partida para nuevas investigaciones que desafiaron las concepciones tradicionales sobre la conciencia y la muerte.

Desde entonces, psiquiatras han utilizado hipnosis y regresiones como parte de sus terapias obteniendo resultados sorprendentes. Algunos incluso han guiado a sus pacientes a estados de conciencia que llaman entre vidas, reforzando la idea de una continuidad del alma. Michael Newton (1931-2016) recopiló estos hallazgos en El destino de las almas (1994); Brian Weiss (1944), en Muchas vidas, muchos maestros (1988); y Joel Whitton en Vida entre vidas (1986).

La continuidad de la conciencia: una mirada científica

En nuestro país, las investigaciones en este campo están lideradas por dos figuras de gran relevancia: la doctora Luján Comas y el doctor Manuel Sans Segarra. La doctora Luján, ex anestesista del Hospital Vall D’Hebrón (Barcelona), encabeza actualmente el Proyecto de Luz, un estudio respaldado por la Fundación Icloby que analiza ECM en pacientes que han sobrevivido a paros cardíacos. Su principal objetivo es verificar científicamente si la muerte supone el fin de la conciencia. En su libro Existe la muerte (2020), cuestiona la visión tradicional de la muerte a la luz de los descubrimientos más recientes en medicina y los postulados que propone la física cuántica.

“Por experiencia sé que cuando un paciente destrozado por el dolor acude a mí en busca de consuelo, no lo encuentra en clasificaciones ni teorías. El duelo no se explica, se siente”

En esta misma línea, el doctor Manuel Sans Segarra, ex jefe de cirugía digestiva del Hospital Universitario de Bellvitge (Barcelona), también se ha sumergido en la búsqueda de respuestas. A lo largo de su carrera, escuchó numerosos testimonios de pacientes que relataron ECM. Su mente científica y su insaciable curiosidad lo condujeron hasta la física cuántica, donde encontró explicaciones en conceptos clave como la superposición y la no localidad. Estas teorías no solo respaldan la posibilidad de las ECM, sino que sugieren que la conciencia podría existir independientemente al cuerpo, persistiendo más allá de la muerte. A sus 81 años, Manuel Sans se ha convertido en un exitoso divulgador con millones de seguidores y su libro La supraconciencia existe: Vida después de la vida (2024) se ha convertido en un bestseller.

En un mundo dominado por la lógica, el materialismo, pensamientos de si no lo veo no lo creo y mentes que exigen pruebas tangibles y certezas absolutas, la física cuántica emerge como un puente entre la razón y la esperanza.

Somos muchos, me incluyo, los necesitados de consuelo cuando sobrevienen situaciones de duelo. Sabemos cuánto pesa la ausencia y tenemos la certeza de que, en este mundo físico, el reencuentro es imposible. Pero la idea de que pudiera producirse en otro tiempo o en otro espacio nos llena de esperanza. Basta con una mínima posibilidad para disipar el abrumador y desesperante nunca más.

Aceptación y esperanza son las claves para sobrellevar el duelo. Algunos las encuentran en la religión y la fe; otros en la ciencia y los preceptos de la cuántica.

Herramientas

La lectura de cualquiera de los libros mencionados en este artículo puede ser un bálsamo en el proceso de duelo. También existen prácticas que ayudan a resignificar la relación con nuestros seres queridos.

Aquí comparto dos, con la esperanza de que resulten de utilidad:

  • Rituales personales: escribirle cartas, llevar un diario de recuerdos, hablarle en ciertos momentos del día.
  • Continuidad del vínculo: realizar acciones que honren su legado, como participar en causas que le importaban o seguir transmitiendo sus valores.

Es crucial aprender a relacionarnos con el ser querido ausente de otra manera. No tenemos que decirle adiós. La muerte no supone olvido. No es una despedida sino un cambio de estado.  Además, el amor no se mide tomando como referencia el sufrimiento; doler mucho no significa querer más.

En definitiva, el duelo no es renunciar a quien amamos, sino encontrar una nueva forma de amarlo.

Próximo artículo: Impacto de embarazo y posparto en la salud mental. Desmontando expectativas.

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