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Guerras, corredores humanitarios o desbandadas y símbolos contra el futuro

Domingo Sanz
Domingo Sanz
Nacido 1951, Madrid. Casado. Dos hijos y tres nietos. Cursando el antiguo Preu, asesinato de Enrique Ruano y la canción de Maria del Mar Bonet. Ciencias Políticas. Cárcel y todo eso, 1970-71. Licenciado en 1973 y de la mili en 1975. Director comercial empresa privada industrial hasta de 1975 a 1979. Traslado a Mallorca. de 1980 a 1996 gerente y finanzas en CC.OO. de Baleares. De 1996 hasta 2016, gerente empresa propia de informática educativa: pipoclub.com Actualmente jubilado pero implicado, escribiendo desde verano de 2015.
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análisis

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Ojalá no suceda, pero si Putin gana es probable que, en 2032, por ejemplo, visite Kiev en olor de sus multitudes y los nuevos jefes locales convoquen una colecta para regalarle un monumento en recuerdo de los soldados rusos caídos en la guerra que él inició diez años antes. Alguien recordará entonces que aquellos soldados impidieron que personas cargadas de niños, maletas y legalidad ucraniana pudieran huir por los corredores humanitarios previamente pactados, pero dará lo mismo porque “agua pasada no mueve molino”.

Podemos imaginar un futuro así, o parecido, al recordar que Franco ganó y en 1947 visitó Palma en olor de sus multitudes, donde los nuevos jefes de Mallorca habían convocado una colecta para regalarle un monumento en recuerdo de los militares que fallecieron cuando el crucero “Baleares” fue hundido en acto de guerra, aunque un año antes, en 1937, disparaban contra personas que avanzaban despacio, desarmadas y cargadas de niños, maletas y legalidad republicana por el camino costero que une Málaga y Almería. Huían de la represión que los franquistas aplicaban sin piedad en cualquier población que cayera en su poder. Aquel buque de la Armada franquista se acercaba tanto a la costa que los marinos podían ver la desesperación dibujada en los rostros de los caminantes que iban asesinando a cañonazos.

Aquel crimen contra la humanidad perpetrado por el Ejército español se conoce como “la desbandá”, pero el monolito que “regalaron” al dictador sigue enhiesto en un parque llamado sa Feixina, a menos de cien metros de un colegio en el centro de Palma. Años lleva su Ayuntamiento intentando desmontar de forma civilizada ese símbolo a lo peor del ser humano, pero los jueces lo impiden a pesar de la Ley de Memoria Histórica. Coinciden con tales jueces los políticos del PP y Vox de la capital balear, que hace una semana se ausentaron del breve homenaje institucional al alcalde Darder y otras víctimas de los franquistas, o de los de ambos partidos en el Ayuntamiento de Madrid, donde acaban de reponer el nombre de “Crucero Baleares” a una calle de la que se había retirado, en aplicación de la misma ley.

En cambio, en enero de 2019 alguien derribó a martillazos el monumento que, también en recuerdo del mismo crucero, se instaló en 1958 en Ondárroa, en el País Vasco, y, de momento, nadie con autoridad bastante ha ordenado que se reconstruya.

Los defensores de que tales símbolos se conserven argumentan que forman parte de la historia y que ayudan a recordarla, algunos precisando que es para que no se repita. Hay quienes son partidarios de resignificarlos, como ocurrió en 2010 con el citado monolito de sa Feixina durante un mandato del PSOE.

Pero los hechos demuestran que, ni el mantenimiento de los símbolos que exaltan crímenes ni la pretensión de resignificarlos consiguen que la sociedad pueda abordar con libertad, que es la única manera aceptable de hacerlo, el conocimiento de su pasado allá donde debe y puede iniciarse: en los centros educativos. “Debe”, porque sea cual sea la profundidad con la que se estudie cualquier hecho histórico, debe siempre respetar y destacar toda la verdad. Y “puede”, porque ante el alumnado el profesor está investido de la autoridad legítima y necesaria para garantizarlo.

Pero lo que ocurre es muy distinto. Los expertos que han investigado nos cuentan que, más de 80 años después de aquella guerra y con los principales símbolos erigidos por los vencedores, véase Valle de los Caídos, intactos para “ayudarnos a recordar”, resulta que miles de estudiantes de Educación Secundaria Obligatoria se quedan cada año sin recibir y poder aprender las lecciones correspondientes al siglo XX de España, especialmente a partir de la tercera década, aunque por ley están incluidas en el programa. Antes o después de Semana Santa los profesores les dicen a sus alumnos que “no habrá tiempo para exponer en clase esa parte de la historia de España”.

Ahora recuerdo que comencé a escribir esto pensando en el futuro de los ucranianos y los rusos después de esta guerra.

Ojalá no suceda, pero si Putin la gana y le regalan monumentos, es probable que dentro de un siglo ambas sociedades se parezcan a la nuestra, donde a millones de personas no les importa que partidos de gobierno se corrompan, que a la mayoría del Parlamento no le importe que el rey sea un delincuente impune y que políticamente les mueva la convicción de que el peor pasado es una especie de “agua de la que no mueve molino” pero, en cambio, sí sirve para detener el futuro, impidiendo el avance y la consolidación de las libertades porque la enseñanza correcta de su propia historia fue imposible durante generaciones y, por tanto, sigue vivo el peligro de que regresen con toda su fuerza y su instinto criminal los peores autoritarios. 

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4 COMENTARIOS

  1. Domingo, le recomiendo la lectura de un pequeño libro del gran Tzvetan Todorov se titula «Los abusos de la memoria» son apenas un centenar de páginas que si las lee con atención -posiblemente- le harán enfocar los acontecimientos de la historia con una mejor perspectiva.

    Básicamente propone usar la memoria no como ariete para ganar guerras perdidas o atacar a los adversarios políticos, sino para reconocer situaciones del presente similares a las que originaron acontecimientos del pasado y evitar que se repitan; memoria ejemplar le llama.

    Lo digo porque las actuales élite nacionalistas que gobiernan en Ucrania son los herederos del nacionalismo ucraniano que colaboró y luchó junto a Hitler en la Segunda Guerra masacrando (Babi Yar) a judíos, gitanos y ucranios de etnia rusa.

    Si abusamos de la memoria histórica, deberíamos aplaudir a Putin en su campaña de (desnazificación de Ucrania) y eso sería un disparate.

  2. Ortiz, gracias por la referencia del libro, pero estoy intentando encontrar algún párrafo en mi artículo que contradiga lo que usted destaca de Todorov, en concreto esto: «Básicamente propone usar la memoria no como ariete para ganar guerras perdidas o atacar a los adversarios políticos, sino para reconocer situaciones del presente similares a las que originaron acontecimientos del pasado y evitar que se repitan; memoria ejemplar le llama.» y no lo encuentro. ¿Me puede ayudar? Si es posible, reproduciendo también textualmente lo que a usted le ha llamado la atención de lo mío.

  3. Lo reproduzco textualmente:

    «Años lleva su Ayuntamiento intentando desmontar de forma civilizada ese símbolo a lo peor del ser humano, pero los jueces lo impiden a pesar de la Ley de Memoria Histórica. Coinciden con tales jueces los políticos del PP y Vox de la capital balear»

    A esto se refiere Teodorov; a la utilización del pasado y de la memoria histórica para atacar al adversario político.

    Y a esto; («Aquel crimen contra la humanidad perpetrado por el Ejército español se conoce como “la desbandá”). A utilizar la memoria para hacer un identificación grosera del «Ejercito español» con las fuerzas sublevadas, y así relacionar a España con el fascismo.

    El «Ejercito español» mientras duró la guerra era el ejército de la República; el otro era el ejército de los sublevados.

    Además de las citas concretas, su artículo en general desprende un aroma inconfundible a eso que llama Teodorov; utilización y abuso de la memoria.

  4. Me va usted a disculpar, pero cuando digo que «Años lleva su Ayuntamiento intentando desmontar de forma civilizada ese símbolo a lo peor del ser humano, pero los jueces lo impiden a pesar de la Ley de Memoria Histórica. Coinciden con tales jueces los políticos del PP y Vox de la capital balear» solo estoy describiendo con absoluta objetividad el comportamiento reiterado de ambos partidos ante el mantenimiento o no de un monolito inaugurado por el dictador.

    Por poner un ejemplo que ambos conocemos, ante el traslado de los restos de Franco desde el Valle de los Caídos a Mingorrubio todos recordamos lo que dijo Pablo Casado «solo lo hace con afán de dividir». Entonces le pregunto a usted: ¿Acaso utilizó Pedro Sánchez la memoria contra su adversario político, o fue el propio Pablo Casado quien la utilizó contra sí mismo, en lugar de decir, por ejemplo, que respetaba la decisión del Gobierno?

    Si Pablo Casado no hubiera dado pruebas más que suficientes de seguir defendiendo la desmemoria de la que Felipe González fue el máximo paladín desde la presidencia del Gobierno, en lugar de acusarme de «utilizar la memoria» contra el adversario político de lo que usted me estaría acusando es de mentir, pero con el texto de mi artículo sabe que eso no procede.

    Y cuando usted dice que «utilizo la memoria para hacer una identificación grosera del «Ejercito español» con las fuerzas sublevadas, y así relacionar a España con el fascismo» le diré que aquello fue una guerra civil y, por tanto, al igual que ambas partes enfrentadas de la sociedad eran españolas, ambas partes del ejercito eran españoles, salvo que usted pretenda decir que los militares golpistas asesinos que siguieron al despreciable español mayor asesino de españoles de la historia de España, a quien yo llamo el DEMAEHE para abreviar, no eran españoles porque no eran leales a la República o porque no respetaron la legalidad vigente.
    Mire, Ortiz, incluso si yo le dijera ahora que aquellos criminales armados por el Estado al que traicionaron eran «muy españoles y mucho españoles» me podría usted acusar de demagogia, pero para acusarme de mentir tendría que preguntarles a ellos, a los militares que me refiero, si se sentían «muy españoles y mucho españoles» y me temo que volverían a emplear ellos mismos, como Pablo Casado, la memoria contra sí mismos, y en este caso, contra Rajoy en uno de sus lapsus de romperse a reír.

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