El Partido Popular sabe que no va a gobernar, pero va a intentar impedir que otros lo hagan. Para ello, y con el resultado de las elecciones del 23J en la mano, sabe que su única arma efectiva será tirar del comodín que tanto utilizaba el régimen franquista: «los peligros y los enemigos de la patria».
Por más que desde determinados sectores de la izquierda estén dando por hecho que, finalmente, se reeditará el gobierno de coalición progresista, algo que, a día de hoy, no está tan claro como quieren hacer ver, la realidad es que la repetición electoral está cada vez más cerca.
Eso lo sabe el PP y, unos días antes de la sesión de investidura en la que Alberto Núñez Feijóo no conseguirá la Presidencia del Gobierno, ha convocado una manifestación o concentración contra una supuesta ley de amnistía que, a día de hoy, no es algo real, sino sólo una condición puesta por el independentismo catalán pero que no ha sido aceptado de manera oficial.
Se puede estar de acuerdo o en desacuerdo con esa medida que puede ser lógica o ilógica, pero que es muy delicada de adoptar. Los riesgos son muy altos si, finalmente, Pedro Sánchez fuera investido presidente con los votos de todo el independentismo y aceptando unas condiciones que millones de españoles de toda ideología no entenderían por más que desde el PSOE o Sumar se hiciera la mejor pedagogía del mundo. Por cierto, nuevamente, están explicando tan mal la necesidad de la amnistía que, finalmente, encabronarán aún más a la ciudadanía española.
El PP sabe que, tras la investidura fake de Feijóo, se inicia un periodo de dos meses en los que cada vez está más cercana la repetición electoral. Por eso, el Partido Popular necesita posicionarse ante el electorado más conservador, que en muchos casos ya es votante de Vox, y no quiere que Santiago Abascal cope las fotos y los titulares.
Esta es la razón del exclusivismo de la concentración/manifestación y de no haber invitado a Vox a la misma. Ni Feijóo ni Ayuso quieren que Abascal les tosa. Eso es un acto de campaña del PP y nada más.
La realidad es que el absurdo de este acto es supino y una medida tan desesperada como aquel que convocaron para contraprogramar la Cumbre Iberoamericana de la que lo único que quedó fue ver a Ayuso y Feijóo bailando «El Tiburón».
Los dos grandes partidos, aunque no lo digan abiertamente, ya están preparando la maquinaria para unas elecciones en febrero o marzo de 2024, pero ese es otro asunto.
Podrian manifestarse , contra la investidura de su lider, este partido es el que quiere gobernar España, lo tenemos muy crudo.