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Mis puños son dos balas

La novela gráfica basada en la vida del campeón de boxeo español Dum Dum Pacheco refleja el cruel universo que le tocó vivir en la España gris de los 60

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análisis

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No, no estamos frente a un cómic de Dum Dum Dugan, esto no es ni Marvel ni S.H.I.E.L.D. No lo han destinado a El Escuadrón Godzilla y el kaiju no es su enemigo. Esto es Autsaider y, lo que vais a leer, no es ficción. Este es el retrato de una vida llena de violencia real, de dolor, de torturas, de injusticias e incomprensión social. De auto aceptación de lo que te ha tocado vivir, de machismo, racismo y amor a la Legión. Todo esto en una época en la que era lo habitual y en la que no se planteaban otro tipo de ideas sin que ello fuera, como mínimo, motivo de sorna ayudada por golpes. Un retrato de una época muy cercana, pero que se nos hace moralmente muy lejana.

Hablamos de José Luis «Dum Dum» Pacheco, nacido en 1949 y que vive en esa España de los 60. Un chaval que con 16 años entra en la cárcel de Carabanchel, y que encontró en el boxeo la salida a sus males, propios o impuestos. A esa edad estaba más curtido que cualquiera de nosotros con 50 años. Eso le permitió marcar posición y distancia desde el primer día de ingreso. La prisión, ni es agradable, ni es un balneario con piscina como algunos estamentos quieren hacernos creer. Una persona que en 1969 empieza a escribir sus memorias poniendo las tripas en ello. El resultado es la base en la que se asienta el cómic DUM DUM. 

Mear sangre es un vómito desde la experiencia propia, que nos duele como patada en la boca del estómago. El libro nos demuestra que una sociedad rota, que necesita gente aplastada por la bota social (ni rastro del ascensor) produce este tipo de vivencias en personas que se ven abocadas a buscar una salida del laberinto para evitar ahogarse. No hay espacio para poder razonar, que este no tiene puertas, sólo recovecos y muros altos que no permiten ver más allá del ardiente sol del mediodía. Nada de amaneceres románticos de la mano de tu amante o pareja.

“Este es el retrato de una vida llena de violencia real, de dolor, de torturas, de injusticias e incomprensión social”

¿Es Dum Dum un títere del destino? ¿Es su responsabilidad por una concatenación de malas decisiones? ¿O es alguien que se mueve en el marco creado y controlado para que no consiga salir libre de el? Enfrentar el acto de lectura de este cómic es un reto, ya que es necesario poner la mente en blanco. No dejarse llevar por los preceptos morales propios y abandonar cualquier tipo de avance asumido a nivel social. Esta obra es parte del proceso de vida de alguien al que dejó tirado, como a tantos otros, un estado que no se responsabiliza de la miseria que genera. Una persona curtida a sí misma, que encuentra en la violencia y en la ira, la respuesta frente a las injusticias propias o ajenas. La sangre le grita y sus puños te chillan. Este cómic ha de leerse con la cabeza vacía para poder ver lo que oculta su experiencia vivencial. Un retrato del dolor social que siempre ha estado ahí y nadie quiere enfrentar. Un producto de un sistema enfermo que consigue canalizar su incomprensión frente a lo vivido con los puños o lo que tenga a su alcance. Esa es su manera suprema de enfrentarse a un mundo que no lo quiere, pero lo necesita y lo usa.

Tanto el cómic como el libro son una muestra empírica, en la que queda más que demostrado, que las cárceles no sirven para eso tan cacareado de reformar o integrar a los «maleantes» en la sociedad. Si todo aquello que los ha llevado a la situación previa al ingreso sigue igual, no hay nada que hacer. La prisión se convierte en un mero lugar de paso que, con suerte, genera que no desees entrar más en ella y consigue crear algún tipo de cambio frente al miedo a repetir la nefasta experiencia rodeada de torturas gratuitas.

Esa vivencia carcelaria y la muerte de su hermano hacen que José Luis abrace de manera definitiva el boxeo. Este ejerce esa suerte de estructura mágica que ayuda a soltar lastre y concentrarse en una meta vivencial que consigue apartarte del camino que creías fijado. Eso que algunos afirman que es el destino. Es ese deporte el que lo lleva a combatir y ganar en el año 1975 el campeonato de España. Su obra Mear Sangre se detiene en ese momento, dándole punto y final a un proceso de vida muy intenso. Le siguieron multitud de combates y revalidó el título en seis ocasiones hasta su retirada en 1987. Un accidente de coche que sufrió en 1985 lo dejó muy tocado y ya no pudo seguir adelante con la que era su pasión. El mote por el que se lo conoce, se lo puso el periodista Julio Cesar Iglesias, haciendo referencia al sonido de las balas. Imaginad la clase de golpes que debía propinar en el ring y fuera de él. A José Luis hemos de agradecerle el empuje dado a Camilo Sesto para que llegara a ser lo que fue, «permitiendo» que Los Dayson tocaran en una discoteca. Bastaron unas palabras, generosas en connotaciones afectuosas por parte de Los Ojos Negros (su banda juvenil), para que esto pudiera ser así. La presencia generada por el boxeo hizo que la gran pantalla le hiciera participar, hasta en siete ocasiones, en películas como Yo hice a Roque III o El lobo Negro, haciendo de él mismo en tres de ellas.

Autsaider ya editó el libro Mear Sangre y ahora, el tándem Jaime Infante y Javier Marquina nos presenta una adaptación de la novela en formato cómic. Una obra magnífica en la que el guión, el dibujo, el diseño de las cubiertas y la tipografía casan de manera perfecta. La excelente decisión de realizarlo en blanco y negro, el impresionante dibujo de Infante y el guionazo de Marquina, lo convierten en algo increíble. Lo enfrenté con ánimo sólo de empezarlo, pero para mi sorpresa mayúscula, desaparecieron tanto el tiempo como el espacio y, donde estaba la portada, apareció la contraportada. Me lo zampé. Me absorbió de manera incontrolable y eso es algo sólo reservado a las obras supremas. Ya lo comenté en su día, Autsaider nos está acostumbrando a niveles altísimos de pasión por el medio, haciendo una obligación moral la adquisición de los títulos que publica. 

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