Los científicos de este país están sufriendo en sus propias carnes una nueva forma de terrorismo: la protagonizada por los grupos negacionistas y ultras que los persiguen y acosan, en ocasiones bajo graves amenazas de muerte. Fernando Valladares, biólogo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), es una de las muchas víctimas de la masiva extorsión, que se cuentan ya por decenas. Valladares fue entrevistado por Equipo de Investigación de La Sexta para conocer su opinión sobre los argumentos del grupo negacionista del cambio climático Los Espartanos. “Ven la Agenda 2030 como una ruina de la civilización”, llegó a asegurar. Los fanáticos no le perdonaron sus alertas frente al cambio climático. Pero ha sido en las últimas semanas, como consecuencia de la terrible dana que ha asolado la provincia de Valencia, cuando los terroristas del negacionismo lo han puesto en la diana como objetivo preferente.
En los últimos días Valladares ha lanzado un desesperado mensaje en la Cadena Ser, donde denunció “una escalada de amenazas y violencia en su contra por parte de grupos negacionistas del cambio climático”. El experto asegura que desde el martes negro del 29-O viene recibiendo un aumento alarmante de mensajes de odio en redes sociales, donde incluso lo han incluido en listas de “personas a eliminar”.
Ya en pandemia, los científicos se convirtieron en el blanco perfecto de los grupos ultras antisistema. En aquella ocasión la víctima propiciatoria objeto de la persecución fue el epidemiólogo Fernando Simón, encargado de adoptar las medidas sanitarias contra el coronavirus. Simón fue sometido a un linchamiento moral sin piedad en redes sociales. El terrorismo negacionista quiso amedrentar al científico por imponer medidas como el confinamiento, el uso de la mascarilla y las campañas de vacunación. No pudieron doblegarlo. El Gobierno aplicó las instrucciones que él impartió y con las que el país consiguió superar la pandemia.
El negacionismo es seguido por individuos que eligen negar la realidad para evadir una verdad incómoda. También para desestabilizar sistemas políticos democráticos. Según Valladares, las amenazas han alcanzado un nuevo nivel de organización: un grupo de Telegram que cuenta con más de 200.000 personas se ha convertido en un espacio de odio en su contra, donde se anima a atacarlo por su papel en la difusión de los efectos del cambio climático. “El odio hacia mi persona se desprende de advertir y explicar estos efectos, que cada vez son más terribles”, afirmó el biólogo. El científico ha apuntado que los negacionistas se sienten acorralados y carentes de argumentos.
Los Espartanos forman parte de uno de esos colectivos rabiosos contra el sistema que canalizan ese descontento negando la evidencia científica más incómoda y apremiante, en este caso el cambio climático, según el científico amenazado. “Representan una vía muy particular”, expuso, “ya que el propio nombre nos lleva a ver una cruzada, una auténtica lucha como si fuera David contra Goliat y niegan no solo la evidencia científica sino todos los consensos sociales”. “En general critican, conspiran y recelan de agendas, como la Agenda 2030, y la consideran como un instrumento para consolidar lo que ellos ven como una especie de ruina de la civilización, cuando es al contrario”, añadió.
Los negacionistas de Espartanos denuncian que hay un plan mundial “para terminar con la población”. “Desconfían de todo lo que suene a oficial que venga de los estados y que, según ellos, atenta contra la libertad individual, basado en falsas alarmas, en injustificadas voces de precaución y atención ante las crisis que tenemos por delante”, advertía Fernando Valladares.
Bartolomé, uno de los miembros de estos apóstoles del negacionismo climático, aseguró al programa de La Sexta que “nos están fumigando”. “Eso ya está en el BOE, eso sale... Hay muchos científicos, muchísimos, que ya los callan para que no hablen...”.
Toda esta gente anticientífica y violenta se mueve con impunidad en las redes sociales sin que el Estado reaccione. Estamos ante un problema gravísimo y hay antecedentes de hasta dónde son capaces de llegar los negacionistas. El asalto al Capitolio tras la derrota de Donald Trump en 2020 fue organizado desde grupos conspiranoicos de esta índole. La democracia está seriamente amenazada, pero de momento el Gobierno de Sánchez, competente para legislar y poner el freno al fenómeno, no parece mover ficha. Mientras tanto, los foros y chats se llenan de comentarios hirientes, insultos y hasta amenazas contra personas concretas. Una kale borroka cibernética propia de aquellos tiempos en que unos ponían la diana y otros daban el tiro en la nuca.